SANGRE, a veces siento
dónde se ocupan los lugares,
dónde las manos bordadas y
mariposas banales para este cotidiano
trivial representan.
No obstante de allí sentado y
hasta que amanezco, pienso
en lo innegable en que degenera.
Cómo con mis manos pudiera
por si acaso para arrancar sus
cabezas,
para fracturar las reuniones,
para hundir esa queja maldita
que no termina a la lluvia.
Porque todos esperamos a alguien
sembrando en una tierra sin eco,
pero cuando nace marchita, y cuando
marchita muere.
Sangre,
voz que gotea, aparición fugaz,
dime cuánto caminaré por estas calles
de desparramada niebla,
aguardando encajes, encajando piezas.
Tiempo en que todo debería ser proscrito,
y es que recuerdo las amenazas antes de
empezar a disiparse,
entonces me sentaba confiado hasta que
dejaba de ser, y sin lucha, enfermo y saltaba
al cuarto para proyectar el futuro con el
recuerdo.
Soportando
zumbidos de contravientos,
observando a mi mano
haciendo trazos,
echando todo contra la pared para poner
a tropezar a otros, desentendiéndome para luego
culparme.
Inconfundibles noches de Manhattan,
sorpresas todas en un mundo sin nombre
donde la abominación del vicio en nuestro
moderno medieval abre una fosa comunitaria.
Sangre,
de verdad no te pido nada, te apareces de
sorpresa por uno y otro lado,
exclusivamente entera y hago una retrospección
arrastrando comas y jaulas.
Sangre,
desgárrame cuando quieras, eso no me importa,
estuve pateando la placenta en inadecuadas atmósferas
sanguíneas, y sé, sé que vendrás por la ventana a cuchillazos,
el filo matutino con una nueva residencia,
otra presentación donde se cumple la suma de lo postergado.
Sangre, escribes constantemente en mi alma un paso
que es un poema, un poema que es la vida misma.
Contactar con el autor: juancarlosvasquez72[at]hotmail.com
Ilustración poema: Fotografía por Alejandra
Fernández Nafría © (participante en la
III Muestra de Fotografía Almiar).
|