portada libro Guillermo Ortiz

Cuando las cosas dejaron
de tener sentido

Entrevista a Guillermo Ortiz,
por Vega Pérez-Chirinos

—Cuando las cosas dejaron de tener sentido es un pionero en el género del blook (libros con formato de blog). ¿Qué tipo de acogida crees que puede tener este género?

—El camino está ahí y no soy el primero en cruzarlo. Es como uno de esos exámenes en los que estás esperando a que alguien lo entregue y salga del aula para hacer tú lo mismo. Pues todo el mundo está así, creo, viendo si los que vamos saliendo pronto aprobamos o no. Es imposible saber si funcionará inmediatamente, es decir, a corto plazo, pero que funcionará, eso seguro.

—¿Crees que se trata de una moda, o que tendrá solución de continuidad?

—El blog es una moda. Eso quiere decir que ya no es una tendencia, es decir, que está consolidado e irá decayendo. Se ha visto superado por los fotologs, por myspace, por facebook... Tener un blog ahora mismo es como no tener nada, como una licenciatura en un proceso de selección de una empresa.

Otra cosa son los blooks. Hollywood empezó a hacer películas sobre la generación grunge cuando el grunge ya no existía. Muy probablemente, las editoriales hagan ahora lo mismo. Por eso, los libros como el mío hablan de un tiempo que pasó hace ya dos años.

Guillermo Ortiz López—¿Hasta qué punto se puede considerar un género nuevo a la publicación de diarios?

—La publicación de diarios no tiene nada de nuevo. Lo que diferencia quizás a los blooks es el anonimato, y eso no es necesariamente ni bueno ni malo. Me refiero a que, antes, para publicar un «diario» tenías que ser alguien importante y conocido al menos en algún ámbito. Ahora, cualquiera puede publicar su diario en Internet y pasarlo de ahí al papel... bueno, eso no es tan complicado.

Pero en el resto de los géneros está pasando lo mismo. Es una sociedad de masas y las masas consumen y producen. Supongo que eso le quita poder a las élites y todo lo que eso conlleva: menos lobbies pero probablemente, también, menos calidad.

—Se puede decir que eres un apóstol del fenómeno blog: tienes tu blog personal, varios blogs específicos, y un blog periodístico. También has impartido clases sobre la materia («Creación de blogs mantenimiento y estilo») en Portaldelescritor. ¿Qué te aporta este soporte?

—Sí, «apóstol» es una buena palabra (muchas risas). Transmito «la buena nueva». Bueno, yo lo que aporto es entusiasmo. A los blogs y a muchas cosas en general. El entusiasmo se puede convertir en conocimiento, pero afronto todo este mundo con mucha humildad y respeto: hay gente que empezó antes, hay gente que tiene más recursos técnicos, hay gente que escribe mejor...

El blog es una ventana al mundo, una perspectiva. De repente, estás hablando con alguien de Lima. Es tremendamente enriquecedor. Al extremo, es una terapia de psicoanálisis, con sus propios juegos de engaño y muestra. Puedo escribir de lo que quiera y cuando quiera, me da una libertad tremenda. Y aunque nadie lo leyera, al menos eso ya habría quedado ahí fuera.

—¿Crees que es posible enseñar a escribir un blog?

—Sí, es posible. Siempre que no nos tomemos las cosas demasiado en serio, es decir, que no hagamos de la perspectiva de los demás nuestra propia perspectiva. Es posible ser profesor de bloggers igual que es posible ser psicólogo. No es cuestión de decirle a la gente lo que debe hacer sino sugerir. Muchas veces, el alumno quiere contar algo pero no sabe cómo o sabe cómo pero no lo ajusta al formato.

El profesor tiene que estar ahí para asesorar, para proponer, para abrir nuevos caminos. En mi caso, soy profesor también de redacción y estilo, así que mis consejos y correcciones implican todo: ¿qué quieres contar?, ¿cómo quieres contarlo?, ¿estás siendo suficientemente claro?

Tampoco podemos pensar que todo el mundo tiene un conocimiento avanzado de Internet. Hay gente que no lo tiene y entonces el aprendizaje hay que llevarlo a las catacumbas. Sí, se puede enseñar y se puede aprender, en definitiva.

—¿Cuáles son las reglas de oro de un buen blogger?

Creo que no hay que aburrir, y creo que hay que tener cierto instinto para contar las cosas de manera distinta. Sobre todo, no aburrir, sí, eso es lo principal. Y no caer en la autocompasión. Odio los blogs auto-compasivos. Puedo tolerar que alguien se dé una importancia exagerada siempre que lo haga con orgullo y talento, pero el típico blog que consiste en «qué buen tipo soy en el fondo y qué mal me trata la vida» me desespera.

Eso no quiere decir que yo mismo no haya caído en ese error en algún post, claro.

entrevista Guillermo Ortiz

—Tienes un blog, bretguille.blogspot.com, que poco puede identificarse con este, dado que frente al carácter personal y hasta cierto punto intimista de este libro, el blog procura centrarse en la actualidad. ¿Te sientes más cómodo con el blog periodístico o con el personal?

—Te hablo de mi caso, no pretendo generalizar: tengo un blog, llamémosle periodístico, que va de fuera adentro, es decir, uno mira el mundo y lo hace suyo, le da una interpretación y una perspectiva. También tengo un blog secreto, personal, del estilo del libro, que va de dentro afuera, es decir, pretende objetivar sensaciones, recuerdos, momentos especiales, rabia, entusiasmo...

Yo necesito las dos cosas y las suelo necesitar en momentos distintos. A veces, el mundo de fuera me fascina tanto que necesito hacerlo mío y analizarlo. El blog periodístico tiene la ventaja, además, de que la gente puede comentar y enriquecer lo que tú dices, dar su propio punto de vista. Se supone que habláis de algo que os llama la atención a ambos.

En el personal, sueltas mucha mierda. Hay que decirlo así. Muchas veces es necesario ser muy críptico, dar muchos rodeos... para no herir a la gente que lo pueda leer. Hay mucho de autocensura y autocontención, pero aún así merece la pena. Evidentemente, es una experiencia mucho más solipsista.

—¿Cuáles son las ventajas principales de tener un blog de este tipo cuando ya te has dedicado al periodismo digital de opinión?

Son mundos completamente distintos. Para mí, son distintos. Para grandes periodistas, quizás no. Un gran periodista puede tener un blog y que ese blog lo lean decenas de miles de personas. Yo no llego a eso. Tengo unos 7.000 lectores al mes. En el periódico digital en el que trabajaba antes, esos eran los lectores que tenía un solo artículo en un día concreto, así que obviamente llegas a mucha menos gente.

Ahora bien, y ya voy con las ventajas: no tienes jefe. No tienes línea editorial, sobre todo. La línea editorial es un invento perverso. Para el lector también es una gran ventaja: sabe que lo que estoy escribiendo parte de una argumentación racional y no de un mero intento de propaganda.

Desgraciadamente, la mayoría de los periódicos digitales tienen un 20% de opinión y un 80% de espectáculo propagandístico.

—¿Crees que el número de lectores de un blog o los comentarios que de él se hacen pueden favorecer que una editorial apueste por trasladarlo a imprenta, o son públicos diferentes y poco puede anticiparse?

—El mundo de la edición es un negocio. En los negocios poca gente arriesga, en general. Supongo que es una cuestión de curiosidad. Si yo fuera editor y me llegara una oferta para publicar un blog, desde luego, me interesaría más cuantas más visitas tuviera. Triste, pero real.

—¿Has leído alguno de los anteriores blooks publicados en castellano (Diario de J.L, Más respeto que soy tu madre, Mi vida perra)?

—Debería. No siempre hago lo que debo, sin embargo. Basta con leer el libro para descubrirlo.

autorretrato en espejo

—Arcadi Espada, además de prologar el libro, aparece permanentemente en tus escritos como un referente. ¿Qué puedes decir de la influencia que ha tenido sobre ti?

—Arcadi no es el tipo más inteligente del mundo... pero no conozco al tipo más inteligente del mundo, así que me lo imagino como Arcadi. No tengo ni idea de por qué fue tan fácil conseguir sus textos como prólogo. Supongo que lo que leyó le gustó y eso es un honor.

Es una gran influencia y una pésima influencia a partes iguales. Cuando yo pienso sobre un tema me quedo en la superficie y luego le leo a él y veo que está ya con el casco puesto y abriendo vías. Es muy desesperante. Admiro su intuición, los demás miran la luna y él se queda atento al dedo, a ver qué está haciendo. Es un reto constante, intentar estar a su altura.

Por otro lado, es un reto imposible y a veces hace que las opiniones propias se conviertan en algo así como un link a su página. Tanta inteligencia ajena fomenta la pereza.

—Los detractores del blook dicen que el formato impreso le quita algunas de sus fortalezas: los enlaces, los comentarios, poder buscar rápidamente por etiquetas... y hacen que la información quede obsoleta, a diferencia del formato periódico de la versión digital. ¿Qué piensas en este sentido?

—El otro día, un amigo que leía el libro me llamó entusiasmado: «Lo bueno que tiene este libro es que no es como un blog, no tienes que esperar al día siguiente para ver cómo continúan las cosas». Bien, hay formas de verlo. El blog puede tener más contenido y el blook más encanto. Además, ya comento en el libro que a veces un blog debería poder contar lo que va a pasar el día siguiente. En el blook, el día siguiente está a la vuelta de la página.

—En Cuando las cosas dejaron de tener sentido, preparas la presentación de Pequeños Objetivos, tu libro de relatos. ¿Tienes previsto seguir en esta línea o vas a seguir con los blooks?

—Pequeños objetivos es un libro fantasma a lo largo del blook, pero quiero dejar claro que es un libro que existe. Lo que pasa es que no salió a la venta. Tengo mucho material de blog pendiente y muy interesante. A mí no me importaría repetir experiencia, pero eso depende del número de lectores y editoriales interesadas.

Lo que sí tengo claro es que seguiré escribiendo relatos en cualquier caso y publicándolos. El siguiente, de hecho, va a ser una maravilla.

—¿Qué diferencia escribir un blog de escribir una novela, o un conjunto de relatos?

—Creo que la escritura es un reflejo de la estructura cerebral y de pensamiento. Yo pienso de manera fragmentada, a veces en forma de historias muy concretas y muy instantáneas, otras en forma de flashes. Cuando son ficción, escribo relatos. Cuando son reales, las literaturizo en un blog. Nunca hay que olvidar que un blog tiene algo de literatura, algo de falso, de esperanza, de expectativa. Un blog sin eso es una lista de la compra.

Sin embargo, me veo incapaz mentalmente de estructurar una novela. Sencillamente, incapaz. No es una cuestión de extensión, en definitiva.

—En Cuando las cosas dejaron de tener sentido, te haces varias autoentrevistas. ¿Querrías preguntarte algo?

—No son exactamente autoentrevistas, aunque es cierto que a la primera se la llama así, son más bien diálogos con uno mismo. Es un recurso habitual en la literatura y más aún en los blogs. Supongo que la pregunta que más me hago en estos momentos, releyendo el libro, viendo la cantidad de nombres propios que salen, conocidos y desconocidos, y la posibilidad de herir sensibilidades de manera absurda es: «¿Por qué te metes en estos líos?». Pero no tengo respuesta. Uno escribe porque no tiene respuestas. Si las tuviera, se las guardaría.


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entrevista Guillermo Ortiz Luces reflejadas

Cuando las cosas
dejaron de
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Reseña por Vega Pérez-Chirinos


Mucho se ha dicho de la noche madrileña, y mucho más en primera persona. Pero muy poco con esa actitud distante y al mismo tiempo exaltada que puebla las páginas de Cuando las cosas dejaron de tener sentido. A Guillermo Ortiz se le mezclan dentro la atonía, la euforia y la filosofía, construyendo un relato dialéctico de lo que podría ser una vida normal de cualquier persona en la adolescencia y aun así cayendo en la crisis de los treinta.

Pero el narrador quiere ser lo que sea, salvo «cualquier persona», de forma que procura rodearse de personajes, reales e inventados, acercándose a ellos sutil pero seguro, «como un francotirador». Entrevistas a sus ídolos musicales, literarios, cinematográficos. Y, con la misma importancia, ratos pasados con personas anónimas que se cuelan en su relato y, en ocasiones, lo monopolizan. Y el querer descubrir lo que hay bajo la apariencia, bajo el status quo reconocido por todos los que al tiempo lo niegan. Indagar bajo los personajes para llegar a las personas.

Incluso sobre él mismo. Alcohol, ansiolíticos, autoentrevistas: la búsqueda permanente de uno mismo en una ciudad que parece al mismo tiempo querer a las personas y fagocitarlas.

El propio formato es una revisión de un género: se trata de un blook (neologismo derivado de blog y book): un formato pensado para Internet que acaba por desplazarse al medio escrito, que es como un diario pero plagado de referencias, de hipervínculos, de metatexto, que invita al lector a indagar sobre el universo simbólico del autor, que es también el de todos. La Cabra Mecánica, Nacho Vegas, Sonic Youth, y otros tantos artistas como música de fondo de la aventura silenciosa de un autor profundamente personal que se empeña en no involucrarse bajo ningún concepto, a veces con más éxito que otras.


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Cuando las cosas dejaron de tener sentido, se presentará en Madrid (22-11-07 - 20:30 horas / Fundación Cultura y Progreso - c/. Maldonado 53) y Barcelona (28-11-07 - 20:15 horas / Librería Excellence - Rambla de Catalunya, 25), pudiendo adquirirse en librerías a partir del día 12 del ya citado mes. El libro está editado por la Editorial Grupobuho.

Las fotografías de esta página pertenecen al mencionado libro y han sido realizadas por Beatriz Belda, Carmen Simón, FD Simón y Vega Pérez-Chirinos ©

🔗 Página web de Guillermo Ortiz: http://www.guilleortiz.com/


• Artículo publicado en el n.º 32 de la Revista Almiar (febrero-marzo 2007). Reeditado en marzo de 2019.

(😞 Qué lástima: esta reedición no refleja el diseño original, realizado cuando los móviles no tenían Internet...).



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