Gabriel Impaglione

Viernes 8


Ay amor mío, la calle a ciegas
en su corriente metálica
calló derrotada cuando nos miramos.

Todo era ruidos y vapores, gente
como ojos de pájaros acechados.
La ciudad hervía en su vértigo
y en sus laberintos te buscaba.

Mi luna, ay, luna mía, en ti encontré
mi corazón satisfecho, el alma
en un recoveco de tu pecho acurrucada.

En ese lugar del mundo que tú eres
los escasos imposibles
se hacen frutas en las manos.

Me ocupa la tristeza como una noche áspera.
El mundo es un rincón a ciegas
un dolor de hondura sin palabras.

¡Ay esta mitad que no soy y que me pesa!
Su arrancada mitad dejó a solas
la noción de poema que me quema.

Reinauguro exilios y otros vacíos,
horas clausuradas, inmensidades huecas.
Merodeo el desvelo para hallar el sueño
y me enfrento
a la incertidumbre de hoja con la que espero
la próxima hora inasible.




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Contactar con el autor: impaglioneg[at]yahoo.es


Ilustración: Fotografía por Pedro M. Martínez ©



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