poemas por
Pilar Gorricho del Castillo

 

A menudo imagino
que vivo en una casa
en las abruptas faldas de una montaña.
De abetos repleta,
que al abrir las ventanas
lavan mis marchitos pulmones
con su savia.
Y nieva en invierno, y en primavera
las amapolas me sueñan
rojas como esta sangre infecta.
La pradera al fondo,
en una misericordia del infinito
con sus lunares de margaritas.
Dentro el calor,
todo este calor naciente de estas manos
que no saben dónde gestar
esa familia que siempre quise.
Quise muchos hijos
para poner con ellos un abeto en navidad,
lleno de bolas y espumillones y muchas luces,
miles de luces alumbrando este cansancio.
La chimenea al fondo como una canción
crepitando cuentos con finales felices.
Esos hijos míos,
no morían en este sueño.
Se hacían juncos abiertos al sol,
que nada ni nadie quebraba.
Los hijos de mis hijos venían a verme
y con sus lenguas recién estrenadas
me llamaban abuela.
Yo les preparaba galletas en el horno.
Y juntos veíamos caer la nieve
atascando nuestra puerta, esa puerta
abierta siempre al regocijo.
Cada uno vive como puede.
Yo
me cambio de traje para otro baile
cuando el maldito griterío de mis guerras
coloniza mi mente.
Necesito que siga la danza
y siempre la misma balada de Sinatra.
A mi manera.
Entonces lloro y sé que existo.

 

poema Escenario del crimenEscenario del crimen

 

Para qué escribo
si de ego rebosan mis principios,
si de gloria no fermentan mis finales.
Cuánta avaricia en mis versos
y cómo me miento.
Me digo:
Tú escribes para no morir,
pero no hago féretros silenciosos
entre estas machacadas estrofas
y la jauría que los alimenta.
Mil cancelas deberían guarecer
tanta intimidad,
pero saco mis trapos al sol
y aireo la podredumbre
de estos amaneceres de hielo y consecuencias.
Para qué escribo:
para que compadezcan,
para que me amen
para ser como todos,
lenguas donde la palabra poeta
cobra un inhóspito matiz de leyendas
de mansedumbre y constelaciones.
Es bello que te llamen poeta,
y piensen que tienes el reloj del mundo.
Poeta,
creer que un verso es el agua
que saciará el dominio de aquello
que ajeno nos fue concedido.
Acuchillar la rutina
con una navaja de belleza
y regresar y regresar siempre
al escenario del crimen
como malos asesinos.

 

separador poema Tan jóvenes

Tan jóvenes               

 

Qué extraño modo
de ir sucumbiendo a las edades.
A los veinte el cansancio
era un amigo invisible
que siempre regalaba a otros.
Con nuestras chupas de cuero,
ese temblor helado que se quitaba
recorriendo las aceras con paso firme
como de quien va a alguna parte.
Qué extraño modo de sacralizar
cada instante en lo lumínico
de ser unos Dorian Grey
eternos como Janis, intrépidos
como Jim Morrison.
Capaces e insurrectos, como los Stones.
Sutil mezcla que hacia de nosotros
invencibles conjuros de semáforos
y luces.
Nada nos sentaba mal,
ni la tortilla de patatas
dura, como nuestra madre,
ni esas mayonesas con solera amarillenta.
Dormíamos como si al no necesitarlo
nos fuese más concedido.
Éramos los últimos de la fila
llamados a las filas de la insurrección,
complacidos en serlo, enérgicos.
Rocas de asfalto que no esperaban ningún río.
Qué extraño vivir sin dudar
de este engranaje de huesos y pieles.
Saber que el cuerpo siempre nos respondía.
Como un niño perverso, respondía.
Justamente porque no le preguntábamos
nada.

 

_____  Autoayuda

 

Las frases de autoayuda
con sus rosas, sus diáfanas aguas
hablándonos de amor,
de perdón, de entrega, de benevolencia,
de zen, de egos y meditaciones,
no son la vida real.
En la vida real
los favores son vilipendiados
y la filantropía es bien escasa
pateada por la usura.
En la vida real hay montones
de filas:
la del paro, las del supermercado,
las del ambulatorio, las del pan nuestro
de cada día
donde todo el mundo intenta pasar
antes que tú. Donde si eres cortés
eres un pusilánime
y si no lo eres también.
Donde si sigues tus principios
no llegas a ningún final
Krishnamurti diria:
«No vemos las cosas como son,
sino como somos»,
y te sientes un poco más ridículo si cabe,
pensando que todo ese desatino
lo provoca tu estulticia.
Ningún credo nos salva en la vida real
de tropezar una y otra vez
con peces globos dispuestos
a tragarnos en estos mares de asfalto
nebulosos a la compasión,
que nos estafan, nos malgastan,
nos pegan puñaladas traperas,
y abofetean ambas caras.
Ninguna frase ayuda cuando
te encuentras frente a frente
con los caraduras que aprendieron
mucho antes que tú
el código indestructible del «todo vale».
Te quedas mirando al cielo
esperando esa señal que diga.
«Bájate de las nubes
y gana algo,
lo que sea pero gana algo».

                                              separación poema Autoayuda

 

Expolio

 

Quién entrará cuando yo muera
a expoliar estas paredes.
Qué harán con mis retratos,
con el mueble de madera wengué,
con esa cama donde
tantas veces he soñado
que todo era un sueño.
Con el Buda pletórico
de horas extras.
Cuántos llantos vapuleando
el tiempo que nos estafaron
hasta hacernos visibles.
Qué harán con mi ropa,
con mis libros,
con mis poemas, con las flores
secas de mi hija, con los retratos
diseccionados a la urgencia de lo sepia,
con esta manía
persecutoria de definirnos
¿Darán de comer a mis gatos
o tras la yerba del recuerdo
se perderán inconmovibles
sus caricias?
Todas mis cosas.
Cuánto apego para tan poco vivir.
No tengo hijos a quien donar
ese pedazo de mí en la tierra
y perdurar, como una espiga
se aferra a la primavera
para seguir temblando.
Qué será de todo lo mio
en ese viaje sin retorno
donde nada se necesita.
Costó tanto tenerlas.
No somos todo eso; dicen.
No somos
todo ese sudor apestando a fiasco.
Quién será el último que apague la luz
de este batir de cobre.
A esa mano advierto:
¡cuidado que queman!
son trozos de sol que he ido
perdiendo mientras
mayo
me llamaba.

separador poema Música de marzo

          Música de marzo

 

Hay un pájaro
absorto en su discurso
en la cornisa de febrero.
Mi mesa es un obstáculo
de sólo un plato y una larga cadena de frío.
¡Venid a mí! azucenas de otro marzo.
La soledad es una amapola
en la vigilia de su sueño de sangre.
Ya sé del precio del lirio blanco
sobre el musgo demente del adiós.
Algún día gritaré
¡lo merecía!
Merecía la percusión
del goteo en vena que sacraliza lo rutinario.
No hay niebla cuando
una se ha hecho y deshecho tantas veces.
Cada marzo, contra todo
sigue brotando la caja torácica del mundo,
y yo,
yo me descubro sangre bienaventurada
entre las rosas furtivas.
Poder perdonarme y girar sobre mí misma
hasta mirar a la cara de algún dios
que en mi nombre, amase el barro compasivo.
Dentro del silencio, guardo la música.
No me la quedaré dentro,
lo juro,
he llegado hasta aquí
para bailar.

separador poemas My Way Pilar Gorricho

Por los siglos de los siglos, Sara

 

Hija, tú que sucumbiste al vértigo
de la entrega a quemarropa.
Tú que viviste en un marino alud
de caracolas y mariposas enfrentadas.
Y bordeaste la ciudad
esa ciudad donde cada acera
sigue esperando el aplauso de tus chanclas.
Escúchame.
Te fuiste
como un verano tras los amores nuevos.
Y contra todo, impacientes nacían los sauces.
Con lágrimas derrotadas te dije adiós,
pues nadie debería regresar a la tierra
sin haber usado todos los pronombres
que su piel de efímero regalo pronuncia.
Y contra todo, los cipreses reventaban el cielo.
Nadie tomarla antes de que el vientre
primero bese el gusano
para asegurase que esa tierra será leve.
Tú enseñaste tus heridas a la noche
audaz,
sola.
Yo aquí, destruí los signos de la luz.
Ahogue todos los estigmas del dolor
poniéndoles reseñas de enfermedades.
Vomitaba desdicha y despellejaba inmensidades
en los tiempos de las branquias.
Y contra todo, un sacro invierno inventé.
Pero ahora la sangre ha aflorado,
esa sangre que sólo existe cuando se derrama
y debo hacer de ti un corazón,
otro corazón que bombee
tanta sangre como me sobra.
Hija estoy contigo,
sé que existes,
te siento, y te cierro en mi pecho.
El dolor es, ahora, floración
de infinitos.
Te amo, y me amo.

 

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Pilar Gorricho del CastilloPilar Gorricho del Castillo, nació en Logroño (La Rioja), España, el día diez de marzo de 1961. Poeta clásica en sus composiciones ha editado tres poemarios y participado en diversas antologías clásicas y de verso libre. Los retazos de mi alma es su primer poemario en poesía clásica. Girasoles de asfalto auna el verso clásico con el libre. Y el vacío de los plenilunios todo en verso libre.
Escribe por satisfacción personal y según su propia frase: «No escribo poesía para vivir, la escribo para no morir».

📩 Contactar con la autora: noragc355 [at] hotmail [dot] com

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📌 (Ilustración poemas: Paolo Monti – Serie fotografica (Italia, 1978), [CC BY-SA 4.0 (http://creativecommons.org/ licenses/by-sa/4.0)], via Wikimedia Commons).

 

My way A mi manera

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Revista Almiar n.º 88 | septiembre-octubre de 2016 – 
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