Ciudad
La ciudad, campo santo, blanco, inmaculado, inoculado de canas, alfileres y mercados; esqueleto construido con deshechos, pompas y oropel a flor de tierra gusanos en el fondo de la hamaca largas siestas de estos y aquellos savia al antojo derramada.
En las barrancas del Bajo en las villas escondidas por pudor toda vez que el pueblo... ¡Ay..., el pueblo! ¿Puede ser dicho el pueblo en los dos mil? arma en la baraja un juego decente, la historia la encuentra ciudad, paraje, pampa, pajonal virgen al día anterior al nacimiento, cuerpo tan joven asusta soñar empiece a hablar después del sexo.
Cualquier verdad (la verdad, otro fantasma) en las calles arbitraria en tanto trascendente, huye al laberinto de un futuro anterior al hormiguero y la colmena el río arrebataba por el bajo, desedificados los dockes y en el centro unos chatos arroyos amasados cascotes de mezclas indigentes. Riachuelo empetrolado, turbio sopor de entrañas marginales, unitaria avenida del manco Paz país |
de moles huecas con vocación identitaria, adictos espectadores formateados a décadas de bastones abanicados y circo. |
Microcosmos adúltero, geografía hipertensa, millones anónimos, brazos prescindibles, sin rostro interior.
Pulso de un espacio al borde del vacío con todos los ídolos caídos con todos los nombres por nacer.
Una ciudad, cualquiera, pero esta. |
Contactar con el autor: nestorv[at]fibertel.com.ar
Fotografías: Pedro M. Martínez © 2003
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Revista Almiar - Margen
Cero™ (2003) - ISSN 1695-4807 - Aviso legal