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abstraccion relato fin del principio

Fin del principio
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Mario Ferrari

 

Algo salado. Saboreo algo salado. ¿Así será la muerte? Por cierto que sí, qué pregunta. Me siento bien, confortable, como flotando, la vida que seguramente se está escurriendo de mi cuerpo todavía me da un último momento de placer. Salado. No sé si el gusto viene de adentro, o de mi piel. Recuerdo el último cigarrillo. Qué tontería, ya no hay tiempo para nada. Me voy, mi cuerpo se va yendo al final, desde donde no volverá. Ni cigarrillo ni alcohol, ni un orgasmo postrero que me recuerde la vida, ya no hay tiempo para volver atrás por un último goce. Es la muerte de todo. Pero en mi cuerpo hay satisfacción, un placer húmedo, ingrávido. ¿Un cigarrillo dije? Es que no creo haber fumado nunca. Hay un momento de duda. ¿Era yo hombre? Por momentos me recuerdo mujer. Siento que mi padre está aquí. No lo veo, sólo lo siento, sé quién es más allá de su cuerpo. Padre, me voy, me estoy yendo, mi vida se acaba, no puedo verte. Tu hija está aquí, se va, padre. Tu hijo. Escucho su voz, lo amo, amo a mi padre. Lo odio. No es su voz, es lo que piensa, madre. A ti te siento en mí. Algo me lleva hacia adelante, fuerte, directo. Se frena. Ahora continúa. Ya no estoy cómodo. Esto está terminando, mi vida se va. El hombre está de pie y piensa: un poco más hijo, aguanta un poco más. Un pequeño esfuerzo y estaremos juntos. Mi padre. Puedo leer su pensamiento. Llora y se dice, me dice: tan inocente en un mundo malvado. Desde aquí no puedo hablarle, convencerlo de que no, no padre, no te equivoques. No puedo hablar pero lo sé todo. No soy inocente, lo sé todo. Un manojo de negros cabellos asoma por el hueco de la vida, húmedo, viscoso. Un sabor salado. Siento un sabor salado y ahora la boca seca. ¿Ya estaré muerto, padre? Todo se me olvida, ya no recuerdo nada, sólo a ustedes. Madre, me voy, padre, no te preocupes. El hombre ve salir una pequeña forma humana, una nueva vida en un cuerpecito amado, y solloza. Oye una sinfonía surcando el aire, algo que no es triste ni risueño pero es enorme, no puede evitar las lágrimas. El doctor arropa al niño, lo seca. Un segundo médico le quita la manta. Al apoyar la carne flamante sobre la báscula, el niño siente frío. Grita y su grito ya no es de muerte. Es un grito nuevo.

(De Relatos en tres dimensiones; México, 2OO4)



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Mario Jorge Ferrari

Mario Jorge Ferrari
. Nació en Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, en 1947. Durante las últimas dos décadas ha residido en Venezuela, Perú, Chile, Ecuador y México, donde vive en la actualidad.
Obras:

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Relatos en tres dimensiones; Ed. Lagares, México, 2004.
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Participación en antología Cuént@me.com; Ed. Dunken, Argentina, 2007.
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Historias para creer. Inédito, 2007.
-
La mirada perdida, novela en preparación.
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Guiones cinematográficos basados en relatos de Historias para creer.
Premios:

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Cinco escalones; cuento. Concurso de microrrelatos La librería mediática, Radio Nacional de Venezuela, 2006.
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Una luz; cuento. Seleccionado por Asociación Juvenil de Escritores Aenigma, Certamen 2007 (http://www.ajaenigma.org).
Otras actividades artísticas:

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Músico, cantante.
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Corrector de estilo.
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Docente ocasional de talleres de creación literaria.

@ CONTACTAR CON EL AUTOR: marioferrar[at]gmail.com

Ilustración relato: Fotografía por Pedro M. Martínez ©