Cerros y Cerras de Chile
Tú sabes quizás, que aquí
en Dinamarca no hay cerros ni montañas.
A lo más, colinitas ingenuas e inocentes.
La última vez que estuve en Chile, sus cerros me impresionaron el alma.
Como si fueran seres vivos y autónomos.
Cerra mijita rica
Cruzando Calle Bandera
me topé con una cerra maravillosa.
Ojos llenos de estrellas solitarias
y su loma suave como la redondez de la luna.
Era una cerra diosa del Dieciocho de Septiembre,
dedales de oro en su follaje verde
y bordados de yuyos en sus faldeos.
¡Cerra mijita rica! le grité
tomándola de un brazo
acompañándola Calle Bandera arriba
donde me abrió su puerta.
Tras esa puerta iniciamos sin preámbulos
el ritual de la cerra y el escalador.
Trepando,
enterrando mi cara en su sima
lamiendo, horadando y gimiendo.
Cerro maricón
Pequeño y alegre
cuan solcito recién lavado
voy dando saltitos calle abajo
para juntarme con mi mamá
Bolsillos llenos de preguntas
y en mis manos
una fe incondicional en la vida.
A la vuelta de la esquina
y de un zarpazo magistral,
un cerro negro como un gato
me hizo despertar.
Cerro magnífico
Yo soy un cerro chileno.
Pasa tus manos por mi lomo y verás.
Soy descendiente del gran caimán prehistórico.
Yo soy un cerro chileno.
Soy arisco y traidor
Pero dulce y fiel cómplice.
Niños vienen a jugar sobre mí
mientras sus madres ríen y conversan.
En mí se esconden amantes locos
satisfaciendo sus más osadas pesadillas
y asesinos caminan por mis recodos sudando sangre
y estudiantes y poetas buscan mi cima
para matarse.
Yo soy un cerro chileno.
Pon tus oídos en mi vientre
y escucharás.
Cerro en mi espalda
Un cerro se me acerca
y se encarama de un salto en mi espalda.
Ahora ando contento por ahí,
jorobado.
cruzando tajamares fantasmas
reflejándome en las vitrinas nocturnas
de La Alameda
orgulloso.
La cerrita inconsolable
Una cerra muy joven
ingenua, solitaria y necesitada de amor,
cayó entre mis dedos.
Yo la acepté
la quise y la consolé
para después con estos mismos dedos
tirarla a la calle.
Y tanto fue el amor que le di
que jamás ha podido olvidarme.
Loca de desconsuelo
anda por las calles y acequias
gritando mi nombre.
Y yo, ya tan viejo y tan solo
me muero
sin tener idea de esto.
Cerro conchesumare
Con la cabeza metida entre las manos
caminé llorando
emitiendo ruiditos propios
del estudiante en pena.
Un cerro conchesumare
me agarró a puro combo sucio,
me robó los libros, chaqueta y zapatos
y me dejó por ahí escupiendo dientes.
Ergo, la necesidad existe
me sorprendí pensando
intentando ponerme de pie.
Cerra mamá
Voy arrancando de mí mismo
una siniestra noche Santiaguina
cuando una espeluznante cerra gigantesca
me sale al paso.
Cabellera de medusa y un biberón en sus manos
me instala en el bus número 50
y me manda para la casa.
Cerro Compadrito
Buena Persona
Allá abajo en el ultimo recodo de la nación,
donde lunas y soles y nieves y generosos puñados de estrellitas picadas
finas y poderosas cucharadas de vientos australes se cuecen a fuego lento
sobre una viejísima estufa a carbón de Lota, el Cerro Compadrito Buena
Persona (cerro de gran reputación local) nos admitió en su reino.
Anfitrión perfecto, desenrolló a nuestros pies una alfombra de hierbas
buenas y cubrió con respeto nuestras peripecias eróticas con araucarias
milenarias y rojísimos copihues.
Nos invitó a cenar maquis y piñones y nos dio de beber misteriosos vinos
afrodisíacos de vertientes cuyas raíces nacen en los intestinos de la
luna.
En profundo silencio sagrado y ya satisfechos te tantos placeres carnales,
bajamos cuidadosamente de su lomo.
Gracias Cerro Compadrito Buena Persona.
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Ian Welden.
Nació en Santiago de Chile en 1948.
Estudió Comunicación de masas y gráfica en la Universidad Técnica del
Estado. También estudio cine en la Escuela de Cine de la Universidad Técnica
de Santiago.
En 1974 viajó a Barcelona donde, aparte de escribir toneladas de poemas
y cuentos que jamás publicó, trabajó como intérprete y radio operador
a bordo de un barco que buscaba petróleo a 15 millas de la costa de Barcelona.
En 1975 viajó a Dinamarca donde clavó su bandera chilena para siempre.
Aquí trabajó en los campamentos para refugiados de la Cruz Roja, donde,
entre muchas otras tareas, coleccionó poemas y relatos de refugiados de
casi todos los rincones del mundo. También inauguró una exposición de
gráfica titulada Guerra Mundial - Tercera Fase, acerca de la guerra
civil en la otrora Yugoslavia.
Ahora, disfrutando su ocio, escribe poemas y relatos cortos que él llama
Milagros y que expone en el blog con mismo título:
http://1234qwer.ohlog.com/
Contactar
con el autor: ian.welden[at]mail.dk
Ilustración poemas: fotografía por
Pedro M. Martínez ©
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