relato por
TS Hidalgo

«La frontera está en La Azotea», es lo primero que me indicaron,  el  lunes  siguiente,  al tomar  tierra  en Johannesburgo —donde también finalmente logros, números felices, Diamond´s are a best girl friend— las autoridades del país sudafricano, «Téngalo en cuenta para cuando vuelva Vd. a su país». Señalaban al principal rascacielos de la ciudad, una imponente mole de acero y cristal de más de ciento cincuenta plantas en el centro neurálgico de la misma, propiedad de la burocracia nacional. En mis días allí, gentes, números, más números. Nuevo Viejo Continente: siempre el mismo mobiliario. Grandes apartamentos de mármol: se asemejan a un girasol. La poesía se hace en las sábanas. Y siempre ya en nostalgia por la Edad de Oro. Ese culo era el vértigo más hermoso que he conocido. He hecho un análisis de su cotización —si bien éste no está sujeto a garantía—. Más números. En un paseo inmediatamente posterior por el Downtown, he llegado a creer que el edificio de la Bolsa se revolvía hacia mí: falsa alarma. Vayamos al business: al día siguiente cerré al final trato en una -1 con una mujer y una mujer absolutamente ingenieras. Aquel sótano era maravilloso. Afuera, el aire, y la naturaleza, están para extinguirse, a escasa distancia de «precipitación» o «fatal», si bien algunos se obstinan en sostener que va a amanecer: el país se transparenta: tuve, también, tiempo de regatear por lo prescindible: una atmósfera de subdesarrollo colorista; ciudad de puertas pequeñas, escasas ventanas: Pidiendo, Eran pobres, Eran demasiados, También eran niños. A la vuelta, el rascacielos estaba defendido por la policía y el ejército, tanto a su entrada como en el interior, sobre todo en sus últimas plantas, las que daban acceso directo a La Azotea. En esta suerte de fortín, los cuerpos de seguridad de aquel estado defendían la cubierta del edificio al más puro estilo El Álamo. También lo hacía la burocracia local, eficaz cuello de botella. Elegantemente vestidos, llevaban el uniforme de los recaudadores de impuestos y se persignaban a intervalos regulares: era como si te abrazase la noche entera. En aquel país, el paisaje, todo lo que lo conformaba, ejercía a pesar de todo libremente a modo de paisaje, pero los seres humanos locales, por el contrario, contaban a modo de muro, infranqueable, antinatura —vivir es elegir, y elegir es acotar— con un guion elaborado desde toma cenital: alguna que otra botella humeante, tempestades envueltas en una armadura. Descomunal campaña mediática de Herederos de Emile Zola Inc. en la que, indirectamente, y en un porcentaje no muy distinto o incluso igual a un épsilon cualquiera, me acusaron de haber contribuido con mi/s compra/s a incitar al gobierno de la vecina Botswana a expulsar a los bosquimanos de sus propias tierras, para así poder explotar las cuevas de diamantes existentes en las mismas. También habrían de terminar asignándome un porcentaje de culpa, probablemente equiparable pero aún indeterminado, en lo que se refiere a la Guerra Civil de Sierra Leona. (Las acciones de HEZ Inc. subieron gracias a todo esto como la espuma; me adelanté a la jugada, lo que contribuyó a reforzar mi posición en el sector de los minerales: todo sea por adquirir músculo financiero). Mostré mi pasaporte en el arco de entrada del rascacielos, y, de nuevo, tras diversos tramos de ascenso, en los elevadores. Y, cómo no, en la rampa final al helipuerto. Veinticinco minutos después ya había cambiado de aeronave y estábamos en la pista de despegue del aeropuerto: enésima construcción alada versus un cielo teñido de color inmenso. Visitas, también, algún tiempo después, a unos clientes en Bélgica. Qué bonita es la bandera de Amberes.

 

ilustración párrafo Viaje de negocios

 

Tomás Sánchez Hidalgo43 años.
Economista y MBA por el Instituto de Empresa.
Máster en Escritura Creativa por el Hotel Kafka.
Finalista del certamen de microrrelato AIDA Books (2014).
Ganador del certamen de microrrelato Criaturas feroces, de Editorial Destino (2011).
Finalista del certamen de novela Seis editores en busca de autor, del Festival Eñe (2011).
Colaborador habitual de la revista de poesía Driade.


📩 Contactar con el autor: tsanchez3[at]hotmail [.] com

👉  Leer varios poemas de este autor (en Almiar): Construction Time Again

 📸 Ilustración relato: Fotografía por Willem van Deventer / Pixabay [CCO dominio público]

 

biblioteca relato Tomás Sánchez Hidalgo

Más relatos en Margen Cero


Revista Almiarn.º 88 / septiembre-octubre de 2016MARGEN CERO™

 

Siguiente publicación
Poemas por Tali Weiss: El pensamiento, Un pájaro herido, El…