Maneras de vivir

por Carlos Díaz



Maneras de vivir el fútbol en el cine con
Fernando Colomo

Fernando Colomo nace en Madrid en 1946. Es titulado por la Escuela de Arquitectura de Madrid y por la Escuela Oficial de Cine (especialidad decoración).

Debuta en 1977 con Tigres de papel, toda una revelación en el cine español del momento. Un año después dirige ¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?

En los años ‘80 rueda La vida alegre, por la que Verónica Forqué recibió el Goya a la mejor actriz, o Bajarse al moro, con Antonio Banderas.

En los ‘90 dirige Rosa Rosae; Alegre ma non troppo, con Penélope Cruz; El efecto mariposa, con Coque Malla; Cuarteto de La Habana, con Javier Cámara y Los años bárbaros

En televisión, entre otras muchas cosas, hizo una comedia emblemática para Televisión Española: Chicas de hoy en día.

Pero lleguemos al presente, a su último largometraje: Rivales.

—Fernando, después de tantas películas ¿qué te decide a embarcarte en un nuevo proyecto?

—Viene de una idea del productor catalán Luis de Val, que me propone hacer una película sobre la rivalidad Madrid-Barcelona.

—Los guionistas son Joaquín Oristrell (de Barcelona) e Inés París (de Madrid). ¿Se nota en la manera de escribir el guión un humor diferente?

—Se nota, pero espero que no se note. El primer planteamiento es de Joaquín, e Inés se adapta a ello, e incluso el estilo está marcado por Oristrell.

—Paralelamente a tu trayectoria como director, como productor has apoyado a nuevos realizadores como Fernando Trueba, Mariano Barroso, Icíar Bollaín, Alfonso Albacete, David Menkes, Inés París, Daniela Fejerman… entre muchos otros. ¿De qué te sientes más orgulloso de todo tu trabajo en esta profesión?

—Es una pregunta que no me había planteado. Pues precisamente de esto, de haber puesto en marcha producciones que no sólo eran mis películas sino de gente nueva. Además, tienen una ilusión brutal y muchas veces ese es el viento que empuja las velas.

—Nada más empezar a ver una película de Fernando Colomo uno tiene la sensación de buscarte, al estilo de dónde está Wally, ¿dónde está Colomo? Me imagino que a estas alturas de la película ya lo haces por costumbre pero ¿por qué lo hiciste la primera vez?

—La primera vez fue en el 77, rodé el último día. Prácticamente no había figuración y alguien comentó que tendría que pasar alguien por detrás porque se veía muy soso, y dije «esta es mi oportunidad». Me acordé que Truffaut ya lo había hecho en Los 400 golpes que era su primera película, y además lo hacía inspirado en Hitchcock. A partir de ahí se ha convertido en una superstición. Hay en alguna que no he salido, como en Al sur de Granada porque era de época y era más complicado, y por otro lado está bien para romper la superstición.

—Por superstición ¿al no aparecer en dicha película llegaste a pensar el día del estreno que no funcionaría tan bien como las otras?

—Sí, dentro de las muchas cosas que se me pasan por la cabeza, esa es una de ellas. La verdad es que cada vez intento que se me vea menos, aunque en esta se me ve bastante.

—¿Por qué un largometraje cuya temática es el fútbol lo has rodado con estructura de road movie?

—Porque la temática del fútbol es casi un pretexto para hablar de una serie de personajes. Los viajes son siempre reveladores, descubres cosas de ti mismo y sobretodo de los demás. 

—En este viaje que hacemos por la vida ¿has descubierto algo de ti que no te imaginabas y que no te ha gustado? 

—Continuamente descubro cosas. A veces el poco aguante que tengo, el estar irritable dependiendo de las situaciones, como cuando salen cosas imprevistas, pero que por otro lado es lo bueno de los viajes. Un viaje totalmente previsible es muy aburrido, como una película totalmente previsible. 

—¿Y en este viaje hay algo que te haya sorprendido para bien? 

—Sobretodo descubres otra gente con la pensabas que no te ibas a llevar bien y sí congenias. Y de uno mismo, vas dándote cuenta que vas aprendiendo. Este viaje por la vida es una enseñanza continua. Hay que aprender todo el rato. O por lo menos en cine hay que estar siempre dispuesto a empezar. 

—¿Qué es lo último que has aprendido Fernando? 

—Que hay que aceptar las cosas como son, que no hay que pensar lo que podía haber sido. 

—¡Menuda lección que has aprendido! 

—Bueno, pero no sé si la he aprendido del todo. Si no lo aprendes en cualquier momento te lo vuelven a demostrar. 

—En Rivales hay varios personajes que se llaman como el nombre real del actor, como el caso de María Pujalte que su personaje se llama María, o el de Jorge Sanz y Rosa María Sardá. ¿Es simplemente casualidad?

—Es algo más que casualidad. Cuando Joaquín e Inés escribían el guión ya pensábamos en los actores. Entonces hay actores que han podido hacer el largometraje y otros no. Y los que han podido se han quedado con su nombre.

—Retratas una relación gay entre los entrenadores de los equipos rivales. Ahora está de moda sacar a empujones del armario a cantantes, actores… en cambio no ocurre lo mismo con los deportistas. ¿Por qué crees que respetan más a los deportistas?

—Es una idea que se le ocurrió a Joaquín Oristrell. Es curioso, aunque el mundo gay está muy presente en todo, creo que hay un tabú. Desgraciadamente de cara a la opinión pública el deporte sigue manteniendo ese lado machista: ¡por cojones! Pero es absurdo que después de haber roto tantas barreras, sigan existiendo barreras deportivas. Y como decía Juan Navarro (actor que interpreta a uno de los entrenadores), es verdad que en el mundo del deporte hay muchos abrazos y muchos tocamientos. Y que si hay un gay ahí, parece que todo se queda un poco en suspenso.

—También has metido goles en el terreno teatral realizando con el grupo «La Cubana» la película que se integraba en su espectáculo Cegada de amor, y dirigiste a Anabel Alonso en la obra de Darío Fo Un día cualquiera. ¿No te apetece hacer más teatro?

—Ahora mismo no. Creo que el teatro es más para los actores. El actor está en su salsa y disfrutando al cien por cien. Al no firmarlo, tienes que hacer un punto de vista general para todos los espectadores, y eso a mí se me hace un poco raro. Y luego, normalmente la obra no es tuya por lo que te deja un poco frustrado. Aunque a veces tengo el run-run de escribir una obra de teatro, pero supongo que sería mejor que la dirigiera otro.

—¿Por qué?

—Porque así te da otro punto de vista. El mundo del espectáculo es una obra colectiva. Siempre estaría ahí un poco mirando pero es una experiencia curiosa que otro dirija lo que escribo.

—El nieto del personaje que interpreta Rosa María Sardá busca la experiencia de la abuela y le pregunta: ¿cómo puedo dejar de ser imbécil? Y ella le contesta: Siendo mujer y mayor. Fernando: ¿cómo se puede dejar de ser imbécil?

—Pues no lo sé. La verdad es que estamos todo el rato haciendo el imbécil y a veces está bien hacerlo. Pero, como le pasa al chaval, crea una frustración tremenda.

—Fernando ¿tú también te sientes frustrado?

—Sí, muchas veces. Cuando no salen las cosas como tú crees que deberían salir. Pero la frustración hay que utilizarla creativamente. Son los grandes regalos que tienes para crear nuevas historias y personajes.


🔸 🔸 🔹


Carlos Díaz
Carlos Díaz. Fue finalista como mejor actor en el Premio Espectador de la Revista Teatre Bcn por el personaje de Sra. Lucia en la obra Una Noche de Ópera, de La Cubana y Premio Ondas por el programa «Tarde de Todos», en Onda Rambla. Ha trabajado en numerosas obras de teatro: Grupo de teatro La Cubana: Una Noche de Ópera (Dir. Jordi Milán); Las Tres Hermanas, de Anton Chejov (Dir. Jordi Oliver); Pigmalión, de Bernard Shaw (Dir. Nancy Tuñón); Romeo y Julieta, de William Shakespeare (Dir. Nancy Tuñón); cine: Va a ser que nadie es perfecto (Dir. Joaquín Oristrell); Agujeros (Dir. Jan Latussek); Impedimentos (Dir. Doménech Gibert); televisión: Serie El Show de Cándido, en La Sexta; serie Hospital Central, en Tele 5 y serie Lobos, en Antena 3 Televisión, entre otros títulos. Dirigiendo y presentando el programa «Contigo en la Tarde» fue líder de audiencia en la programación de SomosRadio.

WEB DEL AUTOR: http://carlosdiazactor.es/



📰 Artículo publicado en Revista Almiar, n.º 40, junio-julio de 2008. Página reeditada en mayo de 2021.


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