relato por
Slawka Grabowska

S

altaba los escalones de dos en dos, cuando oyó a alguien llamándole.

—¡Rodríguez, espera! —hacia él casi corría el detective López—. ¿Ya has identificado a la última?

—¿La de anteayer? —frunció el ceño—. Claro… Estuve todo el día con eso. Te dejé todo en la mesa.

—No, no. Hay una más. La trajeron esta mañana.

—Esta mañana… —Rodríguez cerró los ojos un momento—. No, acabo de llegar. Será la última este año, ¿no?

—Eso esperamos. ¿Cuál es, la 63?

—La 64. Será la última. Es día 30. No habrá más mañana.

—Eso no puedes saberlo.

Por un momento los dos se quedaron en silencio. Rodríguez pensando en todas las anteriores, López seguramente en su último ligue.

—¿Quieres apostar? —dijo, rompiendo el silencio, el detective.

—¿Apostar? —a Rodríguez le costaba seguir los pensamientos de su compañero.

—Sí. Dices que será la última. Yo digo que habrá por lo menos una más. ¡Me apuesto todo mi sueldo!

El forense miró a López alejándose rápidamente. No dejaba de estar sorprendido cada vez que su compañero hacía un comentario que parecía ser bruto y mordaz. Pero se conocían ya hacía bastante tiempo, lo suficiente para saber que sólo era su manera de enfrentar el horror de su trabajo. Eso y el juego.

 

Le llevó todo el día identificar a la número 64. Claudia Hernández. 17 años. Como la mayoría: joven, delgada, morena. De 1,65 de estatura. Como siempre antes de informar a alguien, entró en Facebook y buscó a la víctima. Claudia tenía el perfil abierto al público. Le asaltaron fotos de maquillajes y fiestas. Fotos de amigos y familia. Post con artículos sobre conciertos y grupos famosos en la ciudad. Entre todo esto le llamó la atención una entrada:

Metas a corto y largo plazo:

– entrar en el equipo de natación,

– trabajar duro para pagar la inscripción a la uni,

– ser más simpática y conocer a más gente,

– leer a Platón.

—Leer a Platón —murmuraba bajando las escaleras. Sabía que era un error mirar a hurtadillas en sus vidas, sus habitaciones, sus pensamientos. Ya se acabó, no iban a cumplir nada de eso. Era una tortura que no le llevaba a ningún sitio. No le hacia mejor forense, no le ayudaba a ir con más ganas a trabajar. Todo lo contrario.

—¡Eh, Rodríguez! —López salió detrás de él—. Gracias por el informe.

Se quedaron quietos enfrente de la comisaría.

—¿Te apetece una cerveza? —Rodríguez no estaba listo para quedarse solo.

—Sí —el detective también parecía bastante deprimido. Las llamadas a los familiares siempre eran duras—. Sí. Pagas tú, me debes un sueldo.

Por la puerta lateral dos hombres pasaban debajo de un gran letrero que decía «Feliz Año Nuevo». Llevaban a la comisaría una camilla con una gran bolsa negra. La 65. Faltaba un día para el año nuevo.

 

divisor relato Slawka Grabowska

 

Slawka GrabowskaSlawka Grabowska (Varsovia, Polonia, 1983). Socióloga, profesora de inglés. En la Facultad de Sociología de Cracovia se especializó en cultura popular, pero su verdadera pasión son la literatura y los idiomas. En 2012, cinco meses después de trasladarse a San Sebastián, España, fundó el club de lectura en inglés, Donostia Book Club (http://donostiabookclub.booklikes.com/), que en un primer momento organizó con la biblioteca, el Museo San Telmo y ahora lo coorganiza, con la Biblioteca Municipal de Donostia Kultura. Su tiempo libre lo dedica a la lectura y la escritura creativa, últimamente también en español.
Publicó en Gazeta Wyborczaopowiadanie.org y Letralia.com. Los viajes y los gatos, son su otra gran pasión.

 Contactar con la autora: slawkagra[at]gmail[.]com

 Ilustración relato: Fotografía por Unsplash / Pixabay

 

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