relato por
Jesús Greus

(extracto de una carta. Julio 2008)

E

ran dieciocho grandes cajas de cartón verde repletas de libros. Toda mi biblioteca embalada desde hacía casi ocho años. ¡Tantas veces los eché de menos durante aquellos años apasionados de exilio africano! Excitado, nervioso, casi sin poder creer lo que estaba a punto de suceder, empecé a destapar las cajas con ayuda de una asistenta, una chica joven de pocas luces pero buena voluntad. Y, de golpe, empecé a reencontrarme con amigos perdidos: Thérése Desqueyroux, Edmundo Dantés, Dorian Gray, Adriano el Emperador, Justine, Maigret, Hamlet, Bobary, el capitán Ahab, Max Estrella, Cara de Plata, el licenciado Vidriera y tantos otros. ¡Tantos amigos olvidados! ¡Casi ocho años sin vernos las caras, sin saber de sus andanzas, sin mirarnos siquiera de reojo! Me dio un vuelco el corazón y se me saltaron las lágrimas. No pude por menos que besar con reverencia la tapa de una obra de Dumas. La asistenta, pasmada, me dice:

—Pues sí que los quieres.

—Son mis amigos. ¿No lo comprendes?

—¡Ah!

Encaramado en la escalera, recibía emocionado los tomos que la chica me iba pasando, mientras gritaba: ¡Oh, El hobbit! ¡Qué fantasía! ¡Ay, si es mi querido Bomarzo! Lo perdí de vista hace años entre los monstruos de piedra de su jardín renacentista; y el piratilla de Juan Cantueso huido a la mar Caribe; y el emperador Claudio, tartamudo, patoso y tímido, aunque cultivado y prudente gobernante; Raskólnikov carcomido por el remordimiento; Silvestre Paradox, aventurero intelectual en un Madrid pacato de fin de siglo; Aureliano Buendía elaborando pescaditos de oro, sumido para siempre en la soledad del recuerdo devastador de sus treinta y dos guerras inútiles; el tenebroso Kurtz oculto en el corazón de las tinieblas en algún lugar del África negra; o el alma atribulada de Kavafis, hoy personaje literario, sentado en los cafés de su idolatrada Alejandría…

Les seguiría ahora mismo los pasos hacia lances, aventuras, romances, tristezas, amores ilícitos, guerras infructuosas, ambiciones rotas, selvas húmedas, desiertos y mares del Sur. ¡Qué voracidad por releerlo todo! ¡Qué ganas de lanzarme a vivir sus vidas, una tras otra, allá donde me lleven!

Los libros son como cajas de sorpresas, cajones de mago que guardan mundos enteros, monstruos y ángeles, dramas menudos, abismos, océanos, ciudades sórdidas o paraísos australes. Laberintos sin salida.

Recuerdo el día aciago en que guardé los libros en aquellas cajas, depositándolos con mimo unos sobre otros como si fueran objetos de frágil porcelana o niños enfermos. Era un día soleado de octubre. Para mí fue desgarrador. Casi llorando, me despedí uno a uno de mis obras favoritas como quien deja atrás a hermanos o a amigos del alma traicionados: los Frontenac en su provinciano mundo bordelés, entre olor a rancio y a maderas enceradas; Antoine y Jacques Thibault inmersos en su siglo convulso que presagiaba una primera guerra mundial; la de Bringas en su castillo de naipes, empedernida soñadora atolondrada en un Madrid decimonónico; Dorian Gray, siempre joven ante su retrato corrupto; la Regenta abismada en su misticismo provinciano mientras recorre las calles empapadas de su vetusta ciudad; Abenjacán el Bojarí perseguido por el fantasma de su visir; Almayer inmerso en su tórrida y amenazadora locura tropical; o Leona y Violet reviviendo sus ínfimas tragedias personales en un viejo café californiano mientras la radio lanza avisos de marejada a pequeñas embarcaciones.

Universos, historias y personajes atormentados que permanecerían fosilizados durante años en la oscuridad, la humedad y el frío triste de las grandes cajas de cartón.

Aquella luminosa y alegre mañana de verano, sin embargo, ocho años después, desprecintadas de nuevo las cajas de cartón verde como cornucopias de maravillas, mis compadres resurgieron del olvido y del polvo de las estaciones, danzaron brevemente en el aire y ocuparon sus nuevas estanterías, en sus cajitas de apretadas hojas blancas, clasificadas todas ellas por temas y autores. Volvieron así ellos, ante mis ojos atónitos, a revivir sus dramas cotidianos, a enzarzarse en rencores familiares en su nido de víboras, a resistir ante los ocupadores franceses durante el sangriento cerco de Zaragoza o de Gerona en una patética sarta de episodios nacionales, a surcar islas en el Golfo, a codearse en salones parisinos con el duque de Guermantes o con Monsieur de Charlus, a revivir Victor Hugues sus peripecias caribeñas de exaltación y derrumbe, a producir oro alquímico en los sótanos secretos de Joseph Balsamo en un París barroco y frívolo, a intentar curar los pavorosos síntomas de la peste en los vericuetos de Orán plagados de ratas, a revivir una dantesca aventura equinoccial en el río Amazonas en busca de El Dorado, a acostarse doña Flor con sus dos maridos, convertido en incubo el esposo muerto, aquél que fue el trápala más popular de las empinadas callejas del putesco y mísero Peluriño…

Ahí batallan todos ellos de nuevo, liberados ahora, ordenados en sus estanterías al alcance de la mano, seductores, pícaros, espabilados, recatados o tontos de remate. Son mis fieles camaradas en las deliciosas e íntimas horas de soledad, a menudo al caer de la tarde, cuando el crepúsculo estival recubre los montes a mi alrededor con una pátina de oro que pronto se funde en violeta cardenalicio.

 

relato Dieciocho cajas

Jesús Greus

Jesús Greus. Nacido en Madrid, es escritor, licenciado en lengua inglesa por el Institute of Linguists de Londres. Ha sido colaborador de los diarios ABC, El Día del Mundo, Diario 16 de Baleares, Libération du Maroc y, actualmente, de la revista digital española Narrativas, y de la inglesa LSD Magazine. Ha trabajado como traductor para diversas editoriales españolas. Como conferenciante, ha sido invitado por el Institut du Monde Arabe en París; la Universidad de la Sorbona; la fundación Le Monde autour du Livre, en Burdeos; el Centro de Estudios Luso-Árabes de Silves, Portugal; la Fundación Arte y Cultura de Madrid; la Universidad de Marrakech, etc.
Ha sido gestor cultural del Instituto Cervantes de Marrakech, ciudad donde reside actualmente. Es, asimismo, autor de los guiones cinematográficos Snapshots from Marrakech y The City of Flowers, ambos en proceso de preproducción. Es autor de:

Ziryab (Editorial Swan 1988). Novela ambientada en Córdoba en el s. IX. Éditions Phébus, Francia 1993. Editorial Entrelibros, 2006.
Junto al mar amargo, Hakeldama Editor, 1992. Novela.
Así vivían en al-Andalus, Ediciones Anaya, 1988. 13 reimpresiones. Nueva edición revisada bajo el título Así vivieron en Al-Andalus, Anaya 2009.
Claro de luna. Obra poética.
De soledades y desiertos, Ediciones La Avispa, 2001. Teatro.
Laberinto de aljarafes. Editorial Sirpus, 2008. Relatos.


Contactar con el autor: jessgreus [at] gmail.com 

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🖼️ Ilustración relato: Buchblätter 004, By Mummelgrummel (Own work) [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons.

 

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