Por Culpa de los muertos hay un autor ausente,
entrevista por Alina Muratori

portada libro culpa muertos Alejandro Maciel

Nota para la revista literaria Triena

Alejandro Maciel es un médico psiquiatra argentino que no cree en el psicoanálisis. Es también un escritor que no cree en sí mismo como autor; acaba de publicar la novela Culpa de los muertos (Editorial Rubeo, Barcelona, 2008) en la que describe la vida de cinco estudiantes de medicina de Corrientes, en la década de la dictadura militar de la violenta Argentina de los ’70.

En la historia hay un sacerdote que se suicida, una hermana del protagonista que agoniza lentamente, policías, familiares, estudiantes, patrulleros, morgues y todo este complejo siniestro no determina sin embargo una trama siniestra.

R: ¿Por qué Corrientes, que tuvo escasa participación en la represión durante la dictadura?

A. M.: Primero, porque yo vivía en Corrientes en los ’70. Segundo, porque la paz romana era una apariencia en Corrientes. No faltó violencia ni represión: faltó información. La dictadura del ’70 funcionó en base a una distorsión de la conciencia colectiva; el silencio era saludable y cualquier expresión pública se convertía en delito. Nadie debía saber nada en ese extraño código de comunicación que establecieron los medios y las omnipotentes FFAA de la Nación.

R: La novela parece tener cuatro niveles, la vida de los cuatro estudiantes por un lado, la fábula que cuenta el protagonista a la sobrina y las intervenciones del personaje discutiendo al autor (en la obra se llaman «sabotajes») que funciona como una crítica desde afuera.

A. M: ¿No podemos reducir todo a un único nivel? Si se piensa todo como una memoria que en el proceso de recordar, crea la historia, todo vuelve al mismo nivel. Si pensamos que alguien recuerda el turbulento pasado en cualquier presente, hoy mismo, acá, entre nosotros creo que se ve fácilmente que estamos siempre en un sólo nivel.

R: En la novela Corrientes aparece como el feudo de caudillos, se menciona a dirigentes políticos, ¿son reales?

A. M.: Tan reales como usted y yo.

R: ¿Es tan determinante el caudillismo?

A. M.: Es una de las enfermedades sociales endémicas desde el siglo XIX. Desde los viejos tiempos de Vidal la dirigencia manejó a la Provincia como Pedro Páramo en la novela de Rulfo. Las cosas no cambiaron demasiado desde entonces: analfabetismo, miseria, marginación social, fetichismo y resignación pesimista; todo eso necesita un redentor, que es el caudillo.

R: ¿Puede considerarse un símbolo de algo más esa hermana agonizante de la historia?

A. M.: En una obra supuestamente literaria todo es símbolo. Está hecha de símbolos. En una novela de Dino Buzzati que seguramente usted leyó y se llama El desierto de los tártaros el tema es la espera. Se espera el asalto de tropas enemigas que nunca llegan en una fortaleza situada en el confín del desierto. Algunos críticos interpretaron que esa espera es una metáfora de nuestras vidas esperando la muerte. Otros vieron en esa larga espera el declive de la civilización. Ambas formas de lectura son igualmente valiosas; en realidad es el lector, no el autor quien otorga el sentido final al relato. Yo como autor preferiría estar ausente en ese proceso, cuanto menos interfiera, mejor.

R: ¿Tan poca confianza se tiene como autor?

A. M.: Menos que eso.

R: En la historia un sacerdote se suicida, ¿es un símbolo nuevamente? ¿Ocurrió?

A. M.: Ambas cosas, ocurrió para ser un símbolo. El cura von Wernich está detenido luego de ser procesado y juzgado. ¿Sucedió? ¿Es otro símbolo de una Iglesia cómplice de la Dictadura?

R: ¿En qué está trabajando ahora? ¿Continuará la historia?

A. M.: No. Ahora estoy inventándole un capítulo a la Odisea de Homero, veintitrés me parecen pocos.

R: ¿Quiere reemplazar a otro autor?

A. M.: No creo en el autor ni los autores. Todo es ficción y la ficción es lo único real en la lectura. Lo demás, es superfluo.


Alejandro MacielAlejandro Maciel, ha publicado también La salvación después de Noé, 1990; el capítulo argentino de la novela Los conjurados del Quilombo del Gran Chaco, con Omar Prego Gadea (Uruguay), Eric Nepomuceno (Brasil) y Augusto Roa Bastos (Paraguay), Alfaguara, 2001; Prostibularias (con Amanda Pedrozo, Luis Hernáez y Pilar Muñoz Romano, Ed. Servilibro, Asunción, 2003; 20 poemas de humor y una canción disparatada, con Pepa Kostianovsky, Servilibro, 2004. Es director de la revista~libro Palabras Escritas, semestral, editada por Servilibro.

Ξ Web del autor: http://alebovino.blogspot.com/

Artículo publicado en el n.º 40 (junio - julio de 2008) de la Revista Almiar.



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    Revista Almiar (2001-2010)
    ISSN 1696-4807
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