poemas y prosas poéticas por

Juan Carlos Fuentes Torres

I
(Biografía)

 

M

e han despedido de todas las miradas, de todos los cuerpos. No conservo, pues, ninguna ocupación que merezca la pena. Sin más costumbre que los amaneceres, con los bolsillos llenos de viejos relojes de manecillas amnésicas frecuento plazas, playas, parques, y en los bares, manso entre los mansos, beso el vaso que me bebe. A la salida de los cines mendigo nicotina y cuando la noche se estanca me apuro y dejo que los ríos me sigan la corriente. No conozco a nadie que no me haya soñado. No me fío de nadie que no recuerde por lo menos una de sus muertes. Como cualquier otro agonizo muy temprano y a media mañana soy un cadáver perfecto. Huelo despacio las sombras que fabrican los crepúsculos y a la hora convenida converso con las estatuas. Celebro los aniversarios de los puentes, la estrategia de las esquinas, la alquitranada huella de las palmeras. Nada supe de mi vida hasta que la encontré tatuada en la espalda de una mujer. Una cicatriz la cruzaba a la altura de mi juventud. De niño fui mono y viví una apacible vida de primate en la selva de un patio de vecinos. Trepaba a los árboles, comía fruta verde, andaba descalzo. Los primeros cadáveres los vi en la puerta del colegio. A fuerza de devorar gomas mi amigo Luis borró, uno a uno, todos sus recuerdos. Nunca lo he olvidado. Reitero cada una de las faltas de ortografía de mi infancia. Calculé mal en clase de cálculo y en clase de religión fui religiosamente ateo. Nunca aprendí a dibujar la casa, el jardín, el sol, las montañas. Yo vivía solo en un árbol. Era feliz. Bajaba los párpados de la tarde, apagaba luces, cerraba puertas. Me llevaba en la ropa para siempre el olor y el silencio de los pasillos de colegio. A veces me parece oir aquel silencio. También, a veces, compraba tabaco para los maestros. No fui malo, creo. Regreso fatigado de viajes que nunca emprendí. Colecciono paraguas y postales. Me gustan las bibliotecas, los prostíbulos, las iglesias, los cementerios. Guardo mucho silencio. Para ser libre ningún lugar más propicio que un callejón. Como a todos un ojo de buey me basta para ver el mundo. He cometido algunos asesinatos pero jamás me han culpado de nada que no sea mi inocencia. Soy tan joven que tengo todavía toda la muerte por delante. Siempre que olvido mi dirección tomo un taxi. Porciones de cielo sucio que enturbian los cristales. Sufro de un sentimental vértigo a las norias y los abrazos. Me entusiasman las dársenas y los desiertos. Estudié literatura y soy analfabeto. Envidio la memoria del agua y las mujeres. Cuando la lanza de la tristeza se hunde en el costado nunca falta el perro que viene a lamerme los huesos. Pero esto sólo sucede los días pares, más propensos, como todo el mundo sabe, a la melancolía. Quedo libre los impares. Ya no trepo a los árboles, no como fruta verde, no ando descalzo. Me cepillo los dientes. Soy como tú, como vosotros, aquí sentado en esta mesa de bar con café algo turbio, como el amanecer. 

 

línea textos Juan Carlos Fuentes TorresInsomnio

Por no saber escribir poemas
o por saber y no haberlos escrito nunca.
Por amar, por sobre todo, los libros, las palabras
que a solas pronuncias para inventar una salvación.
Por haber alcanzado la edad
en que ya no te ampara ninguna metáfora
y el frío es solo frío y la noche solo noche.
Por haber descubierto demasiado tarde,
demasiado lejos, que todo está en ti y tú estás vacío.

 

 línea gris poemas

Alquileres

 

Y quién que así te viera,
a solas por las calles de esta ciudad,
dijera que te acompañan, tan sin remedio:
las habitaciones en penumbra,
el invierno de los patios,
las deshechas camas en que otros nacieron,
enviudaron o murieron,
los angostos pasillos,
las ventanas envejecidas de mirar siempre
el mismo rostro enfurecido…

Quién que así te viera,
tan dueño de tus alquileres (locatio conductio),
tan arrendatario de diversa fortuna
pesar sobre la esclerosis de la escalera
con tu ropa salpicada de costumbre,
quién dijera que son sus casas tu equipaje.
Pues en todas viviste y moriste,
amaste o te amaron y
en ninguna llamó nadie a la puerta
sino la vida, arrendataria sin escrúpulos,
para cobrarte el mes vencido.

 

margencero-img
Nadie, nunca, nada


Nada. No serás nunca nada.
Ni tan siquiera esto que eres:
Hombre apenas y
A duras penas hombre.
Y no serás nadie, este o aquel
Que a tanto llegó en su vida
Habiendo sido como tú,
Como tú, un don nadie,
Mucho menos que nada.

 

Alquimia adorno gris poema Alquimia


Acababa de volver de Broceliande donde, en verdad, nada digno hallé. Nunca un bosque me sirvió de coartada. La última noche contemplé con algo de sueño en los ojos el sacrificio de los cuatro elementos. En el centro del círculo, bajo la luz del solsticio, acepté treinta monedas de plata y vendí esta ciudad.

 

 línea gris pequeña poesía Bolero
Bolero a fondo perdido

 

 Confisco todas tus lágrimas.

Las guardo en un lugar seguro,

Por ejemplo, en mi bolsillo.

También guardo varios mecheros

Que olvidas tranquilamente,

Por si algún día me pides fuego.

Vigilo de cerca tu risa

De libertad condicional.

He encarcelado una a una

Todas tus prisiones.

Si acaso no me quieres

Yo sólo cumplo con mi deber.

Separación poema Me defiendo

 

Me defiendo con besos de la ruina del mundo

Me defiendo con besos de la ruina del mundo. Lo que hiere no siempre salva. La luz penetra en la oscuridad, la aleja. La luz no es eterna, sobre todo si la contengo en mis manos. Mis manos mortales otorgan un cuerpo mortal a la luz. Con mis manos mortales me defiendo de la soledad. La soledad que se vuelve eterna sólo si yo la toco.

 

separador poemas Juan Carlos Fuentes Torres

Acerca de Mineral de insomnio y su autor: Los poemas (en prosa y verso) que componen el poemario Mineral de insomnio fueron escritos por Juan Carlos Fuentes Torres, profesor de enseñanza secundaria en la especialidad de Lengua y Literatura Castellanas, a lo largo de su peregrinaje por pueblos y ciudades de esta y otras comunidades autónomas. Actualmente ejerce esta actividad en el IES Pedro Espinosa de Antequera donde vive con cierta tranquilidad…

email Su correo electrónico es juancarlos32[at]hotmail [dot] com

Juan Carlos Fuentes Torres

El poemario permanece inédito y en ello no poca culpa tiene su autor. Lector antes que escritor, su propia exigencia de calidad le ha hecho desistir siempre de darlo a conocer, más allá de publicaciones ocasionales de algunos poemas en revistas andaluzas (Alhucemas, Granada). ¿Qué le ha hecho cambiar de opinión ahora? Decía Oliverio Girondo que en el acto de publicar siempre hay un exceso de vanidad. Tal vez. Al autor se le ocurre, también, que hay en este acto de un autor desconocido el deseo de saber de los demás; una como curiosidad enfermiza, juntada con los años, de saber si, acaso, alguno de estos poemas agrada al lector curioso. Todos fueron escritos en habitaciones de pensiones, pisos de alquiler, hoteles de carretera cercanos a pueblos perdidos en la geografía de su memoria. Constituyen, pues, en cierto modo, una biografía (de ahí que el primero de ellos lleve ese título) sentimental del propio autor. Otros nacieron con la única vocación de cauterizar un dolor o borrar la distancia que lo alejaba cada vez más de todo lo familiar. En el principio siempre hubo un niño subido a un árbol. Estos poemas no son sino un intento, conscientemente vano, de recuperar esa eternidad imposible.

 El orden de los poemas no se corresponde con el original del poemario.

 Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

Mar de poesías Juan Carlos Fuentes Torres

Más poemas en Margen Cero

Revista Almiar · n.º 77 · noviembre-diciembre de 2014 · MARGEN CERO™

 

Siguiente publicación
Como tú veas, amor: no me tomes, pues, demasiado en…