poemas por
Jesús Cárdenas Sánchez

 

Seguramente
pensarás que podías
haber dado más de lo que en su día
diste —es jodido ya lo sé—.
Ya me fui, ya te fuiste,
o bien ahora somos otros.
Esa fea costumbre, que a algunos acompaña,
de no ver las cosas a tiempo,
de bucear a pulmón
cuando las tenemos enfrente.

 

De la mano

 

Es como entregarse
a una promesa de esplendores,
a una hilera de mundos que permanecen intocados.

Es faro que nos ilumina y nos conduce;
rendición plana, extraña y casi simple.

A la hermosura de su luz nace un calor
que se mantendrá en fuego dormido
en la noche de los tiempos,
en la sintaxis de nuestras manos por siempre.
Y así podremos andar por el espacio.

Nos detendremos en la misma dulzura
de quienes ven juntos el primer amanecer desde la cama.

Paseamos cogidos de la mano
por fríos parques otoñales,
por calles atestadas de gente…
A su encuentro un inquietante brillo
echaremos en falta
juntar de nuevo los pliegues del deleite.

Al principio eran manos asustadizas,
huidizas a la luz; sólo a oscuras
en secreto se hallaban a sus anchas.
¿Qué magnetismo han encontrado?
Cuando vagos sonidos se oyen,
más se arriman en busca de esa calma.
Placer intenso, ajuste del placer
inmensamente en tus manos.

Al apretarnos no dejaremos hueco alguno
a las sombras perdidas ni fugaces
del tiempo, a sus naufragios,
porque a ese minúsculo límite no le temerá
nuestra celebración pública, destinada a no olvidar.


La puerta

 

Subo con paso firme y ante la cerradura, me hundo.
Vacila mi mano con la llave.
Desde fuera se oye Maybe tomorrow.
Sólo se explica mi astucia
cuando me deslizo por el camino
que conduce por su espalda,
cuando logro quitar metódicamente
los corchetes con su camiseta puesta,
cuando desabotono todas sus prendas.
Me apunto al haciendo y deshaciendo se va aprendiendo.
Entonces, sus ojos de gata parda,
los míos inyectados de deseo,
nos delatan lo que vendrá después.
Mientras en la cocina se hace a fuego lento,
descubro algo de miel en sus labios
que seguro se ha puesto con el dedo.
Las tentaciones me alcanzan
y no hay luz fuera de su piel.
Pienso en que me recibirás semidesnuda
en el umbral de la puerta,
pero la puerta hoy no quiere abrir.

 

Ante el castillo de Sancti Petri

 

Sólo allí tu espigón reluce,
contra el dogma de que es tiempo cansado,
quebradura temporal de la especie.

Te contemplo entre la playa y la roca,
entre el algodón íntimo y la canción dormida,
y todo parece pausarse.

No me digas que todo está dispuesto,
que todo está donde debe estar,
pues suerte tiene el islote, con sus estragos,
de no ser esparcido por el viento.

Me sonríes, sé que me sonríes,
desde la línea de la fortificación
porque el día gris se torna transmarino.

Sabes que no hay muerte posible
si aún respiramos el mismo azul,
si aún soñamos con la misma arena,
si aún hay aire.

Sabes: dejamos proyectos inacabados,
tú desde tu humildad
y yo en este oscuro rincón,
sólo esperando que vengas con brazos y piernas,
y desprevenido, me estampes un beso,
con el que volverás a equilibrarme
y a estrenar el mundo que dejaste.

 

Sin rencores

 

Ya no me gusta esta versión de moda.
No me gusta seguir siendo así:
afuera me planto de cero a cien.
Adiós a las horas sin dormir,
sin tiempo para hacer,
puedo dejar de pensar en ti.

Si alguna vez nos acercáramos
habría de ser en las afueras,
en tierra hostil a tu aliento,
frontera a tu rutina que cae en vacío,
un lugar donde corra la humedad
y el cielo nunca sea azul, apenas
se abran claros.

No quiero que reconozcas mis pasos,
ni mi perfume, ni siquiera mi voz.
El tacto de tu mano rodará en pesadilla,
una puerta que mire la muerte de cerca,
una puerta que busque ansiosa la luz en otra parte.

Desde entonces, la luna enferma no me visita,
bajará cachivache roto a tu mirada.
Reconozco ese gesto de gata a punto de saltar;
no es una imagen precisamente azul.

Ahora ya ves no me faltan palabras;
fracturas y grietas siguen sin sellar
—en cada grieta una voz se alza y profundiza—,
mas no van más allá,
a pesar de tus punzones sin anestesia.
Mi sistema me protege cuando oscurece
por si el corazón amanece inquieto.
Si oyes entre nosotros fantasmas
no los espantes es humo helado
que demandé a todos los infiernos.

Ya sin llamas, rescoldo ni ceniza.

 


A fondo perdido

 

No terminas por asumir la condena:
has obtenido cuanto entregaste
a los cuerpos y a las deudas.
Ni más ni menos.
Hallaste placentero la tenencia
de tener más, un poco más;
y molesto poner toda la carne en el asador,
un gesto tacaño más por tu parte.
Fue avivada la llama feroz de la avaricia.
¿Acaso hoy vienes a demandar
lo que diste a fondo perdido?

 

Detrás

 

Ahora sé qué hay detrás de tanta renuncia.
Renuevo el sol de mediodía y a madrugar…
Preparó café entre tantas lecturas.

Puedo intuir que hay detrás de ti.
Esa luz no te hace justicia.

Detrás se encuentra mi orgullo
cubierto de hojas y mojado
como los bancos de los parques
en otoño, solitario.

Soy ese chico que trata de comprender
que hay en esa imagen tuya.
Mi duda está en tus respuestas.
Tal vez seas demasiado joven para mí.
O tal vez la distancia sea el gran problema.
Siento curiosidad por lo que pensarás.

Sé que detrás de tu rechazo
sólo está la piedra y la arena errante,
y las horas lentas, lentas como piedras.
Quizás me venza la costumbre
y no pida más que tu imagen.
Veo una y otra vez tu foto,
y no sé nada de ti.
Aún no.

Palabras afiladas

 

Terminaron por oscurecerse las palabras.
Las veo apuntando al centro.
Van raudas, sigilosas,
furibundas en la tormenta,
aspirando a hacer el daño máximo.
En cada una se esconde una protesta,
una forma aguda en desequilibrio.
De nuestras bocas salen
formas atormentadas de abandono.

 


Como una letanía

 

Oí tu voz en llamas
aquella noche invernal de domingo.
Imagino tus ojos encharcados
Y una lágrima recorrería,
falta de fulgor,
desde la brasa dormida
hasta el paraje gélido de los sentimientos.
Oí la conspiración de tu voz sin temple.
Y algo crujió en la herrumbre de mis muros.
Tu voz en llamas.
Tu voz en llamas.
En llamas.

 

arabesco párrafo poemas

 

La decepción y el beso

 

Una mujer avanza por la espesura de un jardín urbano un domingo, poco antes que aparezca la primavera, camina hasta sentirse atraída por una escultura. Sus cabellos, la forma romántica de su rostro. Tanto es así que pasa sus manos por él. Tanto es así que se imagina que besa sus gruesos labios. Cree saber de quién se trata. Recuerda los libros que escribió, incluso evoca alguno de sus versos. Busca la confirmación a su intuición en su pedestal. Queda atónita, no sale de su asombro, no se lo puede creer, no se trata del mismo poeta del que había quedado prendada en su adolescencia. Es la viva imagen de su exnovio.

 

Tormentas mínimamente razonables

 

Alguien pasea con recelo sus ojos, agrios de placer, por las solitarias calles abarrotadas de hojas, arboledas urbanas. Enciende un cigarrillo y se queda observando la detestable iluminación de las calles céntricas. Se pregunta que el mal gusto no es un pequeño virus, sino una cuestión de estado que habría que solucionar, y no piensa sólo en la iluminación, sino en los eslóganes, en la música que sale de las tiendas de ropa… Se pregunta ¿qué pensaría el pobre de Juan Ramón sobre estas lunas?

Ha salido en busca de aliento, y sólo le vienen a su oído comentarios de fútbol, cháchara salida de la televisión, ilusiones dichas en voz alta a la cola de las administraciones de lotería. En el cielo pueden verse multitud de estrellas rotas. Lleva una culpa que clama en ese lugar. No sabe cómo afrontar ese silencio entre viento oscuro a oscura rama, esa calma inquieta al no encontrar en la palabra una manera de desprenderse de tanto odio accidental. La gente sale deprisa de los negocios abarrotados, cargados de bolsas, en busca de calor nuevamente. Le parecen unos cadáveres alimentados por máquinas, unos zombis preocupados en su taxidermia. A pesar de ello, y como está lleno de orgullo, busca un gesto amable.

Mira a una de las esquinas de la calle, abarrotada de gente dispuesta a consumir, y detesta el agua que cae sobre los amantes, unas gotas de lluvia tímidas, sabiéndose que una vez él también bebió de los besos de su amante un día como hoy con las calles abarrotadas.

 

arabesco parrafo poemas jesus cardenas

Jesús Cárdenas SánchezJesús Cárdenas Sánchez. Nació el 6 de noviembre de 1973, Alcalá de Guadaíra (Sevilla, España). Reside en Carmona (Sevilla, España). Es profesor de Lengua castellana y Literatura en Educación Secundaria desde el año 2003. Entre 2002 y 2003 cursó el período de Docencia del Tercer Ciclo en el Programa de Ciencias del espectáculo.
Fruto de sus trabajos de investigación, tiene publicado varios libros en soporte electrónico:
Espacios urbanos americanos en el «Diario de un poeta reciencasado», de Juan Ramón Jiménez, Editorial Procompal, Almería, 2007.
El concepto de lo popular en Juan Ramón Jiménez. Orígenes de la poesía neopopularista, Procompal, Almería, 2007.
Textos literarios: comentarios lingüísticos. Didáctica y ejercicios resueltos, Procompal, Almería, 2007.
Unidad didáctica de cuarto de ESO. Lengua y literatura: la oración compleja, el teatro fin de siglo, Internet y el uso de la h, Procompal, Almería, 2008.
Ha coordinado varios títulos dedicados a la enseñanza:
Atención a la diversidad en la educación secundaria obligatoria: propuestas educativas para su desarrollo en el marco escolar, Wanceulen, Sevilla, 2010.
Las competencias en ESO: actividades educativas para la mejora de la competencia lingüística en los centros educativos, Wanceulen, Sevilla, 2010.
La lírica en la materia de lengua castellana y la literatura: ¿cómo enseñar lírica en la ESO?: propuestas educativas desde el marco curricular andaluz, Wanceulen, Sevilla, 2010.
La narrativa en la materia de lengua castellana y la literatura: ¿cómo enseñar narrativa en la ESO?: propuestas educativas desde el marco curricular andaluz, Wanceulen, Sevilla, 2010.
La lengua castellana y la literatura en la educación secundaria obligatoria: propuestas educativas desde el marco curricular andaluz, Wanceulen, Sevilla, 2010.
Desde el ámbito creativo, se siente apasionado por la poesía. Algunos de sus poemas han aparecido en antologías, como la reciente antología Poemas inolvidables, Latin Heritage Foundation (EE UU), 2011. Ha colaborado en distintas revistas digitales. Fue galardonado con el Primer Premio Algunos arraigos me vienen en el XVI Certamen de Poesía «José M.ª De Los Santos», convocado por el Ayuntamiento de El Viso del Alcor, publicado por la Diputación Provincial de Sevilla, en 2006. Premiado por el poema Días grises en el Concurso Internacional de Poesía Latin Heritage Foundation, publicado en la antología Una isla en la isla, Latin Heritage Foundation, (EE UU), 2011. Pág. 186. Ha sido finalista en varios premios de Poesía:
– Premio de Tafalla de (Navarra), en 2007
– Premio Miguel Pozanco (Madrid), en 2009
– Premio de Barbate (Cádiz) «Barbate lee», en 2009.
Aún inédito se encuentra el poemario La luz de entre los cipreses que verá la luz la primavera de 2012 en la editorial Ediciones en Huida.

@ Contactar con el autor: jesuscar73 [at] yahoo [dot] es

Ilustración poemas: Fotografía por Pedro M. Martínez ©

 

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Biblioteca de poemas en Margen Cero

Revista Almiar – n.º 63 / marzo-abril de 2012MARGEN CERO™

 

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