ALMIAR

Margen Cero


n.º 18 - Primera época (2004)
Selección de Antonio Alfeca


Avelino Gómez

Historia del amigo y del silencio


Y encontré a mi amigo en el reflejo atroz del vino.
En ese entonces yo venía de lejos. Venía de una calma casi mineral
donde a la mudez se le nombra lápida.

Pero mi amigo tenía una desgracia más alta que la ceiba de Sivacá.
Lo supe porque eran sus ojos dos heridas en el muslo del venado.
Eran dos piedras lanzadas al agua por la mano de un niño.
Dos espejos rotos puestos a la luz.

Y la tristeza sonaba como hachazos en el tronco verde.

Así que nuevamente tuve necesidad de hablar.
Había que decir algo. Quitar los abrojos de la espalda
y usar armadura y escudo.

Que de algo sirva mi voz dije
y el espíritu de los almendros cantó entre el follaje y la oscuridad.
Una y otra y otra vez las palabras cintilaban. Corrían veloces en la
llanura del eco.

Pero mi amigo ya era un arbusto castigado por la sequía
y la madrugada llegó afilando los vidrios del desconsuelo.

De nueva cuenta la vida asestaba el golpe en nuestra garganta.
Y por la puerta principal de la amistad, vestido como un rey,
entró el silencio a presumirnos su corona de hierro.


Nocturno a mí mismo

Porque la amistad no tiene cama,
por eso contigo me desvelo.
Para que el amanecer acicale
sus patas de gato moribundo,
y los tragos de cerveza sean
como de trementina.

Pero nos odiamos.
Sobre todo cuando el sol
nos llega hasta los hombros y le escuchamos
cantar batallas de cementerio.
Sobre todo cuando el día
no quiere ser el rumor tibio en los mercados.

Poco antes de la marejada
a las cuatro en punto de la mañana,
antes de pensar en el motín de los barcos en que crecimos.
Antes también de sentir el miedo,
no el nuestro, sino de todo el vecindario.
Antes del tú y del yo pronunciados
desde el risco más alto.

Antes, poco antes,
unimos amistad y odio con un anillo.
Y salimos de casa, sonrientes,
junto a la anciana harapienta
que pasea su canasto de limones.


Memorial del agua

Fue necesario caminar entre rocas hasta herir los pies.
Fue necesario el terror ante el agua que no cesa.
Y el asombro ante el reventar de olas en los riscos
y con él venían todas mis voces.

Las palabras (lo recuerdo) levantan el vuelo como parvada de gaviotas.
Pero ahora me parece que el Océano y yo siempre fuimos amigos del mismo
oficio.
Porque el mar pone sus manos sobre la herida y la hace arder.
(Coloca aquí sus manos y la carne se torna coral rojo).

Ah todo el mar se ha quedado en mí y quema. Y ahora lo sé (lo sabemos):
Agua que no muere es el mar y es también la infancia.

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AVELINO GÓMEZ GUZMÁN (México, 1973) es licenciado en Letras y Periodismo. Autor de los poemarios El agua y la sal (Feta, 1998), Cuadernos de Tolimán (Col. El Pez de Fuego, Ed. Praxis, 1999) y El mal hábito (Praxis, 2003), así como del volumen de crónicas Vivir en el Puerto (Col. El Pez de Fuego, Secretaría de Cultura de Colima, 2001). Textos suyos han aparecido en el cuaderno de poesía Pleamar (Gobierno de Colima-Ayuntamiento de Manzanillo, 1996); Toda la mar: presencia del mar en la poesía colimense, compilación de Verónica Zamora, (Secretaria de Cultura de Colima, 1997); Poetas de tierra adentro II (Feta 1998); Colima en letras. (SEP-Gobierno del Estado de Colima, 2000) y Generación del 2000. Literatura mexicana hacia el tercer milenio, selección de Agustín Cadena y Gustavo Jiménez Aguirre. (Feta, 2000).

Contactar con el autor: avelgomez [at] hotmail.com

Ilustración poemas: Internet, fotografía por autor desconocido.



Sumario del n.º 18 de Mar de Poesías:

Adriana Stein Antonio Alfeca Avelino Gómez Beatriz Ruiz Páez Beckett (Mario Blacutt) Carmen Garrido Ortiz Carmen Rosales Vera Carolina Hodgson Cecilia Ortiz D'Antone CHIRO (Mauricio Pérez Ruz) David Collazos Eliana Segura Fernando Vallerstein Gustavo Arias Karina Sacerdote Marcos Rolotti Mario Echeverry Beltrán Marta Sepúlveda Miguel Ángel Ontanaya Pilar García Puerta Rocío Cardoso Arías Rosicler Aitken Pezoa Xavier Simarro




Separata publicada en el n.º 18 (2004) de la
Revista Almiar - ISSN 1695-4807 - Margen Cero™ es socio fundador de A.R.D.E.
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