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Marel Sosa La poesía


La poesía pasa de la nada a lo existente y su designio es la unidad de lo existente con la nada. Pasa junto a las ruinas del sol, sola en el momento de crearse y sin nombre, sin número, ajena al cálculo, la sumisión, la suma. Su duración es alta como el anillo de agua en el viaje de la piedra. Desaparece sin temor a la muerte y nos arrastra entre la realidad y la apariencia, no acata libertades que la servidumbre ensucia: se opone al mal, así ama. Llena la boca del sediento y es clandestina como la creación: va juntando los pedazos del mundo para ofrecerlo en su silencio. Y en ese silencio expectante..., yo lo grito, en algo que escribí hace un tiempo ha.


¿Debe un poeta
revelar a veces ciertas pistas
para interpretar su canto, dispuestas
como aquel reguero de migajas
que, de seguirlo puntualmente, nos hace
desembocar
en un ave?

¿No vulnera la «astucia literaria»
(ese puntuar con hábil pluma
la espontánea corriente de vivencias)
descubrir nuestro intento?

Se escurre entre mis dedos un quizás.
Pero qué me impide decir a mis lectores:
no se dejen llevar por las apariencias,
por lo que parecen balbucir,
loquitas,
las palabras.

Pónganse a escudriñar la escritura,
a escarbar las frases
hasta hallar sus raíces
en las circunvoluciones de una cierta neuralgia.
Hay que romper la envoltura para identificar el sabor de la esencia.
Miren: si excavan en mis versos,
sin pararse en los estratos inmediatos
sin quedarse al ras de las ilusiones,
sino yendo al fondo, hallarán los huesos
calcinados y carcomidos,
enlamados y polvorientos, de un recóndito tú.

Con un cepillo límpienlos,
quítenles el polvo,
sacúdanles la apariencia,
y después relean mis estrofas

No se imaginan la satisfacción que se siente
el haber enseñado a los lectores a soltar
de sus ojos, como dos lagrimones,
su miopía.






Poesía Nahuatl

Así hablaban Ayocuan y Cuetzpal,
que ciertamente conocen al Dador de la vida...
Allí oigo su palabra, ciertamente de el,
al Dador de la vida responde el pájaro de cascabel.
Anda cantando, ofrece flores, ofrece flores.
Como esmeraldas y plumas de quetzal,
están lloviendo sus palabras.
¿Allá se satisface tal vez el Dador de la vida?
¿Es esto lo único verdadero sobre la tierra?


Autor desconocido


MAREL SOSA, escritora mexicana, tiene
en la red la siguiente página web:

www.marelsosa.com

(EL RINCÓN DE MAREL SOSA)



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