artículo por
Adolfo Vásquez Rocca

 

Prólogo

 

Los artículos que dan forma al presente libro han aparecido previamente en Revistas Internacionales de Filosofía, principalmente españolas, y otras tantas de Chile, Argentina y México. Ellos han sido, a su vez, resultado del trabajo investigador y docente desarrollado tanto en el Seminario monográfico sobre Sloterdijk dictado desde hace algunos años en el Programa de Postgrado en Filosofía de la PUCV, como en cursos de Postgrado y Conferencias impartidas como profesor invitado en Universidades de México, entre las que se cuentan la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla BUAP y la Universidad Nacional Autónoma de México UNAM. Con justicia, cabe señalar la importancia de las traducciones al español de la trilogía Esferas, llevada a cabo por Isidoro Reguera, bajo el alero de la editorial Siruela de Madrid.

Entre las entidades españolas a las que cabe agradecer por hacer posible este Libro se cuenta en primer término la Institució Alfons el Magnànim que publica la obra en su Colección Pensamiento y Sociedad, bajo la dirección editorial de la Dra. Rosa María Rodríguez Magda —impulsora de este Proyecto— así como a la Revista Debats —perteneciente a la misma entidad editora— y que publicó en su oportunidad [/debats/num/94/otoño/2006] el Ensayo central que da título a la presente obra.

Cabe una mención especial a las Revistas Académicas que, en su momento, acogieron y publicaron los Artículos que aquí se presentan —así como otros que se reservan para una eventual segunda  entrega—  entre  ellas  se  pueden  contar:   Nómadas – Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas, Universidad Complutense de Madrid; Philosophica – Revista del Instituto de Filosofía  de  la  PUCV;  Konvergencias  –  Revista  de  Filosofía  y Culturas   en   Diálogo,   Argentina;   Cuadernos   del  Seminario – Revista del Seminario del Espacio, Estudios Avanzados de la PUCV; Eikasia – Revista de Filosofía, ISSN 1885-5679 – Oviedo, España; Cuenta y Razón – Revista de la Fundación de Estudios Sociológicos (FUNDES) de Madrid, Fundada por Julián Marías; Revista Cuadrante Phi – Publicación de  la  Facultad  de  Filosofía  de  la  Pontificia  Universidad Javeriana – Bogotá, Colombia; Nómadas –Universidad Central– Bogotá, Colombia; Revista de Humanidades – Tecnológico de Monterrey, México; Gazeta de Antropología –Universidad de Granada–  España;  La  lámpara  de  Diógenes  –  Benemérita Universidad   Autónoma   de   Puebla;   Cuaderno   de  Materiales  –Revista de Filosofía y Ciencias Humanas– gestionada por la Facultad de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid; AdVersuS –Revista de Semiótica– Centro di Ricerca Semiótica «Ferruccio Rossi-Landi» (CRS), del Instituto Italoargentino di Ricerca Sociale, etc.

Finalmente no puedo dejar de mencionar a la Universidad Complutense de Madrid y al programa de Doctorado del Departamento de Filosofía IV, donde desarrollé las líneas de investigación en torno a la Estética contemporánea que han dado lugar a buena parte de los Artículos publicados en este Libro. Investigaciones que han contado con el valioso respaldo del grupo Theoria —Proyecto Crítico de Ciencias Sociales UCM— bajo la persona de su Director el Profesor Dr. Román Reyes quien ha alentado y propiciado la publicación de los avances en sucesivas entregas de la Revista Nómadas —también bajo su Dirección— de los últimos Artículos que componen el estudio que aquí presento en versión ampliada, crítica y anotada.

 

Adolfo Vásquez Rocca
Valparaíso, febrero de 2008

 

portada libro Peter Sloterdijk

Colección Novatores, N.º 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. I.S.B.N.: 978-84-7822-523-1 (Edición agotada)

 

Introducción

 

Si hay algún filósofo atípico en la lista de pensadores más influyentes del siglo XXI este es sin duda el alemán Peter Sloterdijk. Profundo conocedor de la más sólida tradición cultural y filosófica de su país —estudió Filosofía, Germanística e Historia en las universidades de Múnich y Hamburgo— y no en vano se formó bajo el influjo de lo que se ha dado en llamar la segunda generación de la Escuela de Frankfurt. En Sloterdijk concurren también otras tradiciones e influencias: La poética del espacio de Bachelard, Musil, Canetti, Hermann Broch y Spengler. También en Sloterdijk se deja ver el influjo de Nietzsche, particularmente en sus referencias a la crisis del Humanismo que luego con Heidegger asumiría otro designio hermenéutico.

Es así cómo obras de distinto carácter han ido delineando la propia propuesta filosófica de Sloterdijk: desde los escritos bélicos de Jünger hasta el taoísmo y la mística. Esta apertura se hace también extensible a la orientación interdisciplinaria de los textos de Sloterdijk; ellos incorporan ideas, conceptos e intereses procedentes de áreas tan diversas como la antropología, el arte conceptual, la música concreta, la arquitectura, la estrategia militar, el pop, el psicoanálisis, la mitología, la patrística, la mística, la psicología analítica, la biología, la medicina magnetopática o la literatura. Su pasión por la literatura no se limita a convertirla en un objeto de atención filosófica, sino que también la cultiva en los bellos ejercicios estilísticos de su privilegiada pluma. Sloterdijk escribe con una calidad literaria no vista en Alemania desde los tiempos de Nietzsche, cuestión que en lugar de consagrarlo, paradojalmente, lo ha convertido en un autor bajo sospecha, lo que no resulta extraño en el veleidoso reducto de la filosofía académica Más aún cuando Sloterdijk es también conductor —junto a Rüdiger Safranski— de un programa de televisión en la cadena pública alemana ZDF: El Cuarteto Filosófico [‘Das Philosophische Quartett’] —que tomó el nombre del célebre Cuarteto literario de Marcel Reich Ranicki— donde tienen lugar debates y análisis político-culturales de actualidad desde  una  óptica  filosófica  y  estética.  El  Programa  se  emite —cada dos meses— el domingo en directo, en horario estelar, con una duración de una hora y se graba en un estudio instalado en la fábrica de cristal que posee el consorcio automovilístico Volkswagen en Dresde. Como si esto no fuera suficiente para dotarlo de cierta heterodoxia, el año recién pasado fue designado miembro de la Academia de las Artes de Berlín junto a otros seis artistas e intelectuales.

Peter Sloterdijk rector de una universidad especializada en nuevos medios y diseño —la Hochschule für Gestaltung— en Karlsruhe al suroeste de Alemania, cerca de la frontera francesa, ha sido recientemente candidato al Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Sloterdijk, célebre por su ya legendaria Crítica de la razón cínica (1983), obra que —según Safranski— «cuenta cómo, tras desenmascaramientos e ilustraciones, la conciencia moderna tomó conciencia de sí y cómo ahora, con correcta conciencia, obra sin embargo incorrectamente». La recuperación del ideario cínico tiene lugar con el descrédito de las utopías, en la trastienda de la posmodernidad, en el desencanto estético-político ante las sociedades neoliberales. Crítica de la razón cínica puede leerse también como una puesta al día de la Dialéctica de la Ilustración de Adorno y Horkheimer. No se trata ya del nihilismo en ascenso, ni la metamorfosis de la razón en nuevo mito ni, mucho menos, del dominio de la razón instrumental lo que Sloterdijk describe y denuncia, sino el cinismo difuso de nuestras sociedades exhaustas. Ese «nuevo cinismo» que se despliega como una negatividad madura que apenas proporciona un poco de ironía y compasión, pero que finalmente desemboca en la desesperanza. Un cinismo que Sloterdijk define como «falsa conciencia ilustrada»: la de quienes se dan cuenta de que todo se ha desenmascarado y pese a ello no hacen nada, la de quienes se dan cuenta de que la escuela de la sospecha tampoco ha servido de mucho.

Pese a todo en Crítica de la razón cínica Sloterdijk presenta un discurso ético comprometido, libre de las falacias y espejismos del humanismo «edificante», de la antropología filosófica asentada sobre la herencia de la ilustración y la creencia en el progreso. Sloterdijk proclama así el fin del totalitarismo metafísico y la caducidad de la fatiga nihilista, a la vez que abre una brecha entre los apocalípticos y los entusiastas de las nuevas tecnologías, incluida la genética, ensayando —además— una teoría de la intimidad, del espacio interior, así como del exterior más abarcante, para explicar su concepción general del mundo y de la historia.

Filósofo complejo como pocos, crítico, polémico, pero sobretodo «hiperbólico», Sloterdijk de una gran cultura filosófica, bella retórica —consciente de su afinidad con la música y la arquitectura— y un estilo provocador, enfrenta los problemas de su tiempo con las armas de un fenomenólogo agudo, atento y perspicaz, que desea escribir una «ontología de nosotros mismos».

Ya en ese brillante Ensayo que es Extrañamiento del Mundo  (1993) —de un alcance teórico difícil de dimensionar— se encuentran en marcha las ideas matrices de Esferas (1998-2004), allí se pueden apreciar en su génesis, entretejiéndose, en toda su belleza y lirismo. Extrañamiento del mundo es sin duda la mejor obra de Sloterdijk. Por ello no sería casual que obtuviera el Premio Ernst Robert Curtius 1993. Sloterdijk esboza allí con expresiva visualidad poética las ideas que luego desarrollará bajo la temeraria forma del Gran Relato. Sloterdijk no le teme a los Grandes Relatos ni al cristiano, ni al liberal-progresista, ni al hegeliano, ni al marxista, ni siquiera al fascista, Sloterdijk es un maestro para reconstruir las historias en sus entresijos técnicos, auscultando el detalle para desde allí proyectar un diagnostico epocal con el afán provocador que le caracteriza.

Con las consabidas excepciones (Nietzsche y Benjamin) es sabido que los alemanes tienen una vocación confesa o encubierta por «la totalidad», desde los tiempos en que hubieron de refundar la filosofía. Suyos son los sistemas más reconocidos y sus pensadores más representativos, ya se trate de los idealistas clásicos o de los actuales socialdemócratas, inevitablemente tienden a convertirse en teóricos que generalizan con el mismo desparpajo con que los franceses creen que su realidad es el mundo. Así pues, ontología, ética, estética, economía, historia, religión, etc., forman un todo germánico pensado de consuno. Los alemanes piensan continentalmente, como observó con su característica perspicacia Deleuze, del mismo modo como, cada tanto, les da por expandir sus territorios y aplastar a sus vecinos.

Podría parecer que, en la madurez, el afrancesado Sloterdijk ha sucumbido a la idiosincrasia nacional, como parecía revelarse en el rótulo de su descomunal trilogía: Esferas, auténtico emblema de la Totalidad, reafirmado o refrendado en la sucesión de sublimes palimpsestos que forman los tres volúmenes —Burbujas, Globos, Espumas— donde se describen otras tantas hipóstasis del Todo. Aunque desmesurada, la intención de Sloterdijk, pese a todo, es renovadora: intenta dejar de pensar el mundo como siempre y buscar un nuevo punto de vista, nuevas metáforas. Asume la perspectiva del macrohistoriador, del crítico de la cultura, por momentos la de un teólogo.

Buena parte de las imágenes, literarias y gráficas del libro son de raíz religiosa. Parece obvio que, si el mundo es Uno y el Mismo, Organismo, Espíritu o Sinfonía, una sola debería ser su Razón. No de otra forma justificaba Hegel la necesidad del Sistema, contra la opinión de los románticos; lo cual hace irrisoria la rabieta de los criptohegelianos de izquierda (que antaño se llamaban marxistas) por la supuesta amenaza del pensamiento único. No, no han sido los liberales, ha sido Hegel y, en su momento, Marx, quienes reclamaron la necesidad de que los hombres contáramos con una sola manera de establecer las cosas.

En cualquier caso, a Sloterdijk le es indiferente esa cuestión y, por otra parte, no es un pensador sistemático. Su modelo no es Schelling o Hegel sino las seductoras generalizaciones de Spengler; su perspectiva es crítica de la tradición, es —en suma— un outsider al modo de Nietzsche. Por lo demás, Sloterdijk es lo suficientemente cauto como para dejarse tentar por el sistematismo filosófico, enfermedad que suele atacar a los filósofos cuando intervienen en diversos ámbitos, digamos transversales a la filosofía pura, y caen bajo la amenaza de la dispersión. Como se muestra en Esferas su propuesta es mucho más modesta. Consiste en un nuevo Gran Relato, aquello de lo que nos previno Lyotard hasta el hostigamiento. Pero, que quede claro, no para trazar una nueva construcción ideológica sino, literalmente, para contar las cosas de otra manera, lo que a fin de cuentas significa producir un nuevo mito cosmológico. El subtítulo, pues, le queda un poco grande, porque el trabajo de Sloterdijk no es filosófico, ni siquiera histórico, sino una reflexión literaria que se ofrece como campo de proyección de la experiencia. En efecto, lo que Sloterdijk nos ofrece es un nuevo modelo narrativo para la historia de la cultura europea, otro modo de redescribir el mundo o, si se quiere, de representárselo, en la época de la llamada globalización para examinar nuestra posmoderna, fragmentada y no obstante necesaria visión del Todo.

Esferas gravita alrededor de los espacios de coexistencia, que se pasan por alto o se consideran comúnmente como dados encubriendo así la información crucial para desarrollar una comprensión de cómo son los seres humanos. La exploración de las esferas comienza con la diferencia básica que existe entre los mamíferos y otros animales; la comodidad biológica y utópica que los seres humanos intentan reconstruir mediante la ciencia, la ideología y la religión. De estas microesferas (relaciones ontológicas del tipo feto-placenta) a las macroesferas (los macroúteros, estructuras políticas que adoptan la forma de naciones o de Estados), Sloterdijk analiza así las esferas donde los seres humanos intentan sin éxito morar y refiere a una conexión entre crisis vital (como la separación narcisista) y las crisis que se generan cuando una esfera estalla.

El planteamiento de Sloterdijk gira en torno a la «arqueología de lo íntimo» para plantear una concepción muy diferente de la intimidad a la que estamos habituados; este planteamiento pone en juego en un lugar preeminente la expresión, de resonancias, por otro lado, nada filosóficas, de «esferas». Una filosofía que se ubica bajo la imagen de la esfera y, de esta manera, da pábulo a todo tipo de asociaciones en torno a burbujas de aire, pompas de jabón y, por tanto, en torno a fenómenos inanes, inestables, casi privados de objetividad, se sitúa ya de un modo consciente en una zona marginal del espacio acotado en términos académicos y culturales, jugando con la fantasía de aligerar el centro desde la periferia [1].

Esferas es así el opus magnum de Sloterdijk, allí lleva a cabo una reconstrucción de las etapas de nuestra historia como habitantes de esferas, el tránsito desde el pliegue o clausura de la que el ser humano surge al estallido del espacio donde se ve psicológicamente expuesto y vulnerable. Así Sloterdijk transita del espacio más íntimo al más extenso y abarcante, donde se patentiza un extraño impulso a lo inmenso e inquietante.

La teoría de las esferas es un instrumento morfológico que permite reconstruir el éxodo del ser humano de la simbiosis primitiva al tráfico histórico-universal en imperios y sistemas globales como una historia coherente de extraversiones; ella reconstruye el fenómeno de la gran cultura como la novela de la transferencia de esferas desde el mínimo íntimo, el de la burbuja dual, hasta el máximo imperial, que había que representar como cosmos monádico redondo. Si la exclusividad de la burbuja es un motivo lírico, el de la inclusividad del globo es uno épico.

Hablar de las esferas no sólo significa, pues, desarrollar una teoría de la intimidad simbiótica y del surrealismo de la pareja. Es verdad que la teoría de las esferas comienza, por su objeto, como psicología de la formación interior de espacio a partir de correlaciones dúplice-únicas, pero se desarrolla necesariamente hasta convertirse en una teoría general de los receptáculos autógenos. Ésta suministra la forma abstracta de todas las inmunologías (…) Bajo el signo de las esferas se plantea al final también la pregunta por la forma de las creaciones políticas de universo en general [2].

Pertenece al drama de la vida el que siempre haya que abandonar espacios animados, en los que uno esta inmerso y seguro, sin saber si se va a encontrar en los nuevos un recambio habitable. El primer traslado, exilio o extrañamiento, el primer acto del drama, pues, sucede con el nacimiento. ¿Dónde venimos cuando venimos «al mundo»?, pregunta Sloterdijk. El modo de afrontar el mundo fuera del seno materno viene determinado de manera difícilmente analizable por los restos de memoria prenatales. Todos hemos habitado en el seno materno un continente desaparecido, una «íntima Atlántida» que se sumergió con el nacimiento, no en el espacio, desde luego, sino en el tiempo, por eso se necesita una arqueología de los niveles emocionales profundos.

El drama esferológico del desarrollo —la apertura a la historia comienza— en el instante en el que individuos que eran polos de un campo de dúplice unicidad salen de él a los mundos multipolares de adultos. Cuando estalla la primera burbuja sufren irremisiblemente una especie de shock de transcolonización, un desenraizamiento existencial. Los seres humanos experimentan fascinados y tristes cómo entre cielo y tierra hay más cosas muertas y exteriores de las que puede soñar hacer suyas cualquier niño del mundo. Al despedirse los adolescentes del regazo materno les invaden magnitudes sin sujeto, externas, provocadoras e indómitas.

La civilización altamente tecnológica, el Estado del bienestar, el mercado mundial, la esfera de los media: todos esos grandes proyectos quieren imitar en una época descascarada la imaginaria seguridad de esferas que se ha vuelto imposible. Ahora, tiene que procurarse redes y pólizas de seguros han de ocupar el lugar de los caparazones celestes; la telecomunicación debe imitar a lo envolvente [3]. El cuerpo de la humanidad quiere procurarse un nuevo estado de inmunidad dentro de una piel electrónico-mediática. La era de la falta de albergue metafísico generaliza el hábito de la huida. Con su disposición formal de progreso, el mundo huye de sí mismo en sí mismo; de cada posición del mundo fugitivo, se aprestan continuaciones de fugas. Así y todo, el mundo acelerado del dinero y de la comunicación absoluta parodia la relación metafísica con lo efímero; no dispone ni de una idea del pleroma de la metafísica ni de una concepción del vacío positivo. Las masas desespiritualizadas se encuentran a la intemperie sin que jamás se les haya aclarado correctamente el sentido de su destierro. Decepcionadas, resfriadas y huérfanas se cobijan en sucedáneos de antiguas imágenes de mundo mientras éstas parezcan conservar todavía un hálito de la calidez de las viejas ilusiones humanas de circundación.

En esta exploración de las macro-esferas aparece el vacío que, en su agitada histeria, pasan por alto los discursos actuales acerca de la globalización. En tiempos descascarados, sin orientación en el espacio, superados por el propio progreso, los modernos tuvieron que convertirse masivamente en seres humanos enloquecidos. «La civilización técnica, y en especial sus aceleraciones durante el siglo XX, puede verse como el intento de ahogar en confort al testigo fundamental de Nietzsche, aquel trágico Diógenes» [4]. Poniendo a disposición de los individuos alimentos técnicos de una perfección inusitada, el mundo moderno quiere quitarles de la boca inquietas indagaciones acerca del lugar en el que viven o desde el que se precipitan constantemente al vacío.

De ahí que el tema de la vieja ciencia política sea siempre —para Sloterdijk— el de la contención de los dramas que necesariamente tienen y han tenido que producirse cuando los horizontes de pertenencia mutua de las sociedades y los pueblos se expanden hasta dimensiones imperiales y alcanzan, como en la historia de las grandes civilizaciones, envergadura universal y genérica [5].

Este imaginario se nutre de metáforas épicas, propias del aliento de los grandes relatos. Las imágenes de Sloterdijk son tributarias al imaginario de la navegación y al de la bóveda celeste, perfectamente esférica, visión de un mundo ordenado y armónico que Aristóteles trasmitió a la Edad Media. Los ciudadanos de la época moderna tuvieron luego que acomodarse a una nueva situación en la que, con la ilusión de la posición central de su patria en el universo, desapareció también la imagen consoladora de que la tierra estaba envuelta por bóvedas esféricas a modo de cálidos abrigos celestes. Desde entonces, los seres humanos de la época moderna tuvieron que aprender a arreglárselas para existir a la intemperie, expuestos al nuevo aliento frío de fuera. El ser humano descascarado desarrolla su psicosis epocal respondiendo al enfriamiento exterior con el desarrollo de curiosas políticas de climatización. Al análisis de la conexión entre las crisis vitales y los intentos fracasados de conformar  espacios  habitables;  así  como  a  las  catástrofes que  acontecen   cuando   una   esfera   estalla,  como   sucedió —precisamente— con el giro copernicano, es a lo que se avocará de modo principal este Libro.

Así en la filosofía de Sloterdijk se pueden encontrar una multiplicidad de escenificaciones y actores que representan el drama indistinto de naturaleza y cultura; en la historia de los procesos antropotécnicos Sloterdijk introduce en sus relatos todo aquello con lo que el hombre convive cotidianamente, a saber: signos, señales, símbolos, máquinas, herramientas, animales, plantas, virus, bacterias, textos, obras de arte, museos, prótesis, intervenciones quirúrgicas, fármacos; a lo que se debe sumar la irrupción de los artefactos tecnológicos en la nueva configuración de la vida humana. La historia de esta cohabitación con elementos cuyo estatuto ontológico no ha sido suficientemente aclarado es el desafío de la filosofía de Sloterdijk. Bajo esta perspectiva, el mismo estatuto ontológico del hombre no está claro; en este sentido, Sloterdijk entiende al hombre como una deriva biotecnológica asubjetiva que vive hoy un momento decisivo en términos de política de la especie. De allí la crisis del humanismo y el reclamo por parte de Sloterdijk de una nueva constitución ontológica que tenga en cuenta a los otros seres humanos, a los animales y las máquinas, esto suscitará ásperas controversias que serán abordadas en la presente obra. Baste sólo mencionar la polémica con Habermas, disputa semi-velada en torno a las posibilidades tecnológico-genéticas de mejora del ser humano. Este debate no ha sido sino la secularización posmetafísica del viejo problema del Humanismo, a saber el de la domesticación del ser humano.

El campo de resonancia del pensamiento de Sloterdijk, como se ve, es extremadamente amplio y complejo, sin embargo su modo de abordar los problemas de nuestra época crítica es lúcido y original, erudito a la vez que inventivo, lo que lo ha convertido en un autor imprescindible para entender nuestro tiempo, esto pese a que la administración de la cultura no sepa aún muy bien dónde clasificarlo.

Sloterdijk compara, a su vez, la tradición cultural de occidente con una red epistolar. «Los libros son voluminosas cartas a los amigos». Esta es la esencia y función de la Filosofía: una telecomunicación fundadora de amistad por medio de la escritura. Así las obras que escribimos pueden ser consideradas como cartas dirigidas al porvenir, con la expectativa de encontrar amigos a la distancia, personas que movidos por una sensibilidad similar se vean estimulados a responder, pues bien, este es el espíritu que anima este libro.

El envío epistolar debiera sí trascender las condiciones contingentes, la pequeñez y mezquindad de los Consejos administradores de la cultura —y de sus secretarios generales— y provocar pese a todo una cantidad insospechada de amistades con lectores anónimos o con interlocutores con los que en alguna ocasión se ha intercambiado ideas y confrontado posiciones. La Filosofía esta así llamada a remover viejos vicios académicos, ampliar miradas obtusas que sólo giran sobre sí mismas. El pensamiento debe tener lugar al aire libre, y no en ambientes enrarecidos, donde se mantiene viciado y recluido en el marco hermético de ciertos departamentos universitarios, aislados y emplazados como sociedades secretas, con sus propias retóricas, sus propios ritos de iniciación e incluso sus propios santones.

Pese a todo la filosofía no se encuentra moribunda, sino más bien se mantiene en estado virulento todavía hoy, lo cual se debe sin duda a los resultados de su capacidad para hacer amigos a través del texto. De allí que escribir libros sea una empresa telecomunicativa claramente post-pesimista.

Sloterdijk ha propiciado un cambio en el estado de ánimo de la Filosofía y en su formas de comunicación. Apoyado en una lectura muy potente de Nietzsche, este alemán crítico de la teoría social y mediática frankfurteana, denuncia el carácter nocivo de lo que denomina la «ciencia melancólica».

En el siglo XIX, en literatura, música e incluso en el campo de las ideas, se había desarrollado el sentido del entretenimiento a través del anuncio del terror. Tras la guerra, la situación general del pensamiento propició la vuelta a lo gótico en el plano teórico. Ya en su primer libro, Crítica de la razón cínica, Sloterdijk rompió con esa estrategia de la fraternidad del terror. Sloterdijk toma así distancia y reconoce jamás haber sido un auténtico cínico. Declara que pese a su admiración por el cinismo griego, el de Diógenes y la así denominada Secta del perro, no tiene los medios suficientes para un programa de vida semejante. Ser un cínico coherente exige cualidades físicas y morales de las que admite carecer. El último gran cínico de nuestra época fue Emile Cioran, que llevó una vida monástica informal. Pero ser el monje de una desesperanza íntima tiene costos importantes porque día a día se debe enfrentar uno a refutaciones escogidas, a la prueba de que la felicidad no está tan lejos ni es tan trascendente. El cinismo es la decisión de no disolverse en la felicidad.

Sloterdijk quien en Normas para el Parque Humano se inquietaba por la desaparición del humanismo erudito hoy hace alarde de un optimismo sorprendente. El mundo en el que vivirá su hija, ya no parece preocuparle. Este gigante apasionado por las nuevas formas de la cultura, la buena literatura y los paseos en bicicleta por los aledaños de su casa en la provincia del Dréme, donde reside, continúa con su trabajo y disfruta con apetito de los placeres de la vida.

Para Sloterdijk hay que distinguir el pesimismo metodológico del pesimismo existencial. El pesimismo metodológico se impone porque pensar en lo peor es la base misma del análisis. Pero el oficio de profesor consiste en pensar en lo peor llevando una vida feliz. Sloterdijk ha ensayado mucho, como personaje psicológico que es, para estar tan desesperado como las teorías que conservaba de los maestros de su generación. Le han hecho falta veinte años para descubrir que era capaz de meditar sobre lo peor adoptando una actitud existencial orientada a la felicidad. Pues si se quiere escapar de la trampa del resentimiento, hay que desear ser feliz.

 

________________________

[1] SLOTERDIJK, Peter y HEINRICHS, Hans-Jürgen, El sol y la muerte. Editorial Siruela, Madrid, 2004, p. 138.

[2] SLOTERDIJK Peter, Esferas I. Burbujas, Introducción; Los Aliados o La comuna exhalada. Ediciones Siruela, Madrid, 2003, pp. 64-65

[3] VÁSQUEZ ROCCA, Adolfo, Peter Sloterdijk: Esferas, flujos, sistemas metafísicos de inmunidad y complejidad extrahumana, En NÓMADAS, Revista Crítica de Ciencias Sociales y Jurídicas. Universidad Complutense de Madrid, | N.º 17 | Enero-Junio 2008 | Y Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Córdoba, Argentina, N.º 15, Año IV, Segundo Cuatrimestre 2007, (pp. 93 -100) http://www.konvergencias.net/vasquezrocca140.pdf

[4] SLOTERDIJK, Peter, Esferas I. Burbujas, Ediciones Siruela, Madrid, 2003, p. 35.

[5] SLOTERDIJK Peter, En el mismo barco, Ensayo sobre la hiperpolítica, Ediciones Siruela, Madrid, 1994, p. 19.

 

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Adolfo Vásquez Rocca

Adolfo Vásquez Rocca. Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Postgrado Universidad Complutense de Madrid, Departamento de Filosofía IV, Teoría del Conocimiento y Pensamiento Contemporáneo. Áreas de Especialización Antropología y Estética.
Profesor de Postgrado del Instituto de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso; Profesor de Antropología y Estética en el Departamento de Artes y Humanidades de la Universidad Andrés Bello UNAB. Profesor de la Escuela de Periodismo, Profesor Adjunto Escuela de Psicología y de la Facultad de Arquitectura UNAB Santiago. Profesor PEL Programa Especial de Licenciatura en Diseño, UNAB – DUOC UC.
En octubre de 2006 y 2007 es invitado por la ‘Fundación Hombre y Mundo’ y la UNAM a dictar un Ciclo de Conferencias en México.
Miembro del Consejo Editorial Internacional de la ‘Fundación Ética Mundial’ de México. Director del Consejo Consultivo Internacional de Konvergencias, Revista de Filosofía y Culturas en Diálogo, Argentina. Miembro del Consejo Editorial Internacional de Revista Praxis. Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional UNA, Costa Rica. Miembro del Conselho Editorial da Humanidades em Revista, Universidade Regional do Noroeste do Estado do Rio Grande do Sul, Brasil y del Cuerpo Editorial de Sophia –Revista de Filosofía de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador–. Secretario Ejecutivo de Revista Philosophica PUCV.
Asesor Consultivo de Enfocarte –Revista de Arte y Literatura– Cataluña / Gijón, Asturias, España. –Miembro del Consejo Editorial Internacional de Reflexiones Marginales –Revista de la Facultad de Filosofía y Letras UNAM. –Editor Asociado de Societarts, Revista de artes y humanidades, adscrita a la Universidad Autónoma de Baja California. –Miembro del Comité Editorial de International Journal of Safety and Security in Tourism and Hospitality, publicación científica de la Universidad de Palermo. –Miembro Titular del Consejo Editorial Internacional de Errancia, Revista de Psicoanálisis, Teoría Crítica y Cultura –UNAM– Universidad Nacional Autónoma de México. –Miembro del Consejo Editorial de Revista Campos en Ciencias Sociales, Universidad Santo Tomás ©, Bogotá, Colombia. Miembro del Consejo Editorial de Ludus Complexus: revista multiversitaria de complejidad, publicación científica del Doctorado Internacional en Pensamiento Complejo – Multiversidad Edgar Morin. Integrante del Comité científico de Revista Trama Interdisciplinar -Revista do Programa de Pós-Graduação Interdisciplinar em Educação, Arte e História da Cultura, Universidade Presbiteriana Mackenzie, São Paulo – SP, 01302-907, Brasil.
Miembro de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF) con sede en Bruselas, Bélgica. Director de Revista Observaciones Filosóficas. Profesor visitante en la Maestría en Filosofía de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. – Profesor visitante Florida Christian University USA y Profesor Asociado al Grupo Theoria – Proyecto europeo de Investigaciones de Postgrado –UCM. Eastern Mediterranean University – Academia.edu. Académico Investigador de la Vicerrectoría de Investigación y Postgrado, Universidad Andrés Bello. Consultor Experto del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC)– Artista conceptual. Crítico de Arte. Ha publicado el Libro: Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización, Colección Novatores, n.º 28, Editorial de la Institución Alfons el Magnànim (IAM), Valencia, España, 2008. Invitado especial a la International Conference de la Trienal de Arquitectura de Lisboa | Lisbon Architecture Triennale 2011. Traducido al Francés – Publicado en la sección Architecture de la Anthologie: Le Néant Dans la Pensée Contemporaine. Publications du Centre Français d’Iconologie Comparée CFIC, Bès Editions , París, © 2012. Profesor de Postgrado, Magister en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013.
Profesor de Postgrado, Magíster en Biología-Cultural, Escuela Matríztica de Santiago y Universidad Mayor 2013–2014 –Investigador Asociado y Profesor adjunto de la Escuela Matríztica de Santiago, Área ‘Filosofía fundamental’ –dirigida por el Dr. Humberto Maturana.
Académico Investigador de Postgrado Multiversidad Mundo Real Edgar Morin; Programa de Doctorado Internacional en Pensamiento Complejo dictado por el Centro Mundial de Altos Estudios para la transformación social desde las Ciencias de la Complejidad, la Transdisciplina y el Pensamiento Complejo, 2015.


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✉ E-mail: adolfovrocca [at] gmail [dot] com

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Ilustraciones artículo: (inicio) Peter Sloterdijk (fotografía de Rainer Lück http://1RL.de; en Wikipedia Commons; licencia CC Genérica de Atribución/Compartir-Igual 3.0) | En el texto: Tapa del libro Peter Sloterdijk; Esferas, helada cósmica y políticas de climatización (remitida por el autor de este artículo).

 

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