Federico Ruibal

Tal que la muerte estire...

Tal que la muerte estire
la huesa de su cuello
trato de besar de vano intento el recuerdo de tu rostro
mujer a la que nunca he sido
niña de las tardes que violentamente se pasaron
noches en que las mismas noches por ti hicieron vela
sin que mi mano a tu mano a tal se apareciere
amores que se pierden suben a su extraño limbo
donde las cosas extintas que ya no son en él perduran
como heridas de carne nunca hechas pero desde donde bravamente duelen
hasta en esta noche en la que hoy mismamente
más de veinte años más tarde
evoco la tremenda
pérdida
en la que vi saltar al vano mi templario amor adolescente
marcando a tal mi tramo, y para siempre
con aquel amor primero, del que bien se dice
es malo de borrar como agravio de sangre
pues ha tintado de noche larga mi caminar atravesado
tras de aquella tarde funesta en la que esa luz, de luz tan tuya,
se parte de mi carne
teniendo de fortuna inaugurar el curso
el caminar angosto, el paso largo,
de esta mi perdurable mala suerte.

A quien corresponda

Bordoneando el frío precipicio
en la cara siento la pelusa
la miga de mi pan dentro del pecho:
es la grave de papá, de cita oscura.

Los años van pasando por el reguero tenue,
bañando con su alba salazón el bochorno del principio
que han roto en filo el borde de lápiz de mi pluma
y que ha ido comiendo de lo que da la Tierra.
y aquel arma sutil
con su firme, aleve mano, pinta
de la danza del aire si la nieve se quema,
de tu solo llorar si estas tan sólo,
o de tu alba de gloria
si el corazón y un madrugar azul
de su mano te visten.
Bravo animal de musgo
que es del verdín que cala bajo teja
y es pájaro de frío, que me exuda
aquella la severa bonhomía
del cadáver perfecto, del cándido asesino.

Este animal se ofrece
a quien corresponda
para tomarlo al paso de la calle
y describir con la tiza que arrancó de las paredes
tu momento de llanto
y el paradero de su fin
con hora y fecha.

Y que será de notar que aún quede gente
que se traspase del trago
y que se cruce en la noche con el alba al pairo
para mirar con fija frente fija las bárbaras estrellas
remozando así
la brava fe
de bestia
de brava fe
el caos
en donde os juro
que en este tiempo sin pájaros de barro
he cabalgado un dios
que por tu cuerpo llora a gritos
remozando el fresco charco
de la carne
con esa fatal gracia del alma primigenia
que se mece en el bullir de su balido.

Me alimento de la sutil basura

que cae del barandal iluminado
por donde oigo pasar toda esa gente
que carda una vida
mientras vivo este llorar de péndola sin freno
enclaustrado entre la muerte y la desdicha
como rey austero
de mi risa.

De tiempo olvidado de todo pretendiente
con la febril certeza
del burro de la noria
me mantengo tejiendo una mortaja
que ha de cubrir la huesa en que me pudro
pues son tres las tiradas
para el juego de sombra
Así, la mirada de ella
el bramido de la espuma de las playas
la brava del ocaso
los juegos de los niños
se me irán, con la carne de los dedos
que ya marcho a batirme al salto con el viento
y ese cordial que beba de vacío me sane
para al cabo sosegar el torvo espíritu
de mi doliente corazón en fuga.


nació en Madrid el 15 de diciembre de 1963 y actualmente reside en Vigo.
www.cervantesvirtual.com/ tertulia/escaparate/ruibal.shtml
Contactar con el autor: federico [at] mundo-r.com

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