Rodillas
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María Eugenia
Rodríguez
A Viviana le picaban las rodillas.
Tenía una especie de sarpullido y fantaseaba con encontrar una especie
de lija o algo con qué rascarse. Por supuesto, en el psiquiátrico
no había lijas, así que se conformaba con sus uñas, que eran anchas
y cortas.
Sentada en una silla
de metal, en ángulo recto y sola en una habitación de paredes blancas
que daba a un patio, Viviana se rascaba cada una de sus finas rodillas
con la mano del lado que le correspondía. Tenía puesto un pantalón
de gimnasia verde claro y un buzo con capucha del mismo color. En
silencio, se rascaba rítmica y sistemáticamente.
Estaba en eso cuando
entró Fermín, el enfermero. La miró sin interés, dejó un paquete de
galletitas rellenas sobre una mesa y se paró al lado de la ventana.
Él era alto, moreno, de cara angulosa y nariz larga. Llevaba un ambo
celeste con escote en ve. Le sobresalían algunos pelos del pecho,
que formaban pequeños rulos. Todavía sin mirarla, le preguntó cómo
andaba del sarpullido en las rodillas.
—Me tiene loca —ironizó
ella.
—¿Los puntitos rojos
te salieron solos o te los provocaste con el rascado?
—A mí me parece que
vos estás asumiendo que yo me invento la picazón, que soy hipocondríaca
—Viviana hizo una mueca parecida a una sonrisa. Medía 1.70 y era delgada,
algo encorvada. Tenía el pelo castaño y ojos marrones, amarillentos.
Algunas pecas le salpicaban la nariz, que era mediana y recta.
—¿Querés una galletita?
—Bueno.
—¿Y qué te trajo por
acá, Viviana? Sos pendeja y estás bien. Encima, por lo que sé, tenés
más plata que la dueña de este instituto. ¿Qué necesidad tuviste de
tomarte esas pastillas?
—Te extralimitás en
tu relación enfermero-paciente. Igual te voy a contar: no soporto
mis rodillas.
—¿Qué tienen de malo
tus rodillas?
—Sostienen demasiado.
De sólo pensar que van a tener que caminar kilómetros y kilómetros
durante décadas con mi cuerpo encima, de sólo pensarlo, me dan ganas
de acostarme a dormir.
—¿Y de dónde sacaste
que vas a caminar tanto? Si te sobra para comprarte un auto…
—Es una metáfora.
¿Sabés lo que es una metáfora?
—Sí, y no te hagás
la sabihonda. Te recuerdo que la que llegó acá por exceso de ansiolíticos
fuiste vos.
Viviana bajó la vista
y se tanteó la punta de la nariz con una mano. Fue la primera vez
que la separó de la rodilla. Inmediatamente después siguió rascándosela.
—Me
da miedo seguir viviendo. Ahí tenés.
—Eso es demasiado,
no sé, grande. ¿De qué tenés miedo? ¿De fracasar en tu profesión,
de que te falte vitamina C?
—Vos sos de los que
creen que hay sólo dos tipos de problemas: los de plata y los de salud.
El resto son pavadas que se inventa la gente con auto alemán como
yo.
—Bueno, sí. Algo de
eso hay.
—Pues te comento que
hay otras cosas. Yo tengo miedo, Fermín. Y no a la muerte, sino al
existir mismo. Algunos le llaman angustia existencialista. Es algo
así.
—¿Y cómo es eso? ¿Te
levantás y llorás porque tu cuerpo te pide hacer pis, porque tenés
hambre, porque necesitás sexo?
—Todavía no entiendo
cómo es que te dieron el título de enfermero.
Fermín se separó de
la ventana, donde había estado apoyado hasta entonces. Puso una silla
frente a Viviana, se sentó y empezó a rascarse las rodillas, también
a ritmo parejo y constante y con la mano que le correspondía a cada
lado.
—A ver, Viviana, contame
qué hiciste hace tres días, cómo fue que te tomaste los ansiolíticos
y tu mamá te trajo acá.
—Era sábado y no tenía
que ir a la oficina, así que fui al baño, hice pis y pensé: «creo
que tengo hambre y necesidad de sexo: evidentemente, tengo un problema
existencial».
—No te hagás la boluda.
A mí no me pagan por escucharte, lo hago porque quiero, así que contame
qué te pasó ese día.
—En determinado momento
me acordé que me picaban las rodillas.
—Desarrollá eso, la
metáfora, a ver…
Fermín soltó las rodillas
y cruzó los brazos. Viviana bajó la voz y también dejó de rascarse.
Entrelazó las manos y las puso sobre las piernas, en posición de rezo.
Ahí clavó la mirada.
—Me levanté temprano
y no tenía nada que hacer. Y me puse a pensar, viste. Pensé que esa
noche no tendría con quién salir. Que a la tarde me encontraría con
una amiga en un shopping. Que me aburriría: a la tarde, a la
noche, el lunes, el martes. Que seguiría aburrida en Navidad. Y el
día que me jubilara.
—…
—Entonces me tragué
las pastillas, que no fueron tantas, tres o cuatro… Y me tentó la
cama, toda deshecha: parecía el paraíso con almohadones.
—Hasta que te encontró
tu mamá medio desmayada y te trajo acá.
—Sí.
—Hoy es martes. ¿Estás
aburrida?
—Mmmfff…
Viviana se comió otra
galletita. De repente, empezó a reírse despacio. Tentada, contrabandeó
un par de carcajadas, pero se tapó la boca para que no se le escaparan
migas.
—¿Sabés qué, Fermín?
Tengo los problemas que vos decís que tengo: ganas de hacer pis, de
comer y de tener sexo violento. Con vos.
Fermín se tiró en
la silla para atrás.
—Escuchame una cosa
—dijo, y estiró la boca para el costado, pícaro—: sos inteligente,
profesional, tenés vocabulario. Se nota que has leído. ¿Cómo se te
puede ocurrir algo tan obvio, tan cliché como una historia de sexo
entre un enfermero y una paciente de un psiquiátrico?
—Por eso me río, porque
es típico. Los médicos me dan el alta mañana: creen que lo mío fue
un pico de estrés. La verdad es que yo no tengo ganas de explicarle
a ellos lo del aburrimiento existencial y lo exagerada que fue mi
mamá al traerme acá.
—Ahora el que tiene
miedo soy yo…
—Dale, si salimos
te prometo que no me vuelvo a rascar las rodillas. Es más, me voy
a poner una pollera corta para que puedas ver mis piernas lisitas,
sin ningún sarpullido.
* * * *
MARÍA
EUGENIA
RODRÍGUEZ
(1979)
es una autora argentino-española. Licenciada en Periodismo, por la
Universidad del Salvador (USAL), Facultad de Ciencias de la Educación
y de la Comunicación Social (2003) y Analista en Medios de Comunicación,
USAL (2000), trabaja en la Redacción del diario La Nueva Provincia,
de Bahía Blanca (Argentina).
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Contactar: maru_rodriguez[at]hotmail.com
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Ilustración relato:
Meditations, By Monik Markus from Gainesville, Florida, United
States (Meditations Uploaded by Yjenith) [CC-BY-2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by/2.0)],
via Wikimedia Commons.
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