poemas por
Gabriel Desmar

 

Sólo un árbol queda de todo lo que había,
solitario moviendo sus verdes hojas al viento,
existiendo con la azul brisa marina y el sol,
como un ser olvidado en un camino sin historia,
murmurando pasa los días en su idioma de hojas.

Todo ya es nada y gira la soledad a su alrededor,
su entorno de a poco se desmoronó en el tiempo,
todo lo existente se esfumó hace años en el aire,
los sonidos leves se fueron apagando de a poco,
y sólo quedó el árbol cuidando las ruinas silentes.

Nadie se preocupa de él, sobrevive en solitario,
bebiendo lento  por sus profundas raíces la vida,
contando las estaciones en su ritmo circadiano,
vistiéndose de verdes hojas en cada primavera,
en un canto a lo eterno de su existencia profunda.

Árbol que representas la vida entre el polvo y la nada,
eres un canto a lo verde, a la trascendencia simple,
eres un puente que une el hoy con un pasado bullente,
mientras te cubres de hojas y flores cada primavera,
como vistiéndote para esperar a quienes ya se fueron.

ilustración poema Un árbol

 

Una simple ola en el mar

Vi lejana una ola pequeña que rompió frente a mí,
sentado en mi automóvil esperando un semáforo,
en su verde vientre y su cabellera de blancos hilos,
me llegó una sonrisa inesperada y una paz de antaño.

Con su visión me llegaron otras playas y otras olas,
venían de otros mares, venían de otros tiempos,
venían cargados de risas, de sol y de otras personas,
de murmullos de pasos en la arena, llenas de pasado.

Otros lugares en extensas costas diseminadas,
se sobreponen en mi mente en muchos veranos,
en bucear en esas aguas siempre transparentes,
en conversar  de cosas ya olvidadas en esas brisas.

En bañarme en  aguas de colores siempre distintos,
en recordar a todos los que ya no están en la arena
cuando en sus propios tiempos, se alejaron de todo,
y se fueron a sus propios mares desconocidos.

De pronto la luz del semáforo cambió a amarillo,
el nerviosismo de los automovilistas por arrancar,
me trajeron de vuelta a este mundo menos amable,
y me perdí en el tráfago de estos días sin sentido.

 

poema Ciertas cosas Ciertas cosas

Algunos espíritus danzan en las espinas de los cactus,
son como gnomos con sus grandes pies y sombreros,
y con sus cantos y flautas bailan alegres melodías,
trayendo una algarabía contagiosa sus bellas danzas.

En las noches de san juan el diablo está bajo las higueras,
observa a todos los que pasan y enseña a tocar guitarra,
y mirando en un espejo con velas y un lienzo blanco,
observo mi futuro y los años que recorreré en silencio.

Algunos aparecidos a veces se cruzan en mi camino,
están muy pálidos por recorrer solos las largas noches,
no me dicen nada, sólo pasan a sus rincones perdidos,
mientras  erizan mis pelos y un frío recorre mi espalda.

Un carro de fuego aparece alto en la negra noche,
camina por el aire oscuro y abre sus puertas para mirar,
atrapando a las personas con sus largas manos frías,
escuchándose sus lamentos que se pierden en la noche.

Esos mundos fantásticos de pueblos pequeños olvidados,
me acompañaron durante algunos años de la infancia,
unas historias antiguas en un ambiente casi irreal y mágico,
me comunicaron con mundos perdidos traídos del pasado.

 separador poema Algunos espíritus

 

La higuera de mi patio

Aquella verde higuera de mis tiempos de niño,
se secó de a poco como lo hace la vida misma,
murió como murieron todos los que la cuidaron,
y años después eran solo troncos secos al sol.

La encontré caída cubierta sólo por el silencio,
de sus frondosas y verdes hojas no había nada,
de sus frutos dulces de los veranos calurosos,
sólo encontré viejos sarmientos agrietados caídos.

Aún escucho como el viento susurraba en sus hojas,
aún me mezo en el columpio bajo su sombra,
siento las voces de los niños sacando sus frutos,
recuerdo su imponente estatura y eterna silueta.

A veces le tenía miedo en las noches oscuras,
porque se paseaba el diablo con sus ojos rojos,
un frío sobrenatural me recorría todo el cuerpo,
cuando en la oscuridad pasaba a su lado y lo miraba.

Me apoyé en su otrora firme tronco y se quebró,
sólo unas hormigas y arañas salieron a mirarme,
poco a poco lo junté en una pila para tirarlo,
poco a poco apilé mi niñez que estaba entre  sus ramas.

 

 

biografía Gabriel Desmar

 

Gabriel DesmarGabriel Desmar. Nacido en Chile, en Taltal, en 1952, su vida ha transcurrido en el Norte Grande, dominado por el Desierto de Atacama y por el omnipresente Océano Pacífico, ambas circunstancias ponen un marco de grandes extensiones tanto terrestres como marítimas que de alguna forma terminan condicionando la escritura y una forma de ver las cosas. Ingeniero de profesión ha trabajado en diversas empresas, ligado a proyectos y a la educación en algunas univer-sidades regionales. Como escritor, sus primeras letras fueron cuentos en el liceo, posteriormente a lo largo de su trayectoria pasó a la lírica en forma privada, ya que sus creaciones fueron archivadas durante 30 años, hasta que en el 2011 publicó su primer libro, posteriormente tres más: Cavilaciones y Sendas; Destellos en el Camino; Dimensiones Perdidas y Ciertos Tiempos Distantes. La temática es variada y de carácter universal, escribe casi de todas las cosas, siempre con alguna reflexión en su desarrollo. Cultiva la lírica en tres ejes: Sobre paisajes y vivencias in situ, sobre problemas existenciales fundamentales, y una mirada también liviana sobre algunas cosas que nos rodean y que a veces son muy cotidianas.
Contactar con el autor: gdesmar [at] vtr [.] net

 

Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

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