ALMIAR

Margen Cero

Biblioteca de poemas
1.ª época (2003)
Selección: Antonio Alfeca


GABRIEL IMPAGLIONE



Encender la llama


A la Comunidad de Trabajadores y Estudiantes
de la Universidad Nacional de Luján
en el XXX aniversario de la primera clase
(1973 - Septiembre 2003)


El hombre desmalezó los sueños
y se entregó de lleno a los oficios.
Levantó la Casa.
La llenó de luz.
Le puso sillas de no esperar sentado
y esparció las preguntas en el aire.
Se alzaron árboles hundiendo sus raíces
en las constelaciones
y manos cosechando auroras y duraznos.
El mundo giraba hacia lo humano.
Lo establecido se rompía
y entre las cáscaras partidas del pasado
vertían las horas inaugurados zumos.
Fue entonces el tiempo de lo nuevo.
Paría cada instante el futuro.
La soledad a veces transitada
por furtivos honderos y por vientos,
multiplicaba ahora libros y banderas.
El hombre del andamio liberaba un pájaro
en cada nuevo ladrillo que adhería.
Así nació la Casa:
con la alegría del cemento y de la arena,
y la materia esencial de los sueños,
se amasó el cimiento, cada pared,
el futuro repartido como un pan
luminoso.


De un tajo homicida
cegaron la llama


Hasta que una noche de metal, como rayo,
soltó su piedra sobre las germinaciones.
Yo los vi llorar
derramados sobre los huecos del silencio.
Esos albañiles que soñaban
la ternura de los hijos en las aulas,
lloraban al pájaro muerto entre sus dedos.
En los pasillos del acuartelado ministerio
las hienas celebraron
el rito negro del desprecio.
Carroñeros salpicados de tortura y desaparecidos,
usurpadores de risas y banderas,
vomitaron discursos sobre moral y libertades
en las veladas fósiles del Nuevo Orden.
La patria era un hueso calcinado.
Tierra arrasada.
Vieron en los microscopios
células guerrilleras marchando al son del son,
depósitos de escopetas en tubos de ensayo,
ejércitos enteros debajo del cereal.
Y sólo había luz de sol saliendo a manos llenas.
Danzaron al borde de la hoguera
donde ardieron Freud, Marx, Saint Exúpery,
Darwin y El Quijote, las matemáticas modernas.
Prohibieron Cambalache y el uso de la cuba
electrolítica, la ensalada rusa, el gineceo y la poesía.
—Porque ya se sabe, lo dicen los Manuales,
sin rosas no hay primavera— decretaron.

Así la Casa, doliéndose de tanta ausencia.
En plena alegría
clausurada.



La casa de todos respiraba
abajo del abajo


El calendario repitiendo rotos espejos
suspendidos en un desierto ingobernable.
Oscuridad pariendo fantasmas, mordeduras,
sombras acechando, homicidas.
Gente acorralada por rabiosos perros, por imbéciles
graduados en la Escuela de las Américas.
Para los cruzados, la Casa de Todos,
era un bastión infiel de peligrosas ventanas.
Era Toda Ella Una Peligrosa Ventana al Futuro.

Pero la Casa latía aún en sus andamios,
abría con sus raíces túneles en el humus
por donde las banderas
andaban de mano en mano como el pan.
Savia donde los brazos de clandestinos albañiles
multiplicaban la resistencia y la utopía.

La llama de los sueños resguardada
del viento negro del espanto.

Mientras sus señorías con ilusión de bronce
retumbaban sus tacos en los vacíos pasillos
la gente cavaba túneles sin pausa
para asaltar las calles algún día.



Reapertura. El curso
inexorable de la luz


Un viento que siempre estuvo, pero que no se veía,
descubrió un camino en medio de la piedra.
Y entonces los descalzos.
Una mujer y un hombre y otros detrás y otros,
y miles de hombres y mujeres luego
y luego Todos.
Ocuparon la tierra y sus alturas
el aire, el fuego, las aulas y oficinas
y se echaron a reír a carcajadas.

Todo el sol para todos por igual repartido.

En fuga, luego del desquicio y los festines,
la horda prehistórica olvidó algunas cosas:
cadáveres, migajas del saqueo, medallas meidin-iuesei.
Palabras apiladas que nunca entendieron.

Se rompieron los precintos de la dictadura,
se liberaron las ventanas y los pájaros,
el aire entró a la Casa
como una multitud de niños con banderas.

Desde los cimientos regresaron los colores exiliados.
Desplegaron las voces sus alas no vencidas.
Comenzó la reconstrucción en los andamios.
Subieron al tablón y a las ideas.
Multiplicaron cucharas, máquinas, laboratorios,
memorias, poleas, ciertas explicaciones, la utopía,

Han atravesado las horas de treinta años,
como una llovizna, estas arboledas.
En cada gota el hombre del andamio
reconoce y nombra la vocación de los sueños.

El mundo a veces es este palmo de mansa tierra
que en el centro de la ronda amanece,
como iluminado por una lámpara llena de preguntas.




Contactar con el autor: impaglioneg[at]yahoo.es

ILUSTRACIÓN: Fotografía por Pedro M. Martínez ©




Sumario del presente número de Mar de Poesías:

Manuel Lozano Carlos Barbarito Carolina Hodgson Claudia Ainchil Cristina Iáñez Daniel Martínez Diego Ferrero Francho Lafuente Gabriel Impaglione Gerardo Pennini Horacio Laitano Iván Oliver Jaddin José Vivas Jaro Godoy Jorge del Rosario José Geraldo Neres Juan Solo Lidón Montoliú Marcelo Mallea Marcos Vieytes Miguel Á. Ontanaya Óscar Portela Pablo Cassi Raquel Vega Susana Duro Unai García Vanessa Milagros Antonio Alfeca




Estos poemas fueron publicados en el n.º 14 de la Revista Almiar - ISSN 1695-4807
(diciembre de 2003) - Margen Cero™ es socio fundador de A.R.D.E.
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