artículo por
Marcos Solache de la Torre

L

o más importante en una poeta es lograr la expresión propia, única y auténtica de su alma; esa manifestación quedará sonoramente grabada sobre las cuestiones huecas que rodean nuestra compleja existencia.

Como monumento a ese imponente deseo, Sor Juana [1] creó, la que afirmó única obra elaborada a partir del gusto personal: Primero Sueño.

Ahora bien, dejando a un lado las precisiones intelectuales, la pregunta surge muy claramente: ¿Qué hace único a este poema?

Una pista a la respuesta podría ser que se anima a entrar en su propio abismo, puesto que es poesía, pone el pie por delante y se lanza sobre la única duda que valdría todas las vidas responder: ¿cuál es nuestra razón de existir?

Durante milenios, la potencia humana ha sido llevada hasta la última extensión de la razón y la imaginación, de la filosofía y el arte, de la ciencia y la música; ha actuado dentro de miles de torbellinos llamados artistas, y sin embargo la respuesta sigue sin estar firmemente afianzada, pues el reverso inmediato indica: ¿es que acaso esto debe tener respuesta?

Primero Sueño es un poema que representa la unicidad de una mujer que vivió aterrada sobre la ignorancia de esta respuesta: si no sabemos con certeza esto, ¿lo demás de qué puede servir?

Sin embargo, la problemática parece comenzar desde el planteamiento, pues no indica ser una cuestión pregunta-respuesta, sino más bien escenario-actores: ¿Cómo interactúan miles de millones de seres distintos, y a la vez unidos por un parecido fundamental llamado propósito?

Ante la incertidumbre, solamente hay dos posturas: la más razonable que nos dicta que no vale la pena un esfuerzo en imaginaciones, y la más humana, que nos distingue como especie en todo el planeta, pues a pesar de que el escenario parezca imposible, y nuestras aptitudes y cualidades inservibles, lo vamos a intentar, y de alguna hermosa manera, fracasaremos.

Dígase entonces que Primero Sueño es un poema que no alcanza su propósito principal, puesto que es un propósito elemental, no puede ser resuelto de manera compleja, ni mucho menos prolongada; por lo tanto debe asumirse que es un poema colocado en la segunda categoría, ya que nos impulsa a seguir apostando la vida por un escalón más hacia la cima.

Quizá por esta última razón, parece tan certera la figura del auriga altivo, un deseo por que el alma sea así de descarada, así de valiente, desafiando inclusive a la muerte con un margen nulo de sobrevivencia; pues cuando aceptamos realmente, desde lo más profundo, que moriremos, que somos elementos en crecimiento y decaimiento; quizá cuando realmente dimensionamos nuestra potencia e influencia a simple nada, cuando nos obliteramos casi por completo, quizá ahí, podemos ser tan descarados como Faetonte, y manejar el carruaje sin miedo, que es lo mismo que sin esperanza, pues de antemano se sabe que el objetivo directo será fracasado.

A pesar de todas las dudas, de las cientos de voces que retumbaron en una cabeza contraria, en Primero Sueño hay una apuesta clara que debe ser enmarcada como objeto y fin de este arriesgado y encubierto viaje intelectual, imaginado a través de un sueño que suena más a deseo que a otra acepción significativa, pues nuestro primer sueño siempre ha sido darle sentido a nuestra existencia.

Guardando la clase que amerita la certeza, la poeta prefiere no arriesgar ningún hecho, y más bien envolver y extender nuestro presente divino; esta es la máxima elevación que alcanza el poema, y no precisamente viene del viaje del alma, sino más bien está colocado en uno de los muchos paréntesis que incitan a redondear una obra, que más parece estar construida sin el derecho que faculta a todo autor de retroceder y reestructurar:

Por lo que debe escribirse que Primero Sueño es una receta de mole barroco: lleno de especias fuertes, ingredientes adorno, algunos revueltos, otros colocados en un momento de cocción anterior y luego repetidos; en fin, una serie de elementos que atraen a estudiar y atender de cerca los pasajes suaves, como la sección de los versos 617-703, que es de los sabores más sublimes en toda la composición.

Apelar a la fantasía, en ocasiones es apelar al fracaso, no hay que mirar tan lejos, sin antes mirar bien lo que tenemos, lo que somos, que es por ahora lo que creemos ser; no marcar con fuerza las categorías, sino abrir las posibilidades, de la más absurda, a la más formal; y de todo aquello, junto con nuestra grandiosa potencia, dar un paso a lo incierto, envolver el siguiente escenario de los conjuntos menos pensados, más soñados, menos alcanzables, más irracionales; y así, a partir de ahí, construir el mundo racional y entendible, del que todo el orbe pueda impulsarse.

Por lo tanto, y como bien lo escribe Sor Juana, el ser humano es quien cierra, abre, y vuelve a cerrar una bisagra que no tiene como elemento el triplicado, ni la unidad, sino el nosotros mismos multiplicado miles de millones de veces: nosotros, en nosotros mismos, con todas nuestras cualidades y avances, bajo un concepto independiente y solitario, nunca autosuficiente, engarzamos nuestra propia historia en las historias de los demás.

Somos lo único distinto entre los seres humanos que puede autodestruirnos.

Y es que no hay Dios, ni visión cosmológica total, hay un fundamento y una reflexión multiplicada que hasta el momento solamente aparece volatilizada en la poesía del mundo, hasta el día de hoy no ha existido coincidencia humana, ni un acondicionamiento ideal, para que condensen esos vapores mágicos con los cimientos sólidos y angulares del entendimiento humano.

La apuesta sigue en la mesa, sin desdeño a los sentidos ni sobajamiento por nuestras inevitables ineptitudes e incapacidades; la apuesta es por nosotros. No hay plano o dimensión que por ahora nos acepte diferentes, esto es lo que somos, y lo que podemos cambiar será por lo que estemos jugando.

Tal como se cocina un manchamanteles, sin remedio de sazón, sea la sal o la pimienta empleada, no habrá paso atrás en la cuadrilla de la carreta sin miedo, porque si habremos de desaparecer, será porque empleamos, sobre otro concepto, forma y fortuna, la estruendosa frase:

Avance hacia lo que verdaderamente somos.

 

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[1] Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, más conocida como sor Juana Inés de la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de noviembre de 1651 – México, 17 de abril de 1695).

 

artículo Sor Juana de la Cruz

Marcos Solache de la Torre (Mexicaltzingo, Estado de México, 29 de marzo 1989). Es Licenciado en Ingeniería Civil. ITESM Campus Monterrey. 2007-2011. Mención Honorífica. En el último semestre de sus estudios escribió un cuento titulado Rosa (que es el preámbulo completo de la novela con el mismo nombre, concluida en 2012 e inédita todavía); este cuento fue publicado en el espacio electrónico CICADP, constituyendo un gran paso para el autor, pues le impulsó a creer, como lo vio en el patio de Velarde, que en cualquier circunstancia, si esta es ideal, la vida se puede dar y el autor puede dar la poesía. Diversos cuentos y poemas de su autoría esperan el dictamen de varias editoriales…

📧 solache [at] gmail[.]com
👁‍🗨 Otros artículos del autor (en Almiar): Sobre «Blanco», poema de Octavio Paz | Los jardines interiores (Amado Nervo) | Un golpe de dados (Stéphane Mallarmé)

 

🖼️ Ilustración artículo: 013Sor Juana, By Mauricio García Vega [CC BY-SA 3.0], via Wikimedia Commons.

 

Primero Sueño (artículo)

Poemas en Margen Cero

Revista Almiarn.º 86 | mayo-junio de 2016MARGEN CERO™

 

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