La encina
Hay un mirlo que canta amaneciendo en mis oídos,
en el celeste de esta mirada en rima con el sol y el cielo,
con el verde y el tronco piedra,
con el glamour de tu alma de condenada presencia: encina.
Un techo para mis ojos velados,
y el manto en encaje disuelto,
tramado,
transbordado,
en el blanco de nuestra bóveda común, infinita,
pero tan concreta y presta para tu adamascado vestido.
Ciega,
manca,
rumbosa pero sin piernas,
sola o simplemente piedra,
me hallo vertebrada para tu observancia y tu constante,
de gigante,
ciega —o al menos muda—.
Vísteme con tu abrigo veneciano
en celeste y negro,
en tu alba y tu verde,
en tu terciopelo arañado,
sonando para mis llantos tus susurros de mañana primaveral en este húmedo
otoño,
para que pueda,
al menos, crecer con tu tronco,
abrirme con tus brazos, avistar con tus sollozos
el horizonte dorado de ese lienzo,
que sin manos y sin ojos,
sólo con respiros de pulmones, rojos, plenipotenciarios,
emerge tras el devenir de la sierra trashumante y verde, negra,
y no sé si mañana conseguirás sobrevivir.
Contactar con la autora: sserragiraldez[at]yahoo.es
Ilustración poemas:
Mirlo comun
by Arteivanna
www.arteivanna.com.ar
-
Own work. Licensed under GFDL via Wikimedia
Commons.
|