Emite Poqito

por Guillermo Ortiz López

La primera noticia que tuve de Julia Molano fue una especie de fanzine fotocopiado y con encuadernación casera que pasó por casa y que contenía varios relatos, uno de ellos llamado For the roses, título de una impresionante canción de dEUS. Por entonces (1999), ella tenía 20 años y escribía más que componía. «En tercero de BUP hice un curso de literatura y escribí uno de los relatos del librillo, Max y la mujer de plastilina. La mujer moría en un arrebato de pasión».

Para mí, Julia, aparte de la otra filósofa de la familia, era la otra escritora. Una referencia de gustos comunes, mezcla de literatura y grupos indies-grunges. Mediados de los 90: Pearl Jam, Stone Temple Pilots, Fiona Apple, Portishead, Belly, Veruca Salt… «Siempre me gustaron los grupos de chicas, cantantes como Ani di Franco, PJ Harvey...». Compartíamos estética desde la distancia, nuestros caminos se cruzaron muchos años después, casi 10.

Y es que Julia no quería escribir sino cantar. Le gustaba escribir hasta que dejó de gustarle: «Nunca me forcé lo suficiente, no tenía autodisciplina, cuando dejó de ser espontáneo —hablamos de sus 21 años— lo dejé. El libro se llamaba Mientras sirva y dejó de servir. Me dejó de interesar mi rollo adolescente y no encontré otra fuente de inspiración. He escrito cosas desde entonces, claro, pero en serio ya ni me lo planteo».

Sin embargo, nunca se planteó dejar de cantar. Sobre todo, cantar y componer. A los 14 años aprendió a tocar la guitarra con canciones de los Beatles, «y lo que sabía entonces es lo que sé ahora», dice entre carcajadas, esa carcajada suya tan reconocible, mientras yo voy cambiando de asiento en mi cuarto y ella se balancea en un sillón con ruedas junto al ordenador.

Estudió piano y solfeo, pero lo dejó y se dedicó simplemente a cantar. Dio clases con Olga Román en Pozuelo. En el instituto empezó con un grupo. «Hacíamos un mix de Knocking on Heaven´s door, Smells like teen spirit y Stand by me. Luego hice filosofía porque quería escribir y me lo recomendó mi profesor de lengua. En 1998, compuse varias canciones en inglés y toqué un par de veces en el Laboratorio, pero tuve que parar: me encontraron un nódulo en la garganta y me operé. Además, el año siguiente decidí irme a París».

París, Urban Freaks, Vetusta Morla…

París fue una gran experiencia, en todos los sentidos. «Tocaba en la Fleche d´or con todos los frikis de la ciudad, podías ir ahí y cantar sin más, gente que imitaba a Edith Piaf, raperos… había de todo. Además, escribí mucha poesía». Cuando volvió, en 2000, decidió ponerse manos a la obra, acabar la carrera, el doctorado, la tesina… conoció a Jaime Echegaray y cantó en un grupo llamado Control Remoto. Ahí empezó a hacer sus primeras canciones: La nariz, Si tú te vas… Con el tiempo, se estableció en Urban Freaks, el grupo de Miguel Rey, aunque sólo como vocalista.

«Hacíamos pop-jazz y yo era más de estrofa-estribillo, estrofa-estribillo, así que me costaba meter mano en las composiciones. Apuntábamos demasiado alto, además, porque para hacer lo que queríamos había que hacerlo muy bien y no siempre pasaba. Estuve con ellos cuatro años, de 2001 a 2005. El final fue en un concierto en Ritmo y Compás, que hicimos de teloneros de Vetusta Morla y no salió demasiado bien».

Aquel concierto fue decisivo por varias razones: de entrada, le dio pie para el nombre de su próximo proyecto, Emite Poqito. Ella lo explica con sus propias palabras en su página de www.buhoreal.com: «Emite Poqito nace de una lucha intemporal y sangrienta entre vocalistas y técnicos de sonido. Los técnicos suelen ser primos de los guitarristas y no ceden, y no se apean del burro, y te hacen desgañitarte en vez de bajar el volumen del guitarrista, que como bien sabrán Vds., siempre está demasiado alto con respecto a la normativa europea. Pues bien… en medio de una batalla feroz apareció entre el polvo y las sombras de los escudos la mano amiga de un técnico, Agus, que, vaya Vd. a saber si porque tenía ancestros vocalistas o qué, se apiadó de mis cuerdas vocales y sus nódulos virtuales y frenó en seco el avance de sus huestes, explicando a mis enemigos: “Chavales, ella emite poquito, así que tol mundo a bajarse. AHORA”».

Aparte, Vetusta Morla empezó a ser importante profesionalmente en su carrera: Guille, el guitarrista, se convirtió en compañero de piso y pronto en compañero de escenario. «Surgió la posibilidad de dar un concierto en una cosa de las Juventudes Socialistas de Pozuelo y pillé a Guille por banda. Le enseñé las canciones que tenía de la época en Control Remoto, La nariz, Permanentando, Si tú te vas, hicimos una versión también de La Marea, de Vetusta… Guille me animó mucho porque yo no estaba muy segura de lo que estaba haciendo. A lo largo de 2006 me puse a componer un repertorio de verdad para poder hacer conciertos».

Artépolis, Minas, Rincón del Arte Nuevo… Búho Real

Pero necesitaba acompañante y Guille iba y venía, por sus compromisos con Vetusta Morla. En el camino se cruzó Iván Hervás y dieron un par de conciertos en Artépolis y una tetería de la calle Minas. Tres meses, como mucho. Después, Emite Poqito volvió a ser Julia Molano en solitario, con colaboraciones esporádicas. «Por entonces ya teníamos canciones para una hora de concierto: Un disparo, Dame, El mar, El domador, La buena estrella, y en uno de los últimos conciertos surgió No me quiero enamorar del mal». Probablemente, su gran éxito hasta ahora y el que más quebraderos de cabeza le está dando a la hora de grabar la maqueta.

Algo pinto yo en la historia de Julia, como todo Guille que se precie. La vi un par de veces, me encantó —del verbo encantar—, recordé aquella sintonía estética de diez años antes y con la ayuda de Pablo Ager, conseguimos que empezara a salir en el Búho Real de vez en cuando, en una ardua campaña de marketing con Darío González, el dueño de la sala. Julia no tenía ni maqueta, pero Pablo la sacaba en sus conciertos y el talento se abrió camino, claro.

«Mi primera colaboración con Pablo en el Búho fue en enero-febrero de 2007, luego estuve tocando en el Rincón del Arte Nuevo a partir de ese verano, casi hasta Navidades, pero discutí con el tipo que lo lleva —dice, delante de una pizza gigante del Gino´s de debajo de mi casa— y decidí dejarlo. En septiembre, tuve mi primer concierto en solitario en el Búho Real y ahí he seguido tocando al menos hasta el próximo miércoles 18 de junio, que tengo otra fecha».

La maqueta con Los Santos Varones

Julia está ahora más arropada. Tiene por fin un grupo: Alberto, en la guitarra, e Irene, en la percusión. Tiene productores. Ni más ni menos que Pancho Varona, Antonio García de Diego y José Antonio Romero. La historia es algo divertida porque empezó en un hospital. Por razones que no vienen al caso, Pancho y yo nos hemos visto mucho últimamente en los hospitales. En una pausa, le hablé de Vetusta Morla. Estaba ausente. «Van a ser la hostia», insistí, pero él seguía poco convencido. Yo le expliqué cómo sonaban en directo, que Manolo les había coproducido el disco… y, de pronto, Pancho se giró y me dijo «¿y la chica esa, Emite Poqito?».

La había visto en la presentación de mi libro y se había quedado prendado. En poco tiempo, hablaron, se vieron, se escucharon y montaron una ambiciosa maqueta que se está acabando en la casa de José Romero, poco a poco, con una minuciosidad propia de una chica con las ideas tan claras como Julia.

Cantautores y canción de autor

Mientras las cosas siguen adelante, Julia estudia Oposiciones a secundaria —es profesora en Parla de filosofía y similares— y sigue componiendo canciones, la mayoría al teclado. Cuando le saco el tema, puntualiza: «No me considero cantautora. Yo me veo diferente, no tengo esa actitud romántica. Quizás sí hago canción de autor, pero si toco con voz y guitarra es porque no tengo grupo».

¿Cuál es la singularidad de Emite Poqito? «Es pop en español pero no suena a pop en español», me dice, midiendo las palabras. «Esto va a quedar mal, pero a mí grupos como Los Secretos ya no me gustaban. Mis influencias han sido sobre todo chicas americanas y he compuesto siempre en inglés hasta los 22-23 años. A mí me gusta gente como Joan as a Police Woman, PJ Harvey… eso es lo que escucho… los Beatles, claro. No creo que suene como La Oreja de Van Gogh o Conchita, aunque ellos también hagan pop en español. Quizás en eso esté la diferencia».

Mi canción favorita se llama Mi fórmula secreta, hay algo estremecedor en su voz diciendo «Yo me rindo, me rindo…». La suya es Permanentando. «A No me quiero enamorar del mal le estoy cogiendo manía», dice entre más sonrisas.

Proyectos mastodónticos

Su futuro va por mil caminos, aparte de la secundaria. «A corto plazo, tenemos que afianzar el grupo, y a lo mejor meter contrabajo, batería… Luego tenemos que ver qué pasa con la maqueta y cómo la podemos defender en directo, que no va a ser fácil. A largo plazo, me gustaría dedicarme a esto, pero…».

…Pero, mientras tanto, plaza de funcionaria. Chica Tauro práctica y sin concesiones. Honestidad brutal. Su último secreto se llama Mamut, un grupo que comparte con Sergio Calafat y Eduardo Nebot. «A Sergio lo conocí de conciertos juntos en el Rincón del Arte Nuevo. Buscando gente, se cruzó con Edu, que vivía en Barcelona y había tocado en Minimal, un grupo indie bastante conocido. Se propusieron hacer un gran grupo, en serio, y me cogieron a mí de cantante. Ellos componen y yo canto. Los domingos nos reunimos y vamos grabando, luego iremos formando el resto de la banda después de verano. A mí me han pedido que componga, pero no tengo tiempo, entre Emite Poqito y las oposiciones… así que de momento sólo canto».

Que al fin y al cabo es lo que se propuso cuando tenía 14 años y escuchaba a Christina Rosenvinge, así que supongo que se trata de una historia con final feliz. Siempre que este sea el final, claro, que no lo creo. Y no soy el único.


- Imágenes cedidas por Julia Molano para esta entrevista ©

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EN LA 1.ª ENTREVISTA:

Laura Cuello · Luis Ramiro · Vega Pérez-Chirinos · Pablo Ager · Lara Moreno · Emite Poqito · M.ª José Moreno · María Riveiro · Carmen Simón · Inés Thiebaut · Víctor Alfaro


- Web de Guillermo Ortiz López: www.guilleortiz.com/
▫ Artículo publicado en Revista Almiar, n. º 40, junio-julio de 2008. Reeditado en septiembre de 2020.

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