poemas por

Ivelisse T. Machín

 

¡Escucha!, ¡amiga!, vuelven los disparos
en bocas de los tanques sempiternos.
Son ráfagas al ritmo de la lluvia,
arterias que se rompen en el pueblo.
¡Apúrate, Sarieh, vámonos pronto!
Ahora que los pasos marchan lentos
no pienses en las luces que se alejan,
no caigas en las rocas del desierto.
Rodamos al abismo en cada nube
y somos un instante de lo eterno.
¡No llores más!, lo sé, ¡contigo sufro!
¡contigo voy al Sol!, ¡contigo vuelo!
Las casas van cerrándonos las puertas,
las brisas tropezaron con tu aliento.
El polvo se diluye entre la sombra
al filo de los nombres renaciendo.
Parece que la vida es una tarde
que llega cuando crees que se va yendo
sin flores y sin ansias de futuro
pintada tras el alma de los lienzos.

Sarieh, Sarieh, Sarieh, mis piernas duelen,
mi historia se ha escapado de los cuentos,
mis cintas caen al ismo de los hombres,
mis manos se engarrotan por el hielo.
No suben los obstáculos, se rinden
sus mórbidas torpezas sin saberlo.
Mis ojos ya no miran el peligro,
se doblan en las cruces del invierno.
Son piélagos, son anclas florecientes, son míticos arbustos en el huerto
que buscan sus alpistes en el fondo y van del acicate al desenfreno.

Sarieh, Sarieh, Sarieh, no vuelvas, sigue.
Olvida que eras tú quien tuvo miedo,
olvídate del alma que se queda,
olvídate de mí, de los misterios.
¿No escuchas el bregar de los soldados?
No sabes que en minutos, ya no puedo…
qué levantas mis piernas al vacío,
qué mis ojos no logran ver más lejos.
¿Por qué me abrazas? Di, por qué no corres.
¿Por qué tu salto es fútil, si en los juegos
le quiebras la bravura a los cristales?

Las voces son dos gritos en el suelo.
Aplastan los minutos que nos restan
y tú los miras triste cuando tiemblo.

¡Sarieh, Sarieh, Sarieh!, ¿no lo comprendes?
Es hora de morir, y yo me muero.

 

 

linea-gris-smallYo he de quererte, Amor…

 

Yo he de quererte, amor, yo he de quererte. Sólo en tu voz retumbarán mis días. Sólo
tus manos pueden ser las mías. Sólo tu huella romperá lo inerte.

Yo he quererte, amor, yo he de quererte como la noche quiere a la mañana; como se
busca el eco en la campana; como se rema el mar a contrafuerte.

Si he sido ausencia, tu dolor impelo. Si lumbre he sido, de la luz sonrío. Más no dolor
que rompa el albedrío. Ni lumbre que desmaye de su cielo. ¿Ausencia? ¡Lumbre! De mi
Ser desvelo. Candil que rompe desde el agua al río. O virginal fulgor del atavío que
nace y mece en su cuna al grelo.

Es alado el jardín en mes de flores. Son claveles de luz tus manos frías y allá en las
dádivas de sombra impías por sembrar besos, nacerán amores.

Es alado el jardín, sus resplandores entre las tierras del soñar germinan y cual orugas
que sin rumbo minan la flor, salen en miles de colores.

Es alado el jardín, en cada esquina un pájaro se encuentra con su trino, un pétalo se
vuelve a su destino, un monte la piedad nos ilumina. Es alado el jardín, en cada esquina
hay espectros de Dios, hay almas solas. Lunas que van y vienen como olas, sangre que
el cruel almácigo resina.

A todo lirio moverá tu nombre. En toda rama se alzará tu frente. Y rama y lirio del
Amor potente, sentir me hará en el pardo pecho al Hombre. De rebelarme en mí, la sed
que forme y rompa el nudo, y a pelear se entregue. Yo fuerza soy, no lágrima que
agregue la curia indigna del poder informe.

Tronco a tronco del fruto la medida. Hoja a hoja del céfiro la espada. Corteza y filo que
se vuelve Nada. Estilarte punzón del Homicida.

Yo seguiré buscando la manera… Yo le daré a la aurora tres palmadas. De luz vestida,
como en sueños hadas, a la misión del viento prisionera.

No digo cómo, cuánto soy no digo. Silencio apóstese en la casta mano, que es gloria aún
más la Gloria sin Erano y cómplice sin voz aún más testigo.

No digo cómo, pero el Mal castigo. Lleva sed de justicia mi reclamo y erguida en el
rincón ya tramo a tramo, contigo y para ti, voy yo contigo.

No sé bien cómo. De tenerte vivo. Aquí yo en busca de tu sombra vago y en caja, negra
soledad apago y al monte huyo, de tu pecho esquivo.

No se bien cómo, pero no te olvido. A mi ser busco, y en tu Ser reparo. Si voy cansada,
es tu orilla amparo. Y del poder mil veces no he podido.

No sé bien cómo, pero soy más fuerte cuando estás tú, cuando no existe, la bruma de
aquel otro Ser más triste que hubiera sido yo sin conocerte.

Yo he de quererte, amor, yo he de quererte. Aunque de tal querer morir pudiera y
atildados mis leños en la hoguera. Al pozo caiga de mi propia suerte.

Yo por tu amor sabré quebrar la muerte. Y si muero aún en mí —cuerpo sin vida—.
Muchedumbre arderá, de Sol erguida. Muchedumbre seré yo para verte.

 

 

separador poemas Anis Idris Muhamad

 

Ivelisse Teresa Machín TorresIvelisse Teresa Machín Torres. Cuba (1987). Graduada de Ingeniería en Informática. Poetisa. Galardonada en disímiles certámenes literarios. Mención Extraordinaria en el Concurso Mundial de Poesía Nósside 2012 (Italia). Finalista del Concurso Mundial de Poesía Un Café con Literatos 2012 (España). Mención en el Concurso Nacional de Glosas Martianas 2013 que tuvo lugar en Matanzas. Primer Premio de Poesía en los Encuentro Debates Provinciales de Sancti-Spíritus correspondiente a los años 2011 y 2012. Finalista en los Juegos Florales Nacionales de Matanzas 2011. Primer Premio en el Concurso de Poesía Ilustrada Fayad Jamís 2011 y 2012. Seleccionada para integrar el Curso de Técnicas Narrativas a impartirse en La Habana 2014.

✉ Contactar con la autora: imachin [at] ucp.ss.rimed.cu

 

🖼 Ilustración poemas: A CH-53D Sea Stallion helicopter…,
By Cpl. Brian Adam Jones [Public domain], via Wikimedia Commons.

 

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