El Congreso que reunió en 2005, en Lyon (Francia), a 160 exorcistas de la iglesia católica estudió el mensaje satánico del rock, en especial el de la banda de Marilyn Manson, que anteriormente ya ha sufrido diversas persecuciones —sobre todo en Estados Unidos— por difundir el mensaje del anticristo, vuelve a poner de actualidad la relación entre el culto a Satanás y el rock.

La media de edad actual de los exorcistas, alrededor de los sesenta años, ha hecho pensar al Centro Nacional de Pastoral Litúrgica francés, en la necesidad de reciclar a sus empleados para luchar contra las nuevas amenazas de Satanás, que ya no vienen del medio rural francés, donde se confundía habitualmente una enfermedad mental con la posesión del diablo.

Precisamente, en 1996, el cardenal Ratzinger, actual papa Benedicto XVI, ya había advertido que el heavy metal era un instrumento del diablo que ponía en peligro el alma de las personas. Entre los grupos señalados por Ratzinger figuraban bandas como Pink Floyd, Rolling Stones, Queen, Led Zeppelín, Black Sabbath, Beatles, Alice Cooper, ACDC y The Eagles.

El ponente principal del congreso de exorcistas, Benoit Domerque, afirma que los conciertos de Manson «son una provocación, una máquina de dinero y una búsqueda evidente de poder». El incremento de sectas satánicas en Francia, según los mismos exorcistas, es un fenómeno social asociado a la cultura juvenil que bebe de nuevas fuentes como Internet y los juegos de rol, pero que mantiene al rock como emisor principal de los mensajes satánicos. Según Monseñor Philippe Gueneley, responsable de nombrar a los exorcistas franceses ha dicho que «Marilyn Manson usa un lenguaje que ataca a Dios (...) este tipo de estrellas musicales abren a su público, entre los 13 y los 25 años, una puerta a la cultura de la violencia», y que, apoyando el mensaje lanzado por Benoit Domerque, «Su expresión artística se expresa por medio de potencias mortíferas, que exaltan al anticristo, el asesinato, el suicidio, que incitan a los espectadores, bajo control, a cometer profanaciones de lugares sagrados». No es de extrañar, sin embargo, que el propio Manson se haya considerado el anticristo, cuando en su propio país, los Estados Unidos, la mayoría de los creyentes estarían convencidos de que Jesucristo hablaba inglés, aunque no lleguen al punto de su presidente, George Bush, que cree comunicarse directamente con él, además de defender que Jesucristo podría ser un afiliado al Partido Republicano y accionista de una multinacional del petróleo.

El mensaje de Marilyn Manson, sin embargo, no es el más lanzado a la hora de esparcir el culto a Satán, otros grupos menores como Dimmu Borgir utilizan sus canciones de manera mucho mas decidida, aunque no cuenten con la popularidad de Manson, que, desde hace casi diez años, le ha convertido en el objetivo principal de los fundamentalistas de la Iglesia Católica.

La sociedad civil, no obstante, también parece preocupada por el satanismo. Ha llovido mucho desde aquella máxima hippie del «Haz lo que quieras» y el primitivo utopismo pacifista de la revolución de las flores es un mito del pasado convenientemente degradado por la sociedad del máximo beneficio. Carlo Climati, periodista italiano, decía en una entrevista, en 2004, que el pesimismo y «una vida frecuentemente marcada por la incomunicabilidad, por la falta de diálogo en familia, por las dificultades en el colegio o en el trabajo» están en el origen del acercamiento de los jóvenes al satanismo. Según este periodista, Internet sería el medio por el que los jóvenes encuentran la forma de entrar en las sectas, aunque reconoce que el interés por el ocultismo proviene, en primer lugar, de grabaciones y conciertos que difunden los principios del ocultismo y del satanismo, una estética que genera un mercado de ventas multimillonario.

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Artículo por José Miguel Jiménez (2006)