Francisco Azuela

El tren de fuego

¿Quién camina poeta sobre tus lágrimas?
Francisco Azuela

Lágrima uno


Lleno de sauces el tiempo echa su llanto y su asma;
viejo y tullido echa su cárcel de árboles sobre el mundo,
su tierra de metal y de hambre eléctrica.

El tren lleva el nombre de una estación que nadie sabe,
la piel de cacto emana sangre de muertos
con una nueva especie de dolor.

El cementerio se enraíza,
pinta pálidos en la cara,
el pozo dejó salir el agua;
tumbas sin muertos,
esqueletos sin hueso,
tierra de asentamiento amplio,
largo,
hondo.

Ya saben por qué todos los días
alguien se lleva algo de humano
en la leyenda de las hondas lastimaduras.

Lágrima dos


Era un tren de fuego,
extraño,
legendario,
medidor del frío,
detenido en el sismo;
invierno viejo,
grande de tiempo,
cansado,
donde todos los olores
llevan el ritmo de una esencia desgastada.

Cómo llovía esa vez,
el Reconocedor se echó a dormir,
castigador de hierba,
cadáver recobrado en sus aptitudes,
manchador de agua.

Alguien dijo que la música de los caracoles era perpetua,
el eco,
cuerpo gemidor de almas.

La tierra se ha llenado de arrugas,
el agua hará su revolución,
visitadora de espacios.

El cántaro es un tiempo aglomerado de brujerías,
suspendido del aire,
abofeteador;
no hay vacío en el cántaro,
atrapador de los ruidos;
el día que el nicho sea abandonado por sus rumores,
¿quién podrá resistir la manifestación de claves
aún no descifradas?

La filosofía se cientifica con la nostalgia de otros dolores,
vieja cárcel de hambre
donde el olor de flores dejó el camino del espíritu.

Si el frío viniera a la intensidad del fuego
y el Tren siguiera el murmullo de las quejas
como oidor de solitarios,
cuya única herencia en horas
depende del motor y el carbón de lumbre.

Si fuera recogiendo lo roto y llorado,
lo amargo,
lo infierno;
si recogiera la viudez de la gente,
de la tierra,
del polvo;
ceniza y pájaro carpintero ya fallecido,
el silbido de fuego llegaría a las ciudades de nieve
y el frío volvería a su antes.

Lágrima tres


Tren de fuego:
pájaro de ala humana injertada de piel,
asoleadora de agua y sal,
nave rompedora de arcos
donde la cicatriz es llamarada de frío.

Algún demonio ha llegado tarde,
triste clepsidra.

El Tren ensancha sus costillas,
rueda sobre dientes de hilo en hojas de pedernal,
la ciega estación se paraliza de soles jóvenes,
ángeles destronados en la guerra.

¿El demonio se dulcifica?,
tirador de astros,
plantas,
árboles,
golpeador trampero del viento;
desvirgador,
violador de espacios.

Lágrima cuatro


El mar abrió sus conchas
donde el sol vomita sus espumas de rabia
y una estrella copula su virginidad
con luces de agua silenciosa.

Se hace la penetración
en la casa desvestida de espejos;
ventanas maternales de luz,
difunto tendido sobre el suelo,
el blasfemo termina la ceremonia cargando el ataúd,
cadáver largo y frío sobre la copa de los árboles;
injertador de ramas en la casa,
hueco de manga ancha,
oculta electricidad de murciélagos,
prisión de ojos.

El tejado manda su agua,
los animales manchan sus alas
con el color de piel que se hincha de aire.

Trotador caballo de cascos,
los caracoles expulsan sus sueños,
gusano de seda,
castillo de fosas.

Lágrima cinco


Inventor de mentiras,
embustero demonio trampero del viento,
trepado en el pico de un pájaro de nieve encendida,
quemador de alas de ángel desnudo de astros,
rama y perro,
mordedores de viejos molinos.

Se putrefactan rancios jinetes,
cabalgaduras de hueso colorado,
la mejilla recobra su río de sangre como un eco,
fusil parador de disparos.

Lágrima seis


Alguien ha venido a preguntar por sus ojos,
del tiempo de sus ojos,
tránsito largo en una región de hambre.

Le dijeron:
no despiertes al tigre,
no es bueno despertarlo,
¿qué iba a entender sus pecados de soledad?,
amigo de sombras,
largos cuervos pestilentes.

Lágrima siete


Pomona se apareció con sus árboles rotos y fríos
de vientos desechos en ruinas.

Comedor de raicillas blancas,
aves enfermas,
locomotora manca y vieja pule los rieles.

Le dijo al ángel que dejaba la casa,
anochecía en sus dientes
el recuerdo de otra estación,
hierba transplantada en los intestinos,
manchas de azufre,
hormiga y grillos de arena.

Se llenaron los pies de camino
y sal de música intoxicada;
largas carreteras,
angostas y curvas;
con la vista vuelta hacia atrás.

El tigre seguía en el cerebro,
matador de carne.



FRANCISCO AZUELAnació en la Ciudad de León (Guanajuato, México) en 1948. Es sobrino nieto de Mariano Azuela, primer novelista de la Revolución Mexicana. Estudió en las Universidades de Guanajuato, Iberoamericana, UNAM y Panamericana de la Ciudad de México, y en las Complutense de Madrid y Laval de Québec. Es miembro de la Sociedad General de Escritores de México, Miembro Ordinario y Miembro del Consejo Panamericano de la CISAC y Miembro de la International Writers Guild.
Fue diplomático en las Embajadas de México en Costa Rica y Honduras (1973-1983) y fue condecorado por el Gobierno hondureño con la Orden del Libertador de Centroamérica Francisco Morazán, en el grado de Oficial. Fue candidato de la Academia Hondureña de la Lengua al Premio Internacional de Literatura Cervantes de España en 1981.
Es autor de El maldicionero (Universidad Nacional Autónoma de Honduras, 3.ª ed.,1981), El tren de fuego (Instituto de la Cultura del Estado de Guanajuato, 1993), La parole ardente, edición bilingüe (John Donne & Cie., France, 1993), Son las cien de la tarde (Instituto de la Cultura del Estado de Guanajuato, 1996), Ángel del mar de mis sueños (Centro Cultural Internacional El Cóndor de los Andes-Águila Azteca, A.C., 2000). Además, su obra se ha publicado en Interactions (Department of German-University College, London), Rimbaud Revue (Semestriel International de Création Littéraire, France et la Communauté Européenne des poétes), en la revista Neruda Internacional y en revistas de Canadá, Centroamérica, España, México, Portugal, Puerto Rico y Austria.
Fue director de la Biblioteca del Honorable Congreso de la Cámara de Diputados del Estado de Guanajuato (1991-1997) y fundador de instituciones ecológicas de la sociedad civil, así como coordinador general de Foros del Consejo para la Cultura de León, Guanajuato (1998) y fundador de la Galería Internacional Escultor Víctor Gutiérrez - Siglo XXI, S. C., con sede en la Ciudad de México (1998).
Es director general y fundador del Centro Cultural Internacional El Cóndor de los Andes – Águila Azteca, A. C., con sede en la Ciudad de Cochabamba, Bolivia, (1999). La Editora Universitaria de Lisboa (Portugal) publicó el libro de poesía contemporánea Un mundo no coraçao, del poeta francés Jean-Paul Mestas, edición bilingüe 2002 en portugués y francés que contiene 82 poetas de 57 países y en el que Francisco Azuela representa a México.
La prestigiosa editorial boliviana Plural Editores reeditó tres de sus libros, que fueron presentados por la Embajada de México en la VII Feria Internacional del Libro celebrada en La Paz en agosto de 2002.
A partir de noviembre de 2001 Francisco Azuela radica en la ciudad de La Paz en donde ejerce como director del Centro Integrado de Documentación e Información (CIDI) del Instituto Internacional de Integración del Convenio Andrés Bello, organización internacional intergubernamental de la que son miembros Bolivia, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, España, México, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En julio de 2004 se leyeron en español y alemán en la Radio Fabrik Salzburg de Austria poesías de Francisco Azuela, en el programa Poesía y Música Latinoamericana.
La Revue d'art et de littérature, musique de la Editorial Le Chasseur Abstrait, hizo en 2004 una publicación en formato PDF de La parole ardente, traducida por el poeta Patric Cintas e ilustrada por Valérie Constantin.

Contactar con el autor: fazuela [at] iiicab.org.bo

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