Injusticia insoportable
Me duele esta injusticia que respiro,
que se cuela en mi alma como intrusa,
y me hace llorar de rabia cuando mis hálitos
son pequeños jirones de mi corazón.
Nunca me había percatado del pobre,
sólo hoy que veo pasar ante mis ojos,
esa indiferencia vestida de humanidad
que no se da cuenta de mi tristeza.
Maestro, ¿quién se acuerda del huérfano
que recorre las calles mostrando
una vejez prematura que asusta,
un desconsuelo que nadie siente?
¿Quién espera al cojo que no puedo andar,
acaso el atleta por un minuto correrá menos,
pensará cuando esté hastiado su rostro,
será su última imagen cuando duerma?
Maestro, el sordo escucha esta indiferencia,
el ciego ve a distancia esta injusticia,
que me hace mirarles al pasar al lado suyo,
me hace conmoverme de su rostro.
Hoy ya no es un ayer sin sentido, es un dolor lleno
de las profusas máscaras de la injusticia
que se acerca a mi con ritmo pausado y lento,
para sacudirme con fuerza en estas horas de oquedad.
Aprenderé, mi maestro, a convivir con ella,
ni una lágrima más la dedicaré a su frialdad,
pero jamás podré darla la espalda,
fingir que no me ha derrotado su presencia.
Ahora soy un poco más indiferente, tal vez fría,
porque es la injusticia una espada de hielo,
un lazo alrededor de mi cuello asfixiado,
una fúnebre sombra que me aterroriza.
Contactar con la autora: ortimo[at]ono.com
Ilustración poema:
Bas relief blue
by Martinfried - Own work.
Licensed under Public Domain via Wikimedia Commons.
|