Alejandra Rosas

Bolero para Lorca

(...) No es extraño este sitio para la danza. Yo lo digo.
El mascaron bailará entre columnas de sangre y de números (...).
Poeta en Nueva York
(1929- 1930)
Federico García Lorca

Para María Paz Rodríguez


Se encienden las voces de la blanca alba
Sobre el plató terrenal
Dando comienzo al profano mito, a
la perdición de los hombres

Y los gritos
Y los dedos finos dormidos en las caderas se alzan
Dirigiendo las palmas al nocturno
Bajo tus estremecidos pies
Que galopan furiosos

Y dijo, «Cien jarcas caracolean.
Sus jinetes están muertos».

Y tus pies buscan el piso hipnotizados por
Tu falda
De tu falda, que te
Va convirtiendo en la daga blanca
Daga y dama en uno, y se
Inicia el crepúsculo
(Largas sombras afiladas
vienen del turbio horizonte...)
¡Ole! Y la espalda se curva
Se curva para elevar
Las manos abriendo el cielo
El cielo que se derrama por vuestras palmas
Que sangran sangra el cielo (...y el bordón de una guitarra
se rompe)
y apareces tú
Resucitando a la pálida virgen

¡Ay Muerte con rostro de mujer!

Y tus pasos de tacón y punta y tu mirada
La perdición de los hombres, dijo
Abren la llaga en el pecho opaco
Apretando nuestros corazones al compás del
Fervor carnicero

Y bailan las manos bailan taconeao
Sonido con que amanece la flor roja de tu pelo
Al viento

¡Y tu rostro furioso mujer!

Recuerda los pasos del verdugo
Que ya te había toreao
Bajo la luna gitana

(...Silencio
umbría de seda roja)

Y del cuero viejo te desnudas
Y tus manos bailan y tu cuerpo baila Y tus piernas bailan
Derramando caliente sobre
Los carneros muertos, la sangre palpitante
De tus fascinantes llagas
De tus bellos tacones negros
(Ojos de toro te miraban)

¡Y tu frente sufre el baile
Sufre el cuerpo mujer!

Y el resplandor cristaliza tu mirada púrpura
Hechizada bajo el ritual gitano
Agudizando con tus palmas la agonía
De la pasión en vida De tu vida

¡Y dime cómo es que sufre el alma!

Y los dedos finos mecen las caderas y
La hermosa espalda, pues el corazón
Se desgarra como la flor marchita
Como la flor marchita Que se quita Y no queda

Acaso sólo eres tú y tu vida maldita
¡OH tu vida viva, vida mía!
Bañando en sangre las palmas
¡Se va desangrada
La Antígona gitana!

Y tu frente sufre sufre el fin del suspiro pues lo baila
Sobre su pecho abierto
¡Nunca tengamos ese fin! —dijo
Al corazón mientras le lavaban el cuerpo bañado en veneno
Y ella dejó caer el cuerpo vestido de rojo oscuro
¡Señalando a los cielos y la tierra! pagando
Con la misma vida la tragedia
Pagando con el último taconeo que
Le queda

Ella, el carnero virgen prometido en los cielos.


es directora de la revista de Internet Hipopógrafo (www.hipopografo.cl)
Contactar con la autora: editor[at]hipopografo.cl

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