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Detente
Nos rodean abismos insalvables.
Para que podamos amar sin destruir
y ser amados sin ser destruidos.
RAÚL GUSTAVO AGUIRRE
Detente palabra,
se han roto los cristales de los puentes
una locura ciega desató nudos y compuertas
la violencia es reina doblegando credos.
Huye aire,
no cruces el río inquieto
reprimen al viento y a los suspiros apresan.
Delante de mi rostro y los ojos incrédulos
una procesión de seres
busca respuesta en el silencio.
Detente sangre, te lo ordeno
no seas cómplice de aquellos necios
libérate en torrente hacia el reverso
así, en las venas desiertas
el germen del odio morirá sediento.
Pero,
no hay eco en el agua que sabe amarga
y la tierra quebrada ya no es sustento.
Detente cuerpo, no queda espacio,
abandona la piel, libera cargas
hay cientos de hogueras esparcidas
sobre cenizas y esquirlas de espanto.
Un antifaz de guerra cubre los ojos de la vida.
¡Qué pena tan absurda!
¡Qué dolor tan cierto!
Insaciable
Insaciable, el territorio que late debajo
de la piel gastada.
Respiré y bebí ese vino, aquel aliento que sube desde la plegaria.
Las grietas en mis labios hablan de otros vinos y otras palabras.
Otros son los ojos que miran con mis cristales
el cuerpo que se abandona desencontrado con la noche.
Otra la mirada que alerta. Estira pliegues memoriosos.
-los que recuerdan detalles amanecidos en el alma-
Insaciable, la espera confidente
segundos que escapan del ritmo certero
de la amargura riendo a mis espaldas
cuando pasan hacia el ayer las cenizas
de esos sueños que proyecté esta mañana.
—No es padecer lo que me habita y se instala—
Soy trozos de un sueño fragmentado.
Un ángel de mirada esquiva y lira sin cuerdas dice al olvido:
Ni angustias ni temores.
Y vuelvo —sin mirar los escombros de realidad
amontonados en mi puerta— a soñarme entera.
Soy aquella que me sueña y ésta que mira por dentro
la que suelta lágrimas y captura versos.
Porque cuando se ha respirado el corazón de una rosa
no hay sol, no hay estrellas para recuperar el sentido.
—Ya no se regresa del espacio donde cabe el fuego—
El tiempo abre su boca ávido, la conciencia declina
encerrada por los bordes del anhelo.
Insaciable
cuando todo huele a nunca y a hora malgastada.
Desde aquella
vez
la
poesía...
vana y necesaria
obstinada y amante
hasta la eternidad.
ANTONIO NELSON ROMERA
Desde aquella vez que fui tuya, poesía
se encendieron columnas de fuego.
No quiero apagarlas.
Eres llama que no consume materia, la genera.
¿Cómo hacer para evitar el agua?
Que nadie mire mi piel florecida
porque te llevo escrita con indeleble letra
como destinada sombra
o música que invade silencios
como sangre detenida
plácida y libre fuera de la trama.
No quiero negarte.
La que te ama ha perdido el juicio.
—labios derrumbados-
-viento en los ojos—
—marejada tibia en el pecho—
Quiero encontrar aquel tiempo iluminado
cuando sentía en la espalda
una cascada de perlas
y era fuerte el abrazo.
Quiero ser rama crecida
del árbol que contiene tu aroma
saber que estás aguardándome
para tener mis ansias.
No quiero perderte.
Oigo clamores, hablan de tu nombre
veo mentiras complaciendo caras
manos que esconden tu transparencia.
¿Cómo hacer para evitar el llanto?
¿Dónde van los poetas cuando crece maleza en las palabras?
Contactar con la autora: ceortiz03[at]yahoo.com.ar
Ilustración poemas:
What do you see? (5591834564) by
William Cho -
What do you see? Uploaded by russavia.
Licensed under
CC BY-SA 2.0 via Wikimedia Commons.
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