Volver al índice de Relatos (6)

Página principal

Música en Margen Cero

Poesía

Pintura y arte digital

Fotografía

Artículos y reportajes

Radio independiente

¿Cómo publicar en Margen Cero?

Contactar con la redacción

Síguenos en Facebook


 

 

 

Solares vacios fotografia relato
Solares Vacíos
Samuel Carreño Gallego

 

Sin más ímpetu que el impuesto por los minutos, y el ansia de no perder sólo el tiempo, tengo un día por delante, en el cual no voy a suplicar un segundo puesto en el trono de los injustos.

Sí, yo también quise ser importante, yo también tuve sueños secretos, en los que hacía de mi vida un éxito inconfesable, de esos que hacen que los hombres no tengan pudor en dar por supuestos sus enemigos. Yo también soñé, pero me quedé dormido en el día de mi triunfo, y las medallas y los tambores quedaron desiertos, y dieron mis laureles a un injusto triunfador. Tan grande e injusto, que yo mismo formo parte de su éxito, siendo también su enemigo.

Nunca quise que los días se impusiesen a mi voluntad, ni que los caminos que prefiero estén cortados por señales de peligro. Siempre he querido ser el dueño de mis propios fracasos, y algún día quiero que mi éxito sea sólo mío, aunque los laureles siempre se comparten, uno te los pide prestados «sólo será un momento» y... ¿cómo le vas a decir que no? Luego se los van pasando entre ellos... y acabas llegando a casa con una resaca más deshonrosa que su pérdida. ¿Qué importa? Si eres el triunfador y a nadie le importa el aspecto más o menos lamentable que tenga un triunfador.

Pero... en el momento de subirme a este tren... en ese momento no me importó el destino, mi única decisión fue subirme, a partir de ese instante vendí parte de mi vida a quien sepa dirigir las vías y quiera decirme cuál es su fin.

Sé que el viaje no es aventura de un día, y que el camino a mi espalda está desapareciendo. Y mientras estoy aquí, sentado, aparentemente ajeno al movimiento, está cambiando el curso de mi vida y los paisajes que se cruzan hacen que no vea igual la luz, los colores, la lluvia... el ruido desaparece, llega a mí tu melodía. Chirrían los dientes, no, las vías, cadencia de un cambio que deciden otros; un cambio de vías, he dejado la infancia en vía 1. Pasamos la estación de la Desidia, nunca llegué a cruzar sus fronteras y ya estamos cerca de una tierra no conocida en mis días.

Traspasamos un túnel, por debajo del Alto del Miedo, que nunca me atrevería a escalar y... sin esfuerzo, en un momento, puedo ver lo que hay al otro lado, el otro lado del miedo... creado a los ojos de un niño; sin ti nunca lo habría conseguido, y fue tan fácil.

Olores nunca imaginados inundan los vagones... y están tan llenos de vida... que ni el tabaco que apuro, reminiscencia de mi tierra, puede liberarme de su presencia.

«Tren con destino Sin Días va a efectuar su próxima parada en Solares Vacíos».

Es la mía, no llevo equipaje, no lo necesito si no pienso volver. Me dirijo a la puerta, mientras veo los primeros trazos de mi nuevo hogar, una tierra por crear, en la que no me imponen ni opción ni pensamiento.

Coge mi mano pequeña, traspasemos juntos la puerta, más allá del miedo, lejos de los días en que no existía tu aliento. ¿Sabes? Nunca habría subido al tren sin tu sonrisa... nunca, sin mí, habrías sabido de su existencia. Este es el último tren de mi vida, el resto del camino pienso hacerlo andando, no quiero llegar muy lejos de nuestra tierra.

________________________
@ CONTACTAR CON EL AUTOR: pupurhey[at]yahoo.com.ar

Ilustración relato por Pedro Martínez ©






Revista Almiar - MARGEN CERO (2005) - Aviso legal