Voces desde sombras
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Ronald Velásquez Apaza
Inventar
nombres, mientras se escucha un sonido debajo de la puerta.
El viento es un pedazo de muro entre una entrada y una salida que
no conduce ni lleva a nada. Siempre, siempre pensé que los sonidos
eran los mismos sonidos de siempre; Un auto que se va, los llantos
de los niños al acabar la tarde. Todo encajado como un abrazo que
no se quiere dar en invierno, como un adiós a un llanto estúpido aguardando
en silencio. Mierda, mierda, esos son relojes que no dan la hora,
un café amargo, un lapicero que se quedó sin carga.
Y a las doce, la hora se parte como un pedazo
de pan, como algo que emplea dos segundos para quedarse en un minuto
inmóvil y sin sonido. ¿Dónde? ¿Dónde? Y sin embargo yo pienso que
la muerte es una mala parada y un mal momento para escribir o por
lo menos para escuchar voces que se quedaron en una casa hace miles
de años, mientras se oyen gemidos cortos, objetos cayendo, caídas
de agua. Muerte, muerte, cállate, estúpida, estúpido, son sonidos
vacíos, son sonidos de una música que se sube el volumen hasta hacer
despertar al vecino. ¿No oyes? ¿No oyes? Y sin embargo me quedo quieto,
no hablo, no escucho, dónde, dónde. Esta vez pensé que todo seria
diferente, pensé en una casa llena de seres caminando, queriéndose
al tocar el alba en una ventana, leyendo un libro de Cortazar, y quitando
las cortinas para que entre el sol, y sin embargo nada es, nada es...,
y sin embargo hay alguien gritando un sonido largo y corto por debajo
de una puerta que dejó de ser puerta ya hace muchos años, ¿No oyes?
¿No oyes? Por eso venir, quedarse, hablar y hablar de cosas estúpidas,
no es suficiente para olvidar o por lo menos para retrasar un retorno
inútil, intentando escribir un poema a los ojos de alguien que se
fue y que oye, pero la verdad es que todos oyen y eso les jode tanto
que se van y parpadean pensando, pero pensando qué, Pensar es una
huida, vete, malo, ¿Qué pasó? No entiendo...
Despejo papeles de tu sombra, despejo recuerdos
mientras el pucho va quemando lo que queda de este papel. Despejo
lugares, despejo voces que continúan acechando oídos cansados, oídos
pequeños, oídos, sólo oídos... Era tarde cuando comencé a fumar, cuando
vi tu foto y cuando se cayó la botella sin botarla, intenté detenerme
en un gesto alegre, intenté abrir las ventanas, intenté... Pero tu
foto y esas cosas volvían continuamente al frente mío, y yo caminaba
estando siempre aquí, te escuchaba y a la vez era sordo, por eso es
que se quemó el papel, por eso te invento un nombre, te huyo, y te
despido como si el que se despidiera fuera una tercera persona, algo
tan impersonal que puede soltar dos fósforos en una misma cocina y
salirse porque no tiene culpa, no tiene esa foto que se agranda y
que sostiene con esos colores algo tan vivido, tan tú, tan yo, tan,
tan tan.
Espero salir, continuar viendo nebulosas que
se caen sobre ventanas pesadas con ese aroma a espanto donde uno camina
porque el mapa que se tiene sólo justifica lugares inmóviles, jamás
tiene esa conciencia, ese desliz de una pintura con arcos girantes
de negro y blanco que pueden cubrir imaginación y golpes de sonidos.
Entonces hoy es mediodía, mediodía y de trabajo y de tu sonrisa, la
sonrisa y mi nombre, igual siempre así así, pero no importa nada,
te tengo que escuchar así me quede con tu ternura de lagrimas tocando
el suelo, arrebatando la paz, la felicidad, la solución a un problema
especifico de materia y conciencia, sí, siempre la filosofía que hay
debajo de mis palabras, esas razones que para ti son vocabularios
de idiomas indecisos.
Pero la luz y esa campana molestan, esa luz se
levanta, da la vuelta. Esa luz no es en verdad una luz, más bien son
cuatro claridades que aparecen desde extremos donde nunca llego. Esa
luz no es de foco, no es de vela, ni siquiera de lámpara de infancia,
esa luz es susurrante, es voluble, se deshace y se arma, esa luz,
muy honda, muy asfixiante, esa luz hora, esa luz muerte, esa luz trae
más luces y esas otras aun más, aún aún, etc. Entonces todos
con luces y yo me doy cuenta que la mayoría de cosas que existen son
repeticiones de una verdadera, entonces hay hijo, hay padre y hay
amén en una cruz, y todo viene de adentro, todo es un hombre y una
mujer que se juntan copulando siendo uno sólo, ¿Ves? ¿Ves? Entonces
yo escucho que de lejos el otoño vuelve sin decir palabras, ni caídas
de hojas o de lluvia y siempre tú, ¿y tú? ¿Acaso no te he hablado
de la luz? En todo caso apaga la lámpara, no quiero verte porque ya
lo estoy haciendo mientras te visto con un color mío, no digas palabras
y piensa que hoy no es ningún día de los otros días.
Sé que te gustaba contarme acerca de tus sueños,
eran tus mismas voces las que te guiaban a esa vuelta de niñez y flores
amarillas sobre el suelo, tú tenías un vestido claro y debajo de cada
árbol estaban tus adornos de lazos azules que giraban hacia espejos
pequeños donde ponías diferentes gestos según el tamaño del árbol.
Llorabas siempre llorabas..., lo hacías cuando la noche comenzaba
y no podías verte con campanas claras y porque tus gestos son diferentes
en la oscuridad, entonces corrías a tu casa y te disfrazabas de famosa
de cine, buscabas los lentes de tu madre y te cubrías con el saco
de tu padre, y era tu voz la que también te anunciaba como la más
linda del planeta, entonces volvías a reír y yo te señalaba con la
botella una de esas revistas de cine y a ti te desagradaba saber que
te comparaba con esas tipas sin glamour, pedías que por favor te deje
terminar de contarme esos sueños que eran los mismos sueños de siempre,
entonces nadie te decía que no podías ser actriz y que no era malo
usar palabras como fama, glamour y mierda, entonces todo estaba
dentro de tu nombre, pero ese vestido se oscurecía y a ti te daba
miedo pensar que tu cuerpo también lo hiciera, entonces tus ojos se
perdían por el suelo, yo te buscaba con mi vaso y tú volvías temblando.
Me mirabas, sonreías, entonces me decías que ya era tarde, que mejor
nos íbamos a acostar porque a medianoche nadie cree en cuentos de
hadas y menos cuando no hay final, entonces yo te repetía que el vino
helado era mejor con tu charla y que no te olvidaras de mencionar
cómo eran tus manos, esas manos blancas, sin manchas, unas manos que
pueden cubrir toda la tierra que piso, entonces tus dedos son caminos
a un mismo lugar, un lugar de sábados, de hoteles calladitos, caminos
hacia ti, esas manos con una forma plena, cálida, maternal, unas manos
suaves, sin manchas, manos de una mujer perdida al fondo de un mapa,
una mano de oscuridad en plena madrugada, y así me haces un Stop,
stop que estas recordando, pero recordar es volver a tu infancia,
recordar es cuando no te conocía. Entonces por qué el Stop,
por qué vuelves y me confundes de nuevo y tú de pequeña y yo aquí
con la botella a medias. Entonces giras, saltas de un lugar a otro
y cantas una canción de cuna, recoges los cojines y te disfrazas de
ti misma, entonces yo te digo que te sale tan mal y que es mejor que
vuelvas, tú no me haces caso, es como si huyeras de mí y es como si
yo te dejara ir, Entonces lloras, no sé nada pero lloras, entonces
te bajo de la mesa que te soporta como un adorno, como el adorno mas
delicado que puede existir. Sigues temblando, estas fría y tú me dices
que necesitas un trago, entonces yo te busco un café, ¡Café no,
quiero un trago! Me gritas desesperada y yo a medio camino te
señalo la botella que no quiere salirse de mi mano, entonces me odias
por un instante, soy tu peor enemigo, aún peor que aquel que te dejo
en México botada con un hijo y sin dinero, soy malo y tú por dentro
lo sabes, soy malo, es el sobrenombre que me pones mientras construyes
imágenes, entonces yo no soporto tu tristeza y voy hacia ti con la
botella y con una copa, tú te deslizas como una brisa hacia las escaleras
y me cuentas cuando eras actriz, sonríes, veo que sonríes y que todo
vendrá acompañado de una lágrima, no soportas hablar y aun así darías
la vida por no callarte nunca, yo te miro como si mirase algo que
estoy perdiendo, entonces busco mantenerte intacta en mi memoria,
te voy perdiendo y esa luz, y esas manos, no estás y yo con tu nombre
no sé cómo guardarte para siempre dentro mío, no sé escribir, no sé
nada, entonces soy un fracaso, soy un agujero en medio de la arena,
no me toca el mar, el sol ni siquiera se conmueve conmigo, sólo tú
y ya no, sólo tú y no hay disfraz, no hay vino ni cuartos de hoteles
en lugares que no conocemos, sólo hay figuras, unas marcas tibias
que preguntan por ti y a la vez saben que soy yo el que les pregunta,
entonces no hay risa, jaja, no hay motivo, ni con tu voz, ni con un
papel, no escribo, la verdad es que hace años que no escribo, Fracasado,
ya lo sé, Estúpido, no hay nada nuevo. Despejo contigo en miles,
siempre dividida así, siempre... y yo llamándote como no debería nunca...,
inventar, oír, nunca, nunca...
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EL AUTOR:
melcom97(at)hotmail.com
ILUSTRACIÓN RELATO: Fotografía
por
Pedro M. Martínez ©
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