David
EL ANTES
(1.ª Parte)
Otra vez sobre mí
los fantasmas evocan sus recuerdos:
vivencias distorsionadas y desteñidas
cual pintura de Dalí.
La fuerza
del huracán
está en su memoria.
Retorcidas imágenes proyectadas
por neuronas empañadas de nostalgia.
EL DURANTE
Volví a nacer el día
de fiesta.
Rompió el cordón sobre el que yo pendulaba,
un ligero rayo salido del alba.
Se paró
el reloj de mi cuerpo
que impedía el camino reverso.
Y rota
las ataduras,
volví a ser joven.
De nuevo
el ansia de jugar,
de dilatar los momentos inertes,
tomó el timón de mi atormentada alma y...
volví a ser yo mismo.
Ya no
estoy quebrantado.
Sólo la punzante pena
de quienes me retienen
empañan mi nuevo sentimiento.
La fuerza
que me da esta entereza
no tiene manchas ni arrugas.
Es pura como el cuerpo de un neonato.
No tiene fallas, ni tiene dudas
porque la embarga el flash de la visión.
La visión de un alma blanca.
Este
vestido que abandono
resulta ahora incómodo
pero le tomé el cariño verdadero:
el que dan los roces.
EL DESPUÉS
En el laberinto
de mi cerebro
dejo la verdad desnuda.
Lo que ahora veo es más real
porque no lo veo con los ojos.
Dejo ya el arado
con alivio y amargura;
pero, no por mi marcha,
sino por los que ahora surcarán
la tierra de mis antepasados,
el valle de la carne
tan trillado por mis cansadas manos.
Descubro y dejo
mi legado:
después de mi segmento
entre dos infinitos,
ya sé lo que supe siempre,
que soy porque soy,
que fui porque soy.
que seré porque soy.
Otro poema de este autor:
El amor no se conforma
FOTOGRAFÍAS:
Pedro M. Martínez ©
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Revista Almiar - ISSN 1695-4807 -
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autor (2001) -
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