Pecadillos
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Lina Macchi
—Llegó el padre Ambrosio,
¿alguien quiere acompañarme a confesarse?
—Yo te acompaño, abuela,
pero no sé si me voy a confesar —dijo Mariano que por esos días estaba
yendo a catequesis.
Caminaron juntos. El
niño parecía muy ensimismado.
—¿Seguís confundida,
abuela?
—¿De dónde sacaste eso?
—Quería hablar contigo
a solas abuelita. A mí me parece que estás olvidadiza y que andas
cambiando las cosas. El otro día nos dijiste que querías quedarte
sola a disfrutar la Soledad cuando tu perrita se llama Luna. La semana
pasada te enfureciste con el tintorero y dijiste que no le ibas a
pagar porque no te gustó cómo quedó la pollera negra. Y cuando Inés
llamó para ir a darte el pésame le dijiste que estabas saliendo y
no era cierto, es porque ella te aburre. Anoche te enojaste con todos,
nos echaste, te fuiste a dormir y no te disculpaste. No te enojes,
te he pescado en unas cuantas mentiritas que vos llamas piadosas.
Quién sabe qué piensa de eso el padre Ambrosio. Por eso te acompaño,
me preocupa que te olvides de confesar algo porque el otro día mamá
leyó que la suma de pecados veniales puede hacer uno capital y yo
quiero que te vayas al cielo.
El padre Ambrosio estaba
en el atrio y al verlos venir se acercó. Ella lo saludó y le dijo
apresurada: «Padre, acá le dejo a mi nieto para que le confiese todos
mis pecados. Tú, Mariano, entra».
Dio media vuelta y desapareció.
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LINA
MACCHI
(Buenos Aires, Argentina; 1936). Maestra recibida en Argentina. Tiene
estudios de inglés en la New York University y ha formado parte del
taller literario de la escritora Carmen Medrano, en Buenos Aires.
@
linamacchi[at]hotmail.com
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Ilustración relato:
Fotografía
por
Pedro M. Martínez ©
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