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Identidades con
entidad


De la manera en que se respeten las raíces y las identidades propias de los pueblos, depositarios de una manera de ser y de vivir, dependerá la convivencia futura en el mundo. Jamás crecerá la armonía en las tierras asaltadas, sorteadas, invadidas por los fuegos del poder. Las ideas no se persiguen, tampoco se podan. Hay que dejarlas correr como el aire y que sea la vida quien las avive o las apague. Los trágicos momentos actuales que vivimos en todo el planetario, unos desde la abundancia y otros desde la escasez, deben hacernos recapacitar, y en vez de citarnos con la fuerza del odio, convendría desarrollar una cultura de diálogo entre las distintas y dispares civilizaciones, compartiendo lo bueno de todas ellas.

A veces, la falta de una verdadera voluntad política de las grandes potencias mundiales por resolver los problemas sociales, ocasiona rabias contenidas y dientes apretados. Se necesita pensar globalmente, sobre todo a golpe de corazón. Actuar con prudencia (la madre de toda ciencia viva) y escuchar. Que los pueblos se pueblen de libertad. La respuesta a tantos desajustes está en el verso, en el del amor de amar amor. Eso no cambia. Los labios incandescentes de la ternura siempre fraternizan, son saludables y generan felicidad. Ahora bien, en vista de lo visto, de las violentas atmósferas, necesitamos educadores que nos instruyan en el afecto, para encontrar las correspondencias entre todos los elementos del universo, de modo que uno pueda modular la tonalidad de su vida y estar en armonía absoluta con los demás y con cuanto lo rodea. Hemos de poner en orden los diversos tonos con los timbres de voz, y que la voz sea oída sin hogueras. La cátedra de la historia es una acertada brújula.

Sin embargo, olvidamos las raíces. Lo pasado es pesado. Y eso no es bueno. Profundizar en nuestros progenitores, siempre nos ayudará a reencontrarnos en nosotros mismos. Una noticia reciente refrenda lo que digo. El Museo Picasso, de Málaga, «es una historia de amor», afirman los herederos. Es cierto. Son testimonios del tiempo y para el tiempo, que nos hacen pensar. A pesar de sus lecciones, vivimos tiempos de ruptura.

Pintura Identidades

De pronto, la sabiduría de las viejas glorias, nada nos dice. Lo antiguo no vale la pena. Y así, con esta menestra de despropósitos, no es posible universalizarse, sin distinción de raza, credo o color; ni tampoco promover el estudio comparativo de la religión, la filosofía y la ciencia; y menos investigar las leyes desconocidas de la naturaleza y los poderes latentes del ser humano de todos los mundos y entornos. Bajo estos egoísmos se producen fanatismos irracionales y salvajadas que nos torturan y atormentan. Así no es viable, unirse en comunión, ni unificarse en comunidad, ni sustanciar la convivencia de los unos con (y no contra) los otros.

Habría que fusionar humanidades y espacios, en plan sincero, sin tantos planes individualistas y politicastros, que nos dividen, para comprendernos mejor. Que nadie quede fuera de la vida. La racionalidad tiene la ventaja de la generosa generalidad universalista, del diálogo verdadero. Es sumamente importante comprobar las credenciales de las personas, grupos e instituciones que pretenden ofrecer orientación e información sobre los nuevos tiempos venideros. No nos den gato por liebre. Convendría activar campañas de promoción del respeto a la diversidad y diferencia. El cuidado ecológico del ser humano como del medio ambiente, es una señal que nos dona sosiego. Tal vez la medida más sencilla, la más obvia y coherente que hemos de tomar, sea la de entusiasmarse con los anales de nuestra genealogía. Las grandes historias son depositarias de ricas tradiciones de meditación y espiritualidad, que pueden ayudarnos a tomar la orientación debida frente a un caos que nos enemista. La receta de Amado Nervo, tomada en silencio y soledad, nos ayuda a habitar más en el ser para los demás: «Si vivir sólo es soñar/ hagamos el bien soñando./ Sueña que vives amando,/ que es tu solo fin amar/ y sueña que, sin cesar,/ vas los bienes derramando».

Sin duda, del respeto a lo que fuimos y a lo que somos, depende el maridaje. Toda vida, —toda existencia— es la manifestación de un latido que hemos de atender y entender. Desde luego, somos conjuntamente responsables del estado de nuestro propio yo, de nuestro entorno y de toda vida. Enraizados en nuestra propia cultura, pero siempre abiertos a otros cultivos, como buscadores de nuevos horizontes pacificadores, hemos de caminar bajo las señales del fervor a los Derechos Humanos. Nos conviene a todos los pobladores del planetario. El establecimiento de un gobierno mundial será como esa vid que, racimo a racimo, sacia la sed de justicia del justo ajusticiado, del humilde explotado, del sincero amortajado, del niño adulterado. Por tantos nardos enlutados, yo te nombro, ¡armonía!


ALGO MÁS QUE PALABRAS

por

Víctor Corcoba Herrero

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Víctor Corcoba Herrero

Víctor Corcoba es un escritor que vive en Granada; licenciado en Derecho y Diplomado en Profesorado de E.G.B, tiene varios libros publicados.

🎨 Ilustración: ADDA NARI Y LA TRINIDAD (Acuarela de Manuel Lozano - 2002 ©).



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