relato por
Moisés Cárdenas

 

E

ra un ancho camino de arena que a sus lados estaba decorado de frondosos árboles. Iba caminando por él como a eso de las siete de la noche. Ya el sol se había ocultado en el cielo. La estrella del alba estaba de visita y esta vez para quedarse a contemplar la vida mortal. Mientras proseguía por aquel bello camino pintado de los más hermosos colores me sentía como si estuviera suspendido en el aire. Escuchaba canciones de Mozart en mis oídos y visualizaciones de versos barrocos. Fui ingresando en aquella caravana de sensaciones y agrados. Cuando deslizaba mis ojos en los adentros del sendero poseído por las extrañas esferas del sueño, ocurrió que desde el cielo cayeron dos piedras negras de pequeño tamaño que golpearon en el suelo. Las miré curiosamente y noté que las dos piedras eran de color gris plomizo, su forma irregular y de tamaño pequeño.

Al principio parecían dos piedras comunes, lo extraño era cómo habían caído del cielo. Miré alrededor a ver si encontraba alguna respuesta, pero no hallé resultado alguno. De pronto fui interrumpido por una voz apacible que me dijo: levanta las piedras, una piedra de a favor y la otra es de la contra, levántala y busca en ella los elementos. Las miré esta vez con algo de desconcierto, pero sentí un impulso fuerte en levantarlas, sin dudarlo las tomé en mis manos. La voz volvió a decirme: no tengas miedo, ahora lleva una piedra a la mano izquierda y la otra a la mano derecha. Sin vacilar respondí a la orden. Tenía una piedra en mi mano izquierda y la otra en la derecha. ¿Qué hago ahora?, me preguntaba constantemente. La voz volvió aparecer en escena pronunciándome: busca en ellas su contenido. Una es de a favor y la otra de la contra. ¿Cómo busco lo inexplicable?, meditaba para mis adentros. ¿Cuál será la piedra de la contra y cuál será la de la descontra? Entonces por accidente y sin pensarlo apreté mi mano izquierda; sentí una buena energía y comenzaba a tener fuerza, era como tener un poder sobrenatural, mientras más la apretaba comencé a flotar alcanzado las copas de los arboles, desde las alturas podía ver el sendero y visualizar las montanas que estaban tiñéndose del color de la noche, pues el tiempo había pasado mientras volaba en mis pensamientos. Entendí que seguro la piedra que llevaba en mi mano izquierda era la de a favor. ¿Y la otra piedra, qué poder tendrá? Sin miedo apreté la mano derecha y experimenté todo lo contrario: comencé a caer, me sentía débil y desfallecido. ¡Era la piedra de la contra! Realicé varias pruebas tratando de buscar lo inexplicable, quería encontrar respuestas, verdades absolutas.

¿Serían sueños? ¿Me encontraba en algún mundo extraño? Sintiéndome abrumado por las reacciones de ambas piedras, las guardé en los bolsillos de mi pantalón azul. Como era obvio, la piedra de a favor en el bolsillo izquierdo y la piedra de la contra en el bolsillo derecho.

Proseguí mi caminata por aquella senda revestida de arboles que iban cambiando de verde a amarillos. Cuando ya había caminado un largo trayecto, bajó del cielo un gato negro que estaba suspendido de una cuerda. Lo extraño era que la cuerda estaba suspendida de la nada.

El gato fue tocando el suelo, noté que él llevaba un collar amarillo en el cuello. Comenzó a moverse de un lado a otro, parecía como si fuera a desprenderse de la cuerda; volvió a moverse de un lado a otro pero más rápido que los movimientos anteriores cayéndose al suelo. Pensé que se había golpeado y fui en su auxilio. Observé que su cuerpo estaba estático. De pronto se incorporó, se sentó y quedó como esas esculturas egipcias. Volvió a tomar vida propia y empezó a balancearse de la cuerda. Mirando perplejo todo lo ocurrido, sentía ganas de ayudar al gato, pues siempre he sentido admiración por ellos.

El felino se movía en movimientos circulares velozmente haciendo desprender algunas hojas de los árboles que al caer se convertían en espadas. Viendo al gato moverse, llevé mi mano izquierda al bolsillo donde tenía la piedra de a favor; la apreté suavemente y sentí fuerza, comencé a suspenderme en el aire hasta volar entre los árboles, alcancé el cosmos y pude bajar al gato negro que se desvaneció, dejándome el collar amarillo.

 

Moisés CárdenasMoisés Cárdenas. Nació en 1981 en San Cristóbal, Estado Táchira (Venezuela), es licenciado y profesor de educación mención Castellano y Literatura egresado de la Universidad de los Andes Táchira (Venezuela). Poeta y escritor. Ha ejercido la docencia en los niveles de educación secundaria y universitaria. Entre sus galardones cuenta con los siguientes: Reconocimiento por su constancia y aporte invaluable a la cultura de Venezuela otorgado por la Fundación Kuaimare del Libro Venezolano, San Cristóbal, Estado Táchira, Venezuela, Año 2006. Reconocimiento otorgado por la Universidad de los Andes, por asistencia a eventos internacionales en calidad de ponente, ULA, Mérida, Venezuela, Año 2006.Mención especial de Jurado en el II Concurso de Poesía «El mundo lleva Alas», Editorial Voces de Hoy, Miami, Estado de La Florida, Estados Unidos, Año 2009. Ganador XVI Concurso Nacional de Literatura (IPASME), con el trabajo titulado: El silencio en su propio Olvido, Caracas, Venezuela, Año 2008. Segunda Mención en el V Certamen Nacional de Poesía y Cuento Breve «Ramón Emilio Charras», A.P.I. Artistas y Pensadores Independientes, Córdoba, Argentina. Año 2013. Finalista en el XXIX Certamen Nacional De los Cuatro Vientos Poesía y Narrativa Breve, e integrar con obras de su autoría la Antología Letras Argentinas de Hoy 2013. Buenos Aires, Argentina, Año 2013. Entre sus obras publicadas están: El silencio en su propio olvido (poesía) Ministerio de Educación Caracas – Venezuela año 2009. Poemario Duerme Sulam, Editorial Cecilio Acosta, Museo de Barinas, Venezuela, año 2007. Poemario Poemas a la Intemperie. Editorial Symbólicus. Córdoba, Argentina, año 2013. Ha publicado en diversos blogs y páginas de Internet. Actualmente realiza talleres de promoción de lectura para niños y jóvenes. Realiza conferencias en temas de literatura y cultura destacándose como gran orador.

@ Contactar con el autor: viajesideral2 [at] hotmail [dot] com

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 Ilustración relato: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

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