Pedro
Martínez: El amor, la soledad,
el tiempo, el desencanto… son temas eternos de la existencia. En tus canciones
están presentes de forma constante…
Charlie Martínez: Es así, también me dijeron que algunas canciones
son tristes... paradójicamente algunas son alegres y yo sé positivamente
que mi estado de ánimo no era el más feliz al momento de escribirlas. Pero
creo que los sentimientos juegan un papel importante a la hora de escribir,
no solo las letras, sino también la música. Una canción se llama Bailemos,
y la música la compuse un mes antes que la letra, que surgió casi de casualidad.
Yo creo que lo afectivo está presente no sólo en las canciones auto referenciales
(la mayoría de mis canciones no lo son) sino también hasta en los temas
que uno compone por encargo. Antes de mi disco hice mucha música para teatro.
Por algo un director de cine busca a un músico y no al otro, porque le gusta
su estilo. Y el estilo es algo personal y lo personal surge de las vivencias,
del tiempo, de todo eso que nombras.
P.M.: Pensar es un mal negocio. Sentir puede ser una cuestión de
alto riesgo, entonces ¿por qué hacer un disco a la búsqueda de lo íntimo?,
¿no sería mejor grabar algo desenfadado...?
C.M:
No sé si pensar es un mal negocio, a lo mejor lo que es mal negocio es hacer
pensar. Cuanta menos educación tienen los pueblos, más fácil resulta su
dominación. La música que más vende es la más pensada, porque se realizan
serios estudios de marketing para determinar qué es lo que más venderá.
Yo no pensé demasiado al grabar mi disco, simplemente elegí dar a conocer
diez canciones que ya tenía escritas, algunas más nuevas que otras, pero
no me senté y dije «voy a hacer un disco» o «voy a hacer canciones para
un disco». Algunos artistas ya tienen el titulo del álbum antes de empezar
a grabarlo y ya saben a qué público será dirigido. Yo tengo casi 21 años
recién y es para mí un misterio el público que acogerá este material...
a lo mejor es un material para mis pares o para mis padres o para ambos.
P.M: En una de tus canciones citas a Lennon y a Yoko Ono, y me ha
interesado cuando con relación a ellos dices que vas a escribir «para el
bueno y para el otro», si el «bueno» sería John ¿quién es «el otro»?, ¿qué
has querido decir con ello?
C.M.: Es una ironía, ¡no es que Yoko sea mala! Pero digo que en un
mundo donde son los Beatles o los Stones, donde es tal gaseosa o la otra,
donde es tal partido político o el otro... donde se supone que hay un malo
y un bueno... yo canto para el que quiera oír, trato de no juzgar. Antes
se decía que Yoko desarmó a los Beatles... pero ¿cómo se grabó en el ’94
Real Love, aquella canción «nueva»? ¡Gracias a una cinta que tenía Yoko!
Es una irónica crítica —por llamarla de algún modo— que hice a esa actitud
humana de atribuir culpas o prejuzgar mediáticamente o comparar de manera
absurda... Los nombré a ellos como pude haber nombrado a otros, en la misma
canción digo «para el tango y para el rock», yo canto para todos, incluso
para los que no me quieren, porque yo tengo derecho a expresarme y el que
no quiere tiene derecho a cambiar el dial. Tanto los Stones como los Beatles
hicieron historia -me gusten o no ambos- eso hay que reconocerlo, nos encanta
Imagine y sin Yoko no sé si esa canción habría existido... no es Lennon
o McCartney, no es Tom o Jerry... ¿se imaginan a esas caricaturas separadas?
¡No tendrían gracia!
P.M.: Dices también que no «queremos que se juegue con lo que pensamos»,
¿piensas que la música debe ser «militante», que debe buscar remover las
conciencias?
C.M.: Esa frase está en un tema que se llama Lo que los chicos
quieren... donde canto «lo que los chicos queremos...» los chicos son
los niños y yo no soy un niño, se trata de un relato contado en primera
persona. Quise remarcar esto grabando un coro de niños, finalmente el coro
no se dio, pero voy a que esa canción la compuse para decir cosas que los
chicos, aunque no las pueden decir, porque no las advierten, inconscientemente
las sienten, porque los marcan. No es que canto lo que yo quiero para los
chicos, sino que canto lo que los chicos querrían si la sociedad le mostrara
ambas caras de la moneda. Es una canción antianorexia, anticonsumismo, entre
otras cosas. No me gusta usar la palabra militante o militar, porque usarlas
podría conllevar a la generación de violencia, violencia de pensamiento
si se quiere. No me gusta que haya bandos, que haya divisiones, porque no
me gusta la violencia. Me gusta la revolución, pero como decía Lennon: sin
violencia. O Gandhi: ganemos una guerra sin armas. Cuando pido que cambien
el sistema no pido que lo cambien por otro. El mundo es suficientemente
grande como para que existan muchos sistemas. Pero pido que cambien el que
tenemos en el sentido que lo mejoren o lo reinventen para que sirva a los
objetivos expuestos por su teoría. En los países republicanos, constitucionales...
la constitución dice cosas hermosas: salud, educación... cambien el sistema
para que comience a funcionar como la teoría indica que debiera funcionar.
Es como cambiar una PC en el sentido que le agregamos más memoria, le cambiamos
el monitor... lo estamos cambiando. Pero no estamos cambiándolo por una
Mac, porque nos gusta la PC... pero nos gusta que funcione mejor.
P.M.: Luego cantas que «no sé si quiero tu cuerpo o quiero tu amor».
Es obvia, me parece, la dicotomía, pero ¿crees que la sociedad actual es
más insensible, más individualista que las anteriores?
C.M.: No sé si la sociedad, fíjate que lo que uno se encuentra en
la calle, en el bar, en la oficina no siempre es lo que la televisión nos
muestra. Creo sí que se muestran, se priorizan modelos criticables y se
le resta importancia a otros más valiosos.
P.M.: Y sobre la rebeldía… ¿Crees que es posible un mundo sin rebeldes?
C.M: Es imposible, absolutamente. Fijate qué curioso es esto de la
rebeldía: en los años ’50 símbolo del rock eran las chaquetas de cuero.
Y los Beatles, 1963 o ’64, irrumpen vestidos con traje y corbata... El cuero
servía para rebelarse ante algo pero llegó un momento en que el cuero ya
era un estándar y creo que el traje y la corbata en ese momento causó muchísima
euforia... ¡se estaban rebelando de una revelación! Mira a todos esos jóvenes
con remeras de Marilyn Manson y piercings... se están rebelando,
supuestamente... pero ¿contra qué? Contra el mismo sistema que las fabrica
y que se llena de dinero vendiéndoselas... creo que hoy en día si te quieres
rebelar, ¡tienes que usar traje y corbata!
P.M.: No creo que la juventud sea tan «estéril» o «descerebrada»
como la pintan, sin embargo sí parece que los tiempos del cantautor han
pasado o, al menos, están relegados a un segundo término. Tu disco apuesta
por comunicar y la música que acompaña los poemas me parece más melódica
que rockera, ¿no te parece que has asumido un gran «riesgo» en esta primera
grabación?
C.M.: He asumido un riesgo que los grandes sellos a los que llevé
las maquetas del disco no quisieron asumir. Tuve el apoyo de muchos artistas,
lo que me hace pensar que es un disco artísticamente correcto. Y el apoyo
de los medios como ustedes es muy valioso. El riesgo existe, ni bien salió
el disco, una amiga vendedora de una tienda de discos cercana a mi casa
me contó que un joven vio el afiche con la tapa del CD, entró y pidió escucharlo
un poco, y lo compró. A veces, pese a los estudios de marketing, las grandes
compañías no apuestan a ciertas propuestas y terminan cometiendo un error.
Convengamos que un error no les hace nada en comparación a miles de aciertos
ya probados y realmente no necesitan arriesgarse. Yo sí necesito arriesgarme,
porque si yo no me soy fiel a mí mismo nadie lo será.
P.M.: Cuéntanos cosas de cómo ha sido la grabación del cedé. Me ha
sorprendido el número de instrumentos que tocas. Imagino, también, que la
participación de Elvio Dirito y Ernesto Salgueiro han sido importantes para
el resultado final.
C.M.: El método «hágalo usted mismo» fue inaugurado por Paul McCartney
en su primer disco solista, él se hizo cargo de todos los instrumentos.
Luego lo hizo Lenny Kravitz. Cuando grabé el disco no contaba con músicos,
no contaba con un contrato discográfico siquiera. Es el disco de un solista.
Y la gente que me ayudó lo hizo de manera desinteresada y lo hizo porque
les agradaron las maquetas. Es un disco debut y para mí fue un lujo trabajar
con profesionales, es innegable que el sonido resultó mil veces mejor que
si lo hubiera hecho completamente solo.
P.M.: Las discográficas (como las editoriales) hace años ya que sólo
ven el beneficio material en sus proyectos. Pero la música (o la literatura)
se democratizan cada vez más y día a día es más «fácil» lanzar un trabajo,
¿has recibido alguna ayuda en esta primera publicación?
C.M.: Recibí ayudas no económicas sino artísticas. El arte de tapa
estuvo a cargo de Oswal, mítico dibujante de comics que en Argentina se
lo relaciona con el rock porque fue homenajeado por el conjunto Soda Stereo
en su Unplugged. La ayuda de Salgueiro, Dirito, Dolina, Flavio Dilello que
es un periodista amigo. En fin, es un disco que se hizo gracias a la colaboración
técnica y artística de mucha gente, pero lo grabé en mi estudio, armé un
sello que es Grabarte, y todo lo hice con dinero que ahorre trabajando en
varios lugares durante dos años con el fin de destinarlo al cd... o sea,
es casi un capricho, yo sé que habrá más pérdidas que ganancias, pero esas
pérdidas, que son económicas, nada tienen que ver con lo artístico. Artistas
profesionales, reconocidos como Ignacio Copani -que es el Serrat argentino-
me apoyaron en todo momento y eso me da confianza, de alguna manera me da
indicios de que no estoy equivocando el rumbo.
P.M.: ¿Joan Manuel Serrat o Joaquin Sabina? ¿Bob Dylan o Bruce Springsteen?
C.M.: Todos son escritores y todos son músicos. Los admiro, son mis
influencias, al igual que los pájaros que saben cantar naturalmente y componer
sin partituras, ellos son cantautores de ley. En argentina nuestro Dylan
es León Gieco, por ejemplo. Como dice Daniela Del Arco (directora de teatro,
es mi manager) «amo mis influencias». Uno no se inmortaliza al grabar un
disco. Una persona se inmortaliza al constituirse influencia de otra, porque
la música, el estilo y la palabra siguen perdurando así pasen mil años,
trasciende en otros. Serrat, Víctor Jara, Silvio Rodríguez aportaron tanto
al género cantautor que lo perfeccionaron y permitieron su continuidad.
P.M.: ¿Qué pueden esperar del futuro los nuevos creadores en la Argentina?
C.M:. Lo que siembren, a la larga, aunque pasen años, alguien lo
cosechará. El futuro uno muchas veces no lo conoce. Ni lo conocen los hijos
de uno. Y a lo mejor los bisnietos cosechen lo sembrado. Crear es construir
presente y los creadores pueden esperar un futuro acorde al presente que
estén creando.
P.M.: La música gratis en Internet ha recibido duros golpes en los
últimos tiempos, aunque todavía hay grupos y cantantes (algunos muy importantes)
que ofrecen sus canciones libremente en la red, ¿crees que Internet es un
buen «escaparate» para los nuevos creadores, o sólo un complemento de los
mercados tradicionales?
C.M: Gracias a la Internet el año pasado pude llenar la sala de un
teatro, gracias al mail, al chat y a una página que yo tenía donde ofrecía
mp3. Pronto voy a volver a tener mi página, que será
www.charliemartinez.com y desde ahí se podrán
descargar fragmentos en mp3 de todos los temas del CD. También mp3 de
shows en vivo, lo que es casi magia: quien vive en España quizás pueda
conseguir el CD pero no es probable que viaje a Buenos Aires a presenciar
un concierto. Sin embargo podrá acceder a registros del mismo. Creo que
es una tecnología grandiosa que me permite ser difundido en España y otros
lugares a donde me sería imposible llegar, ustedes son una evidencia de
lo que digo. No sé si mi disco llegará a venderse en España, ni siquiera
sé si distribuirá en otros países de América Latina, pero gracias al mp3
existe una magnitud tal de difusión que la radio no puede igualar y ni siquiera
la televisión, porque es difícil llegar a ella, en cambio la Internet permite,
si se quiere, una democracia mayor. En Argentina hay una radio muy importante
que difunde rock en castellano, pero me he enterado que para sonar en ella
hay que pagar muchísimo dinero... para sonar en Internet no hay que pagar
nada. Y el que accede a tu música desde Internet lo hace voluntariamente,
descarga la canción, la guarda en su ordenador y la escucha cuantas veces
quiera en el momento que quiera, no tiene que esperar al momento en que
la transmitan. Hay una libertad de expresión muy grande, también hay libertinaje,
eso no lo veo bien. Personalmente he bajado canciones de Internet, me han
gustado y en consecuencia he comprado el disco. Personalmente me gustan
los CDs porque me gusta todo: el arte impreso, la calidad (siempre es mayor
a la de un mp3), todo eso. Pero me parece grandioso poder elegir bien qué
disco comprar y cual no, más allá del tema de difusión.
P.M.: ¿Dónde estás más a gusto en el estudio de grabación o en un
concierto en directo?
C.M.: En el estudio donde grabé el disco, como es mi estudio, me
sentí muy cómodo. Pero tardé mucho en grabarlo porque, al igual que los
Beatles, soy de hacer muchísimas tomas antes de elegir la definitiva. Eso
es agotador, sobre todo porque tienes que mantener la energía en la voz
y en la interpretación porque cualquier toma puede llegar a ser la final.
Me quedo llegó a tener casi 100 versiones, el violinista me pedía
por favor que la terminara. Y la frescura de tocar en vivo es incomparable
y el público y el lugar son parte del sonido, cada interpretación en directo
es única, irrepetible y me siento muy a gusto en vivo. El proceso previo
al show es largo y cansador también, por ejemplo, para presentar este álbum
he armado una banda de batería, bajo, guitarra eléctrica, violín, cello,
flauta traversa, una segunda voz y yo me haré cargo de los teclados y la
voz principal. Y el show va a ser en abril, pero ¡ya lo estamos preparando!
Ahora, lo que pasa en el momento en que estás tocando en vivo, eso es imposible
tenerlo completamente ensayado, porque se genera en el momento, esa sensación
de vértigo es algo que en un estudio de grabación no siempre están presentes,
casi nunca, creo.
P.M.: ¿Para cuando un nuevo disco? Cuéntanos cuáles son tus nuevos
proyectos…
C.M.: Bueno, ese show, en abril, que va a ser gratuito, va a ser
la presentación oficial del CD. Todo esto lo cuento porque seguramente haya
gente de Buenos Aires que también lea esta entrevista, ¡otra de las ventajas
de la Internet! El show todavía no tiene fecha, pero como dije, va a ser
gratis, porque es la presentación, al igual que son gratis las presentaciones
de los libros. Voy a tocar con toda esa banda que armé especialmente para
la ocasión, ellos son Mariano Fernández en guitarra eléctrica, Juan Segovia
en bajo eléctrico, Gonzalo Calderoni en batería, Laura Coronel en violín,
Jimena Díaz Pérez en flauta traversa, Diego Ádamo en contrabajo y Daniela
Montoya en armonías vocales. Voy a hacer el disco entero, tal cual como
fue grabado, yo estaré metido en un corralito de sintetizadores. Y habrá
sorpresas, músicos invitados, algún cover incluso. Me gustaría que el show
sea en The Cavern Club, Paseo La Plaza, una sala hecha a imagen y semejanza
del Cavern donde tocaban los Beatles. Hay varios en Latinoamérica, la de
Buenos Aires fue la primera. Me gustaría llenar el lugar, esa es una de
las razones principales por las que voy a tocar gratis. Pronto sale, como
le dije antes, mi página en Internet, www.charliemusic.com.ar
donde habrá muchísimas cosas y tengo pensado también filmar un video clip
de alguna canción del disco, estoy decidiendo entre Ya no se usa
o Todas las horas, me va a ayudar la directora de cine Carla Pandeani,
si no anda muy ocupada. El disco recién sale, no estoy pensando en el próximo,
si llega a haber un próximo mucho dependerá de cómo le vaya a este y ahí
sí hablo de lo económico y no de lo artístico, porque artísticamente le
tengo fe porque fue grabado con mucho amor y con gente muy talentosa que
ayudó.
P.M.: Muchas gracias, Charlie, te deseamos lo mejor desde Almiar…
CM: Les agradezco muchísimo a ustedes, de corazón, esta oportunidad
y aprovecho para felicitarlos porque su revista digital es grandiosa, soy
un asiduo lector, disfruto cada actualización.
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CANCIONES
- Surgirán
- La canción que escribiré
- Lo que los chicos quieren
- Primavera
(Fotografías
remitidas por C. Martínez)
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Revista Almiar (Madrid; España) - MARGEN CERO™
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