Viene,
se respira al deshojarse,
cada vez que sopla,
siento el tiempo al revés,
el frío con su precisión
despigmentando el parque,
oscuramente comprendo
que es un honor
que es parte del misterio
presenciar lo extraño.
He viajado todos los días
todas las carreteras
para pisar las hojas secas
en el parque,
muertas, desunidas,
muertas, rotas, multiplicadas,
avanzando a descubrir
los últimos matices de las
fibras luminosas.
Todo se despide ante
la congelación
son pocos los días
y las semanas
y aún quedan árboles rojos,
amarillos, anaranjados.
Siento como un lujo
esta muerte
este instinto tan exaltado,
respiro el aire
y me veo por dentro.
Desde todas partes
saltan las campanadas,
el imagen flaco y desprotegido
de las ramas
entonces me sueño
entre las especies y las formas
que acompañan la materia.
Todo comienza con un corte
transverso sobre un banco,
gravedad más allá
de lo que se sostiene
pasear y petrificarse
mientras el sueño es un eco
del pasado
confundiéndose con el futuro.
Todo comienza cuando
permaneces intacto y mudo
abres los ojos y la boca
enmudece la palabra
y en el límite que se desprende
te desprendes lentamente,
en secreto se interna,
aparece, desaparece.
Fue entonces entre él y yo
todo lo que se va,
herirme al costado para
despertar
en el mismo trecho glacial
advertirme,
advertirle,
como todo desencaja
hasta encontrarse la
realidad más descarnada
en un filamento de seda
casi imperceptible…
Senocal
A
Alejandra
Pizarnik
Que fue el senocal
y que ya no tienes ojos,
que aguardabas insomne
temblando contra el deseo,
oscilando sin rostro con una plática
exterminadora y desviabas el curso,
el infierno musical
donde la niña extraviada se hundía
sin ternura al salir el sol,
sola, en silencio, desabrigada,
más allá de todo.
Que fue el senocal
y que ya no tienes dedos,
que ya no comprendes y ya
no corriges,
que después de vomitar
te has tumbado
y un ciclo de reflexiones,
ráfagas, flores iluminadas.
Ya me invitases otros años,
derrames de ternura y cuentos infantiles,
que si tomo las pastillas para
dormir ya no doy golpes
y el tiempo es un síntoma
que escarba.
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JUAN
CARLOS VÁSQUEZ
nació en 1972 en Valencia (Venezuela). Ha publicado el libro de relatos
Pedazos de familia (2000). Dirige y edita la Revista virtual
de creación Herederos del Caos. Textos suyos han aparecido en diversos
volúmenes colectivos y antologías como Hemiparesias (Visceralia,
2006); Paseo en versos (Pasos en la Azotea, 2006); Poesías
y aparte el Libro y su Autor (Creaciones Literarias) y en programas
radiofónicos como Breus (Barcelona) y Producciones AFV (Buenos Aires).
Obtuvo distinciones en los Concurso de Poesía Pro lingüístico y Multimedia
Premio Nosside Edición XXI, 2006 – XXII, 2007 Calabria, Italia-. Integrante
del grupo cultural Spanic Attack, fundado en Nueva York, en 2004.
Actualmente reside en Nueva York.
Contactar con el autor:
juancarlosvasquez72[at]hotmail.com
Ilustración poemas: Fotografía por
Pedro M. Martínez ©