poemas por
Óscar Malvicio

 

Nos preocupamos de las cosas más triviales
la mayoría de las veces que solemos
preocuparnos por algo.
La mayoría de las preocupaciones que tenemos,
quiero decir, son superfluas,
y eso es porque estamos posicionados,
más o menos bien, pero posicionados.
Acomodados en el infierno que nos han ofrecido,
o que nosotros mismos hemos levantado.
No hay Cristo ni Dios ni mar
que pueda cubrir la confianza tan inmensa
que tenemos con respecto al fracaso.
Incluso teniéndolo ahí, a ½ paso,
no hay Cristo ni Dios ni mar
que nos haga huir despavoridos
hacia una salvación, o al menos
hacia un estado más seguro.
La comodidad es un candado roto
y hay que estar alerta,
pero lo único que hacemos es intentar
soldar ese puto candado,
arreglarlo,
en vez de tirarlo a tomar por culo
y comprar uno nuevo.

 

Gente

 

Hay gente que sólo se acuerda de ti
cuando nadie
se acuerda de ellos.
No es que sea algo triste, no lo es.
Pero sí que es curioso…
Lo que pasa es que
eso pasa
por relacionarse con las personas,
por relacionarse con la gente equivocada
sobre todo,
y más que nada
porque somos idiotas.

He tenido tantos amigos
que no recuerdo a muchos.
Eso ya significa bastante.
Supongo que será igual
al contrario.
Espero que sea igual
al contrario.

Todo es tan triste
solo porque
no hay necesidad
de nada.

Pero queremos todo.

Incluso echamos en falta
la sensación
de
necesitar
cuando creemos tener todo.

Mi corazón se pudre en este mundo
por culpa de todo el mundo.
Mi amor es el eco de un arpegio
evaporándose en el aire
infecto.
Mi dolor son miasmas punzantes
rodeando mi cuerpo.
Mi cuerpo es
la luz
que
se
apaga.

 

Carmen

 

Estaba preciosa
deslumbrando más que nadie
en la piscina
con su bañador negro nuevo.
Si alguna más deslumbraba
yo no la veía.

Nadie se le acercaba a su inocente belleza
por aquellos días en aquel pueblo,
y si había alguna,
yo no la veía.

Una banda fucsia le cruzaba el bañador
y el cuerpo
de derecha a izquierda
y culminaba en un perfecto lazo
justo a la altura de la cadera.
Era la chica más bonita que había visto
nunca.

La quise nada más verla,
cosa que no me ha vuelto a pasar
con nadie.

Tenía manchitas blancas por la cara
y el cuerpo, como hongos,
pero
yo
no las veía.

Dábamos largos paseos por las tardes
a la orilla de la carretera
camino de Álora,
cuando el sol agonizante
daba sus últimos bandazos,
cansado ya.

Y al llegar a aquél Cerro
(que hoy no quiero mencionar)
nos besábamos sentados
en una gran piedra
hasta que anochecía,

yo sin meter la lengua,
ella intentándolo
sin resultado.
Yo no sabía nada,
ella
poco más,
eso ya era demasiado para mí.

Después,
al poco tiempo de irme de aquel pueblo,
le envié una foto mía.

Al poco tiempo
ella me la devolvió.

Estaba con otro chaval.
Eso era todo.
Aquello había sido todo.

No habían pasado ni 2 meses
desde que me despedí de ella,
quedándome con las ganas
de besarla y besarla
con mis tristes besos ingenuos
hasta que el mundo se hiciera polvo.

Aun así,
aunque me duela contar esta
historia
en forma del más triste poema
vomitado jamás de entre lo más hondo de mis tripas,
quiero que sepas,
Carmen,
que aun siendo la más cruel de todas,
te sigo recordando
con aquella banda fucsia en el bañador
y aquel lazo en la cadera

y

sigo recordando
aquel amor sincero que te ofrecí
como si te lo estuviera ofreciendo ahora.

 

Las cosas

 

El amor se deteriora, cariño,
se deteriora igual que la esponja del baño,
incluso la esponja del baño a veces dura más.

El amor se deteriora
igual que un objeto
expuesto por demasiado tiempo
a la intemperie, año tras año,
año tras año, año tras año.

Las cosas son así,
sencillamente
las personas no aguantamos.

Las cosas aguantan más
pero no somos cosas,
aunque hay personas
que parecen serlo
y otras que incluso
llegan a serlo…

Las cosas son así,
no hay que darle muchas más vueltas
al asunto.

El amor se deteriora
y yo me muero
en un mundo precocinado
y pro-prehistórico
donde la actualidad corrompida
merma y entierra
merma y entierra
merma y entierra
y las raíces de los hombres
se desprenden poco a poco
de la oscura y cansada madre tierra
y se deshacen
para dar paso a una nada
que nos devorará lentamente y sin remedio,
a una velocidad de
10.575 Km/h

¿Contesta esto a tu pregunta?
¿Cariño?

 

La subvención

 

2 meses y medio en el paro
y medio año sin cobrar.
Imagínate cómo está mi cerebro,
dado que la escritura
no me aporta más beneficio que el espiritual.
Pero mira,
el día de mi cumpleaños
me concedieron la subvención
y a mi mujer también (gracias a mi mujer).
Pero mira,
mi cerebro sigue en las mismas
y mi amor igual,
mi espíritu…
¡A la mierda con mi espíritu!
¡Qué coño!
¡Me han dado la subvención!

 

seis bolitas poemas Óscar Miguel Gómez Benítez

«Me llamo Óscar Miguel Gómez Benítez, nací en Gerona (España). Empecé a escribir poesía a los 22 años pero no era gran cosa lo que hacía, lo dejé, lo cogí de nuevo a los 32, con más conocimiento del terreno que pisaba, supongo. Me han publicado en alguna revista alguna vez en la red y un libro de poemas titulado Violetas de sangre bajo la tierra, gané un concurso de poesía aquí, en Guadalajara (España), un concurso menor diría yo».
📩 Contactar con el autor: disimito[at]hotmail [dot] com

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📸 Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

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