aforismos por
Javier Sanz Gómez

 

Escribir es hablar con otro en otro tiempo.

 

La lógica le coloca sogas a las nubes.

 

Lanzar piedras al cielo para que alguna se convierta en nube.

 

La metáfora es el aire que está dentro del espejo.

 

El electrón le ha usurpado a Dios el don de la ubicuidad.

 

Desde el descubrimiento de la física cuántica, las paradojas tienen mucho más sentido.

 

¿Por qué eres tan materialista? Porque soy materia.

 

¿Una experiencia que te haya asustado? Nacer.

 

Las familias son como las placas tectónicas que de tanto rozar, de vez en cuando necesitan liberar tensión.

 

El matrimonio es la única causa de divorcio.

 

Soy trasnochador porque siempre espero del día algo más.

 

Soy pesimista porque amo la vida.

 

Yo no veo ni la botella medio llena ni medio vacía; yo la veo rota.

 

El cuadro de Goya Saturno devorando a su hijo decorando un McDonald´s.

 

El notario dejó escrito un epitafio en su tumba: «Doy Fe de que estoy muerto».

 

Una española me cocinó lentejas en Canadá; nunca pensé que las lentejas oliesen tanto a España.

 

Lo trágico no es que Venecia se hunda, es que se seque.

 

A Venecia sólo le falta navegar.

 

Bañándome en la playa de Benidorm pensé: el horizonte nunca es hortera.

 

Las Vegas: la grandeza del subvenir.

 

Los paseos marítimos aburguesan el mar.

 

¡Que pereza el más allá, con lo bien que se está en el sofá!

 

El cementerio: el huerto de todos.

 

Las vías del tren siempre terminan en un adiós.

 

Las sombras se celan de los espejos.

 

No se qué voy a hacer en la tumba, soy claustrofóbico.

 

Con lo que amo el espacio no soporto la idea del ataúd.

 

Quiero pasarme la eternidad en un ataúd descapotable.

 

Después de la batalla, los muertos tomaban el sol.

 

Embalaron a los soldados en bolsas de plástico, como trágicas crisálidas.

 

El dictador le arranca las alas a todos los pájaros.

 

El comunismo iguala, por eso ha casado tan bien con la muerte.

 

Los aztecas arrancaban corazones en las cimas de las pirámides; los nazis eran más discretos, a los judíos los mataban sin «glamour».

 

Ojalá existiesen los fantasmas, viviríamos más acompañados.

 

La Virgen, como los extraterrestres, siempre está jugando al escondite.

 

Los extraterrestres son ángeles laicos.

 

Los mormones llevan a Dios en la mochila.

 

Busco el fósil de una pompa de jabón.

 

Se me derriten los dientes y me los trago.

 

Mis cajones están llenos de nubes.

 

Le di al interruptor y en vez de apagar la luz apagué el sol.

 

Trepé por la sombra del árbol.

 

¡Enterradme en la luz!

 

Los celos son terribles, siempre van disfrazados de otra cosa.

 

El amor se equivocó de universo.

 

Hay lugares que ocupan la mitad de mi memoria, que sólo le pertenecen a mi tristeza.

 

Me aburro y las nubes no cambian de forma.

 

Aburrirse es hacer ganchillo con la muerte.

 

¡Tanta vida que tuvo que luchar para que yo existiera!

 

Hay dos vidas: cuando juegas con ella y cuándo juega contigo.

 

La vida: un haz de posibilidades y una hez de circunstancias.

 

La vida; prometo no volver.

 

Hemos tenido tanta suerte en nacer, que cuesta creer que vayamos a tener más suerte por morir.

 

La muerte no es demócrata porque no morimos todos a la misma edad.

 

La gente habla tan bien de los muertos porque nadie los envidia.

 

El cadáver me miraba con envidia.

 

¡Qué duro es que las personas pasen de ser concretas a ser abstractas!

 

La pesada broma de ser para no ser.

 

Al final seremos el equipaje de un ataúd.

 

La muerte no llama a la puerta, la tira abajo.

 

Suicidarse es anticiparse.

 

Al arrojarse el suicida, le brotaron las alas.

 

Hay algo que el hombre puede y Dios no, Dios no puede suicidarse.

 

Solo en un hotel de cinco estrellas, soledad cinco estrellas.

 

Tengo una soledad que huele a muerto.

 

Si el dolor fuese un paisaje, la soledad sería el horizonte.

 

La soledad le escribe cartas al olvido.

 

Me arrancaron la felicidad de cuajo, sin anestesia.

 

Quien bien te quiere, te hará feliz.

 

La felicidad perjudica mi escritura y eso es un lujo que no me puedo permitir.

 

La infancia, aquellos maravillosos años en que la vida era para siempre.

 

Qué cerca está para un niño el cielo, hasta que se le escapa un globo.

 

¿Por qué nos ilusionan las pompas de jabón si están vacías?

 

La arrogancia es la propina de la juventud.

 

Envejecer es desacoplarse.

 

Buscaba entre los cajones la risa de su infancia, pero solo encontró la dentadura postiza de su vejez.

 

Hacer reír es un acto de caridad.

 

No quiero la eternidad, quiero más tiempo.

 

Un deseo: detener el tiempo sin parar el corazón.

 

Ningún corazón late hacia atrás.

 

Fin de año: ¡Qué ironía celebrar lo que nos destruye!

 

Fin de año: cumpleaños colectivo.

 

El pasado no existe, he ahí el milagro de la memoria.

 

Al disparar la cámara de fotos, cierro el grifo del olvido.

 

El ámbar son las fotografías de la Prehistoria.

 

Las palomas mensajeras: los twits de la Edad Media.

 

El mérito de los griegos fue sacralizar la duda.

 

Rómulo sin Remo.

 

Al dios Neptuno o a la diosa Cibeles no le quedan más seguidores que los hinchas de un equipo de fútbol.

 

Todos los dioses terminan siendo souvenir de una religión extinta.

 

Es fácil creer en Dios en un convento, pero en un manicomio…

 

Dios es la necesidad humana de tener un interlocutor en el misterio.

 

Nadie puede dialogar con la nada; he ahí el éxito de Dios.

 

Por muy abstracto que sea Dios lo es menos que la nada.

 

No puedo perdonar que le perdonen a Dios lo imperdonable.

 

Te perdonamos Dios por que no sabes lo que haces.

 

No hay mejor negocio que vender ilusión, no tiene coste de producción.

 

Creencias: ¡Qué curioso que la verdad coincida con tus deseos!

 

En nada se equivoca más a placer el hombre que en sus consuelos.

 

La verdad es terrible, por eso hay tanto menor de edad.

 

La religión es una petulancia del hombre contra la muerte.

 

¡Y el mono se creyó divino!

 

La fe: hacer trampas al solitario.

 

La fe coloca lacitos rosas a las calaveras.

 

«La fe mueve montañas», la razón hace túneles.

 

Blasfemar es quejarse libremente.

 

La blasfemia nunca sacia al dolor, lo aviva.

 

Toqué la nada y me quedé sin dedos.

 

En la eternidad necesitaría saber qué hora es.

 

Sabemos contar hasta el infinito, lo que pasa es que nos falta tiempo.

 

El blanco y el negro se aman en el gris.

 

¡Si al menos al morir en vez de ser cenizas fuésemos espuma del mar!

 

La única respuesta lógica a la falta de sentido de este mundo es el azar.

 

El azar me llevará como me trajo, sin preguntarme nada, sin responderme nada.

 

Azar: el dios de los ateos y el de los ludópatas.

 

Creo en el caos todopoderoso; creo en el azar, su único hijo.

 

No podemos firmar un contrato con el azar, no tiene nada escrito.

 

¡Azar ten piedad!

 

La FIFA, como la Iglesia, saben que no hay mejor negocio en el mundo que vender una ilusión absurda.

 

El fútbol, metáfora de la inanidad del hombre.

 

El rugby es un corral de gallinas en las que todas luchan por un único huevo.

 

El pádel es un tenis amputado.

 

Los libros son esos amigos que nunca mueren antes que tú.

 

Embalamos la librería en cajas: parecía un cadáver descuartizado.

 

Los libros hay que olerlos, como los percebes.

 

Quiero un libro en mi ataúd, por si acaso.

 

Si un libro es sagrado todos los demás corren peligro.

 

No me miran ni los espejos.

 

Menos mal que las dianas no sangran.

 

Las rosas de plástico sueñan con marchitarse.

 

A la ametralladora le va a dar un infarto.

 

El sobre ha nacido para guardar secretos.

 

El grifo habla con la boca llena.

 

La reina del ajedrez se quedó embarazada.

 

El fumador nubló el cielo.

 

Las semillas no se pueden podar.

 

Los girasoles esperan otro Van Ghoh.

 

Nunca es más libre la hoja que cuando cae.

 

Las hojas inventaron el otoño.

 

El amanecer bosteza.

 

El tiburón es un cocodrilo que se ha hecho un lifting.

 

Los murciélagos siempre parece que salen de una lata de conservas.

 

El erizo nunca conocerá la caricia.

 

Las únicas relaciones sexuales que pueden tener los erizos son sadomasoquistas.

 

La jirafa se ahogó en la piscina.

 

Las jirafas merecen collares.

 

La tortuga tiene mucha vida interior.

 

El rinoceronte y el caballo tienen el mismo sueño: el unicornio.

 

El gorila nos mira pensando que desciende del hombre.

 

Murió el pájaro y enterramos el cielo.

 

El pájaro se estranguló con el horizonte.

 

Los cucos de todos los relojes salieron volando.

 

A la araña le gustan los deportes de riesgo.

 

A un latido de la nada.

 

El alcohol mata muchas neuronas, pero las mata felices.

 

Los espermatozoides se mueven como cometas.

 

La lágrima le caía por su ojo de cristal.

 

La lágrima: el cerebro escapándose de la calavera.

 

El hombre es un monólogo frente al mar.

 

Se desplomó el cielo y tiñó todo de azul.

 

La gota de lluvia cae por la mejilla del cristal.

 

Llevaba como pendiente una gota de lluvia.

 

La nieve: la lluvia vestida de novia.

 

Las nubes siempre nos están diciendo adiós.

 

Paró de llover y salió la luna; estaba mojada.

 

La luna le levanta la falda al mar.

 

Oigo pisadas en la luna.

 

Las estrellas son los puntos suspensivos de la oscuridad.

 

Nunca vemos más lejos que en la noche, vemos estrellas.

 

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Javier Sanz Gómez (La Coruña, 1968). Licenciado en Derecho por la Universidad de Alcalá de Henares (Madrid). Escritor, escultor y fotógrafo. En agosto de 2009, publica el libro de aforismos Jugando al ajedrez sobre una piel de cebra. Entre 2004 y 2008, publica dos libros de poesía y uno de ensayo: Las islas navegan y Rojo Afilado, y El viento no tiene guion. Ha impartido numerosas conferencias en centros culturales, librerías e instituciones privadas sobre su obra así como sobre el género del aforismo. Actualmente colabora con la prestigiosa revista de Filosofía hoy.

Contactar con el autor: javiersanzgomez8 [at] gmail [dot] com
👀 Poemas suyos se pueden leer en: https://poematrix.com/autores/javiersanz
▪ Otros aforismos de este autor: Nefertiti sin peinar

Ilustración: Fotografía por Javier Sanz Gómez ©

biblioteca relato Javier Sanz Gómez

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Revista Almiarn.º 90 / enero-febrero de 2017MARGEN CERO™

 

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