Elías Letelier

Selección de
poemas

EL MUELLE

Y en el universo,
la curva del tiempo
es mucho más grande que una manzana,
se parece a una línea recta
que el hombre no quiere entender.

Allí,
antes que existieran
tus ojos,
Dios,
la Coca - Cola
y el teléfono,
el universo tenía sentido:
era una lámpara, una manzana,
una fábrica de ladrillos;
era un canto vertido en una copa.

Sin embargo,
el hombre con sus pilares,
parásito bajo el imperio del Sol,
al no poder descifrar su origen,
se llamó hijo de Dios,
para creerse heredero del universo.

COLOMBIA

La lluvia es un horizonte
que se derrama,
otra hoja que cae
cuando sale el sol
o llega la noche.

No te atormentes con mis palabras.
De nuevo ascenderá al tacto
el odio de otra teoría perfecta
y tendremos que volver a las guerras
que destruyen al hombre,
en nombre de la paz.

Mi corazón,
por ejemplo,
un día vio a la lluvia caer
sin reposo, sobre vastas multitudes
olvidadas por los humanistas.

Ahora,
nadie habla,
mientras los rostros se esfuman
entre los bosques petroleros
ocupados por la codicia.


CAMINANDO SOLO

Amo la compostura ordenada del viento,
su crespa uña de enredadera llega hasta mí
y trae algunos olores de fuego al atardecer.

Rodando bajo el árbol del silicio,
entre la duda del cuarzo lechoso
y la arrogancia laureada del ópalo,
murmuro por las calles versos de Emily Dickinson,
y sin saber cómo llego a todas partes,
vuelvo perdido desde el fondo de las lilas de agua,
hecho pájaro con una rara canción.

Juego con la voluntad eólica de mi oscura infancia,
danzo en mis sangrientos territorios desbocados,
y por las calles, enrarecido en la espuma volátil,
esculpo teorías fantásticas
que insulto con una sonrisa:

No hay silencio más allá del silencio.


NO ME GUSTAN ESTOS VIERNES


    Cuando voy por las calles
    de los EE.UU.
    y veo a los niños,
    les extiendo mis manos,
    los abrazo, si puedo,
    y luego,
    triste me voy.

    Algún día,
    cuando estén más grandes
    los enviarán a mi país
    y allí,   
a mis hijos
dejarán muertos.
Tal vez,
me disparen a mí,
mientras,
en otro lugar
lea este poema.
Ellos,
también sonríen conmigo,
y sin saber nada de invasiones
siguen jugando
y corriendo.




EL CALENDARIO PROHIBIDO

Canto final


Soy hijo del desierto imperturbable
y de los glaciares tempestuosos del sur,
donde el océano con su copa es infinito
y la afilada parcialidad de mis versos,
en las noches sin estrellas,
sube al tacto de las paredes industriales,
como un crimen terrible,
para hablar sobre otro olvido
y otra paz mezquina.
Yo soy de la América magistral,
donde alguien se hace lámpara y desaparece
y la oscuridad baja a las chozas y cubre
los enroscados bultos de los seres que duermen,
hasta que el olvido enciende otras luces,
en un implacable rito de libertad circular.

En la palma de este paisaje,
en mi patria prisionera de sus soldados,
donde me odian por decreto;
desnudos acueductos, suspendidos
sobre la dormida piedra glacial,
todavía cubierta de cenizas,
cabalgan con el origen de la vida;
no perturban el impávido ojo del hombre
ni la extraña risa del niño esclavo,
que retorna al círculo de la muerte
para besar los sumergidos caudales.

¡Del amor al amor!
Yo insisto en sus manos y nuestros besos
prohibidos por otros odios.

Fue posible tallar las praderas del espacio,
describir el color de tus ojos dormidos,
y en esa múltiple concavidad de abismo,
dejar para siempre el tacto de nuestras vidas:
Mujeres redondas como una usina suculenta
y hombres sin oficio, cubiertos de desamparo,
sonríen a la redonda caricia del viento
y se pasman de las alturas de la biología.

Alguien grita
en el Congreso Nacional de Chile
y dice que miento.

La lluvia con su armamento mojado, cae
sobre los estantes de las ciudades que duermen,
cae sobre el corazón de seres desnudos,
despeña sobre el nervio cansado que se dilata y,
entre los escombros de estas altitudes urbanas,
niños caminan bajo el temor del hombre,
que por las noches limpia las ciudades:
los mata.
¡Miro lo que ha quedado,
lo que dejan,
lo que abandonan!

Grandes sabios con sus matemáticas esferas
tiemblan ante las lágrimas de un antiguo pensador
mientras el marfil con su óxido de ámbar se deshoja,
y el otoño con su navegado armamento de vacío,
por las sombras trepa a los pechos de América,
al ojo que nunca vio mas allá del muro, y muere
soñando que algún día despertarán los sabios
que no son capaces de descifrar la esclavitud.

En mi destierro de aire y de memoria,
me asilo en los depósitos de la distancia
de una gran silueta del atardecer.
Yo me encadeno a multitud de pasos
vedados por señores cubiertos de títulos,
que cantan extrañas canciones
y en nombre de todo lo prohibido,
inconsolables, hablan de la paz.

¡Matando,
ellos construyen vastos imperios
perfectos!

De pronto, ya no existes.
Nadie te ve, pero aquí estás:
la sonoridad de los bosques
con sus párpados y jambas de hojas
canta sobre la nunciatura de la clorofila
con su aceitado engranaje verde,
y el hambre de los pobres continúa con su acento,
alimentando de imágenes solemnes
el discurso de los grandes humanistas.

¡El poeta es una lámpara
o un ojo encendido!

Mueren los ríos con sus redondos anaqueles
y la memoria de caudalosas naciones
prohibidas desde el origen y lentas
desaparecen consumidas por la codicia,
asfixiadas por los tendones de la tecnología
de los extendidos circuitos fluviales.

¡En las palmas de una oscura copa
se estancan los arrecifes de la vida!

Dentro de un cuarto sin luz
puede habitar una flor opaca
con toda su catedral de verticilos nupciales.
Ahora, no te atormentes más, pensando
en la libertad que allí te quitan:
al mirar a otros ojos prohibidos,
serás una danza en la multitud.

¡Ellos son
así!



Elías Letelier-Ruz, poeta de Santiago cuenta con una obra poética publicada en diferentes idiomas y por prestigiosas casas editoriales. Salió de Chile en 1981 y desempeñó funciones como Director del diario El Siglo (ver. inglés); Comisionado de Derechos Humanos de las Universidades Marítimas del Canadá; corresponsal de diferentes medios de prensa; ex-editor del Consejo Nacional de Cultura de Nicaragua, Oficial Teniente Primero del Ejercito Popular Sandinista de Nicaragua y miembro de la guerrilla guatemalteca. Ha residido en Suecia, Francia, Alemania, Nicaragua, Guatemala. Estudió lingüística antropológica, psicología, inglés, francés, alemán, electrónica, robótica, computación, como también literatura para una maestría inconclusa. Ha publicado sin número de ensayos y artículos sobre el arte, literatura y las luchas sociales.

OBRAS: Mural. Ottawa: Poetas.com, 2002
Poemas Escogidos. Ottawa: Poetas.com - CdPoesía. 2002.
Histoire de la Nuit. Montréal: l'Hexagone. 1999.
Silence. Montréal: l'Hexagone. 1997 (francés).
Silence. Dorion: The Muses Co. 1992 (inglés).
Symphony. Montréal: The Muses Co. 1988.
Canciones del Gato. Santiago: Horizonte. 1976.

Contactar con el autor:
elias[at]letelier.com


Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©



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