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El imperio de las luces

Autores

CARMEN LÓPEZ LEÓN · ANA MÁRQUEZ CABEZA · LUIS TORREGROSA · ALICE · ROXANA HEIXE WENTHUR · MISTERIO · DANY DE CULLA · QUETZALA · PEDRO M. MARTÍNEZ · CARMEN FLORES · PILAR MORENO · ANA MÁRQUEZ CABEZA · BÁRBARA · ANA CECILIA DEL RÍO · ALEJANDRA JAÉN

Textos

Cuando amanezca

Me iré cuando amanezca, habías dicho, lo prometí, ella me está esperando.
Y, mientras tanto, tus labios se deslizaban una y mil veces sobre mi piel ajada y la piel de tus dedos, arrugada y reseca, despertaba los más antiguos ecos de otras tantas caricias, no olvidadas a pesar de los años.

Te irás cuando amanezca, te había respondido, ya le hemos engañado muchas veces.
Y, mientras tanto, la claridad de las ventanas se derrama apenas sobre el parque.
Y desde el porche, la farola, reflejada en el lago, levanta imposibles destellos irisados en las quietas aguas estancadas.

Nos diremos adiós, cuando amanezca, se está acabando el plazo.
Y, mientras tanto, la sombra inmóvil de los árboles sin nidos cobija, silenciosa, nuestro amor viejo, que huele a angustia y muerte. Y la noche despliega alrededor de la casa rumor de eternidad y murmullos de abismos.

En el cielo ya había amanecido y las nubes eran manchas de luz sobre lo azul.

Entonces puse en marcha el sistema. Le había dedicado muchas horas, mi cabello encaneció delante de las pantallas de los diversos equipos que, durante muchas noches y muchos amaneceres, me suministraban los datos, los cálculos algebraicos complejos de las fórmulas físicas que combinaban los parámetros de la variable «tiempo» hasta lograr moverme en otra dimensión.
Y así logré que el tiempo, suspendido fuera de la materia, mantuviera la noche junto al día, para que no tuvieras que cumplir tu promesa. Nunca amanecería de nuevo, ni tampoco volvería a anochecer jamás. La enfermedad no tenía ya sus plazos vencidos, las células malignas olvidaban sus códigos genéticos de reproducción en función de variables cronológicamente determinadas y los ciclos biológicos condicionados a los ritmos circadianos se detenían automáticamente.

Tampoco existía ya entonces la materia, quizás era la nada el lugar en que estábamos, pero seguíamos juntos.

CARMEN LÓPEZ LEÓN


Sin título

Me pregunto si este amanecer me traerá pájaros nuevos. Me pregunto si las farolas que ahora comienzan a agotarse simbolizan que una luz aún más viva se despierta para indicarme el camino a seguir. Me pregunto si toda la noche acaba con el día o si todavía debo esperar que un borrón de sombra me haga oscuro lo que ya debía ser claro. Me pregunto cuándo comenzarán las luces a imperar realmente, cuándo derrocarán definitivamente a los dioses nocturnos y su insufrible tendencia al sadismo.
Por suerte, la esperanza es larga, como los pinos de la aurora.


ANA MÁRQUEZ CABEZA
orual16 [at] hotmail.com

Tiempo de querer

Me encanta tu casa, preciosa. Has roto la simetría con el abeto y en esta hora entre el crepúsculo y el amanecer, cuando dicen que todo ha terminado, empezamos ambos, perdidos del mundo, un después que suena a comienzo. Es tiempo de la caricia reposada, del mimo sobre el cabello, de la dulzura de un beso que se pierde por tu vientre antes ardiente y ahora templado, suave. Mira el lago, manso. Como nosotros. Mira el reflejo. Sólo faltan tu rostro y el mío. Salgamos: es la hora de bañarse a la luz del amanecer.

LUIS TORREGROSA
ltorregrosalopez [at] yahoo.es

Fiesta

Se ha marchado la noche, escondiéndose entre unas nubes blancas que jugaban allá, en el horizonte.
La casa está vacía; sólo quedan las luces encendidas como fieles centinelas, aguardando la llegada de alguien..., que no ha venido.
Todo estaba preparado; todo había sido elegido cuidadosamente para que él lo percibiera.
El tiempo ha estado detenido, desde aquel día en que se marchó sin ninguna explicación.
Nuevamente ha faltado a la fiesta; a una increíble fiesta para dos...


ALICE
grali [at] terra.com.mx

Revelación

Tu voz es diáfana: aullido de lobo que estremece mis tímpanos.
Tus ojos me buscan, delirantes, a punto de quitarme la vida.
Huyo de ti, deseo abandonarte en la espesura de un bosque.
Pero estás allí, flotando sobre el lago mohíno de mis recuerdos,
a punto de rozar mis talones con tu frente, revelándome la verdad
de lo que somos: cadáveres de un amor intenso.


ROXANA HEISE VENTHUR
roxanaheise [at] entelchile.net

Sin título

El cielo, ese cielo azul y límpido sobre tanta negrura.
Es nuestro ayer y nuestro hoy.
Luz primero, todo alegre. Blancas nubes de esperanza sobre nuestras risas.
¡Azul!
Se ha ido tornando oscuro, ha ido bajando la sonrisa. Se ha vuelto un
árbol de aristas escarpadas. Con pocos claros para los ojos.
Nuestros sueños se han hecho una masa tupida y compacta de reproches. Sólo asoman a veces fulgentes relámpagos rojos de celos y pasión apretada.
Es el infierno de nuestro orgullo.
Hay sin embargo un asomo velado, reflejándose aún luminoso en nuestros ojos.
Queda una brillante farola en nuestros recuerdos.
¡Ojalá no sea sólo un espejismo que acabe anegándose y naufragando en el lago de nuestras dudas!

MISTERIO
yallegue2002[at]hotmail.com

Sin título

El Imperio de la Noche, que bien podemos definir como la O del olvido del sistema planetario, que diría Karl Vennberg, que sigue creando en la programada y caótica mercadería del ser que se encierra y salva algo del olvido aunque sólo sea ese chaparrón del que nadie puede salvarnos sólo en un tiempo de cosechas donde mueren decenios de utopía. Es como un amor que nos roza saliendo del restaurante. Del asfalto surge su murmullo...

DANY DE CULLA
gallotricolor [at] yahoo.com


Sin título

Noche, día, inquietud, placidez, oscuridad, luminosidad... Los contrastes son los responsables de que exista el placer..., gracias a que sabemos y conocemos la luz del día podemos apreciar y valorar la belleza de la noche y de la misma manera el conocimiento de la oscuridad nos permite apreciar la luz del día..., esta villa es capaz de transmitir este pensamiento, en mi opinión aplicable a la vida misma... ¿Cómo saber lo que es el amor sin saber lo que es el odio?, ¿cómo saber que prefieres la calidez de por la mañana si no has visto la noche?, ¿cómo agradecer estar sano si no has estado enfermo?, ¿cómo saber lo que está bien si no sabes lo que está mal?... Para que la vida adquiera intensidad necesitamos los contrastes..., Magritte tú eso lo sabes bien y has sabido plasmar con una imagen el equilibrio de los opuestos, el yin-yan...

QUETZALA[at]---
goghvan [at] wanadoo.es

Fiat silentium

El farol que había frente a la puerta de la mansión se encendió momentos después de que un viento tórrido erizara las tranquilas aguas del cercano lago. El agua devoró las estrellas que nadaban en su superficie y los remolinos se tiñeron de un azul intenso, al tiempo que dos grandes ventanales de la planta baja de la residencia se iluminaron también como si alguien se hubiera despertado por el estruendo del huracán. La mansión, sin embargo, hacía varios días que había sido abandonada.

El color azul del cielo se tornó blanco. El viento arreció y varias bombillas más del palacete fulguraron, para estallar poco después. Ramas y árboles se partieron y el sonido de una gran explosión, de un millón de truenos, se abalanzó sobre la casa, rompió los cristales de las ventanas y despellejó el techo que quedó cubierto de calvas blanquecinas pero el farol, iluminado, erguido ante el edificio que se tambaleaba, resistió los embates anclado en el cemento de la entrada, como un sufrido vigilante en aquella noche de sucesos aterradores.

Después, el silencio regresó a la solitaria pradera al tiempo que el cielo volvía a ensombrecerse. Un espeso polvo comenzó a cubrir el lago, los árboles rotos y la pradera de cuidado césped. Nevaba tierra molida, calcinada, y a lo lejos racimos de chispas señalaban miles de relámpagos perdidos en el tenebroso cielo.

Llegó el amanecer pero sólo un leve resplandor amarillento desde el cielo, espeso, impenetrable por la tierra, iluminó la casa. El lago se convirtió en una ciénaga y poco después desapareció. El polvo comenzó a cubrir la mansión y el farol fue desapareciendo también pero la bombilla siguió luciendo durante unas horas cada vez más rojiza y desvaída, como negándose a morir en la hecatombe nuclear, sus filamentos brillaban, incandescentes, gracias a la fuerza de la electricidad estática generada por el roce de los infinitos granos de arena entre sí: si alguien la hubiera podido ver, quizás pensaría que se agarraba a la vida de bombilla para la que había sido fabricada.

Siguió lloviendo tierra, espesa, indiferente, y la lámpara mortecina lucía con pálida insistencia cuando llegó de nuevo la noche y con ella la oscuridad más completa sobre la casa; noche silenciosa de muerte y soledad, sin estrellas, sin luna, desgarrada por los relámpagos que descargaban en la estratosfera la furia de la energía atómica. La bombilla, resistente orgullosa de tanta civilización, se fundió entonces llorando un destello rojizo, un último y leve resplandor que desapareció en un instante entre el polvo de la muerte.

PEDRO M. MARTÍNEZ
martinezcorada.es


Sin título

Contemplando ese cielo azul, bordado de blancos encajes, dentro de la oscuridad de mi alma, aquí, sola en mi castillo con tenue luz en los faroles y viendo la imagen del ser que más ansío en este instante, reflejado en el lago de mis sueños. No siento tristeza porque no está conmigo, ni lo llamo porque sé que a mi lado no vendrá. Sólo miro al cielo y aunque iluminen las estrellas yo lo pinto claro con luz y alegría para jugar con mi amado todas las horas del día. Es mi pensamiento y mi sentir, que me lleva a vivir esta sublime fantasía, convirtiendo noches en días y dentro de mí sentir el éxtasis de una luz brillante, de un cielo matizado en tules blancos, dentro de la oscuridad de mi alma.

CARMEN FLORES
carmen267 [at] webtv.net

La verdad real

A primera vista se presenta un espacio iluminado, un sitio acogedor en medio de un contorno oscuro. El cielo aquí no influye en tu ánimo, es la oscuridad, que rodea la casa, la que domina. La luz en sí atrae, pero engaña: no necesariamente todo lo que brilla refleja la verdad. La luz produce sombras y contrastes y no siempre enseña la verdad. Quizás esa luz es una trampa que atrae al interior de la casa, donde se produce una pesadilla de engaños.
Yo no entraría en ella.

PILAR MORENO
morenowallace [at] yahoo.es

Sin título

Duerma, monsieur Magritte, que la noche no es llanto...,
todavía.

ANA MÁRQUEZ CABEZA
orual16 [at] hotmail.com

Carta a un colega

Amigo, lamento que en el ejercicio de nuestra profesión perdamos de vista el horizonte. Hoy, digamos que por azar, o maniobra del destino, me he topado con una pintura de un tal Magritte, desconocido para mí (ya sabes, nuestra estrechez cultural), y vas a quedarte tan sorprendido como yo cuando te cuente lo que he visto con mis ojos.

¿Te acuerdas de aquel paciente que dimos en llamarle el loco? ¿Te acuerdas de aquel día infernal en que le sacamos del paro, y se pasó no sé qué tiempo enorme hablando incoherencias, según nuestro dictamen? Tú debes recordarlo mejor que yo porque estuviste al lado suyo las largas horas de recuperación y terminaste suministrándole una píldora para que se callara de una buena vez, cuando ya había conseguido abrumarte con su recuento de alucinaciones.

Sumergidos como estábamos en el hecho práctico de haberle salvado la vida, no prestamos la atención que su historia merecía, qué pobres de intereses nos quedamos los médicos, ¿verdad?

Vas a pensar que tengo un día de esos en que no soy más que mi nostalgia. Tal vez. Pero atiende bien: el viejo no estaba loco y ese extraño lugar del que nos reprochó haberlo sacado bruscamente, el único lugar del universo donde se puede escuchar la música del silencio, como él mismo dijo; existe.

Aquí tengo frente a mí, mientras te escribo, ese sitio encantado que está más allá, después de Todo, habitado de seres luminosos, ahora reunidos en la casa del lago, y es cierto que resulta imposible describirlos, porque es puro aliento espiritual. Ahora comprendo aquella expresión de reproche en los ojos del viejo por nuestra incredulidad, cuando sentenció: «Ustedes no pueden entender, no pueden, la luz está en nosotros, pero de al lado de acá no somos más que sombras».

BÁRBARA
chelyfun [at] hotmail.com

Eso eres tú...

El cielo se abre, bajo el espectro de tu cuerpo; blanca; luminosa;
cobijada por las luces de tu vientre, que se yerguen en la piel risueña;
erecta; trasmutando al sol de las entrañas, en un espasmo azul, de volátiles cenizas. Y la noche se emociona, en el rocío, que tus paredes tejen; como un follaje silencioso, que hila tu piel, en el laberinto de las ramas. Te expandes, como un ave que trepa, el silbido oscuro del designio; elevada; airosa; taciturna. Tu alma se declina lentamente, por los jardines hechizados, de eternos pasadizos; en la frescura de tus labios, enraizados en los brotes, que acarician tu semblante, tendido al infinito.

ANA CECILIA DEL RÍO
anaopera [at] hotmail.com


Sin título

No se tiene un alma entera para comparar las cosas, un alma
completa, un alma sola, se tiene la duplicidad, como un marco insoluble, inquietante y ansioso que nos revuelca el ulterior casi rematándonos en el mismo hoyo del viejo hilo de la confusión, como decir las cosas tan solo una vez sin tener la duplicidad como medio de transición, como decir una sola cosa sin alguna repetición, si cuando se trata de complacencia, todo se basa en la repetición.


ALEJANDRA JAÉN
alanis_uare [at] hotmail.com

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Ilustración: Rene Magritte by Wolleh, Lothar Wolleh [GFDL (http://www.gnu.org/ copyleft/fdl.html) or CC-BY-SA-3.0 (http://creativecommons.org/ licenses/by-sa/3.0/)], via Wikimedia Commons.

👁 Ver otros cuadros:

Edvard Munch · René Magritte · Vincent Van Gogh · Salvador Dalí

◻ Publicado en Revista Almiar (2003). Reeditado en junio de 2020, durante la pandemia de la 😷 Covid-19.

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