Magos de Belén

La estrella de Belén

¿Mito, realidad o milagro?

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por M.ª Ángeles Bernárdez

Estas líneas no tienen más intención
que las de la divulgación,
sin pretender mitificar
ni desmitificar a nada ni a nadie.
(N. del A.)


La «Estrella de Belén» o «Estrella de Oriente» es considerada como uno de los elementos indiscutibles y representativos de la Navidad. Durante dos mil años se han debatido distintas hipótesis acerca de la misma.

Mito, suceso milagroso o acontecimiento astronómico real son interpretaciones que tratan de darnos a conocer la naturaleza de la Estrella y en las que no debo excluir la aceptación de este hecho desde la fe.

La astronomía moderna ha intentado desvelar este misterio. Para investigarlo ha sido necesario buscar informaciones y pruebas que puedan situarnos en las fechas en que acaecieron una serie de acontecimientos y, entre ellos, el momento en que tuvo lugar el nacimiento de Jesús de Nazaret. Acudiendo a las escasas referencias bíblicas y a la Historia, obtenemos datos concretos que nos dicen que en aquel tiempo reinaba el rey Herodes, en Belén de Judea; que se estaba realizando un censo de la población; y que Cirinio era gobernador de Siria. Según el Evangelio de San Mateo (2. 1-9), una estrella guió a los Magos de Oriente hasta Belén: «… ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido?... Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarlo… Y he aquí la estrella que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando se detuvo sobre donde estaba el niño…» (…) (Mateo, 2. 1-3). «Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente y venimos a adorarle». Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él». El Evangelio de San Lucas (2. 1-8) nos dice: «Aconteció, en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirinio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. Y José subió a Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belén, por cuando era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba en cinta. Y aconteció que estando allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche…». De acuerdo con los acontecimientos narrados en los Evangelios, los estudiosos establecen entre los años 6 y 4 a. C., aproximadamente, el nacimiento de Cristo. Johanne Kepler, astrólogo alemán, estimó que cada 800 años la conjunción planetaria de Júpiter y Saturno se produce en la misma posición respecto del equinoccio vernal (Del lat. vernalis); y calculó una triple conjunción en el año 7 a. C. Esta triple conjunción seguida de un agrupamiento de Marte, Júpiter y Saturno en el año 6 a. C. habrían producido, asegura Kepler, un nuevo astro… Ese milagroso nuevo astro o nova sería la Estrella de Belén. Aunque el origen de una nova no guarda relación con las posiciones de los planetas, esta posibilidad es la más aceptada por coincidir en el tiempo con la venida de Jesús. Otras teorías cercanas a nuestra época nos la exponen Mark Kidger (investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias) o Humphreys (de la Royal Astronomical Society) quienes, además de la conjunción planetaria ocurrida en el 7 a. C., y en el 6 a. C., apuntan varios acontecimientos planetarios que habrían tenido lugar, sumando a estos hechos la nova que se mantendría visible durante más de 70 años, tiempo suficiente para que los Magos de Oriente llegaran hasta Nazaret. De ésta forma, Kidger y Humphreys consideran a la Estrella de Belén como una sucesión de acontecimientos astronómicos ocurridos durante dos años. Astrónomos chinos apuntan el fenómeno cósmico de un nuevo astro (nova) como la cusa que motivó la atención de los magos (año 5 a. C.), en la constelación de Capricornio, además de otro cometa o nova (24 de abril del año 4 a. C.), en la constelación del Águila; y hacen alusión, en varias ocasiones, a la ocultación de Júpiter por la Luna (año 6 a. C.), en la constelación de Aries. En septiembre del año 5 a. C., Júpiter presentó un movimiento retrógrado. Para un observador terrestre es como si el planeta se detuviera en su curso respecto a las estrellas; es decir: retrocedió y volvió a avanzar. Hay quienes afirman que el cometa Halley fue el cuerpo visible que en aquellos tiempos (año 12 a. C.) viera el ojo humano brillar en el firmamento. Mas, en todos estos postulados, no hay la mayor certeza ni existe razón para dar un significado fuera de lo común a estos acontecimientos, nos argumentan, igualmente, numerosas voces estudiosas. Por lo que el debate de las distinta hipótesis aún no está cerrado…, y no sabemos si algún día lo estará.

San Mateo relata que sólo los Magos de Oriente vieron la luz celestial. Sin embargo, los cometas serían visibles desde la Tierra. La Estrella iría delante de los mágicos viajeros y les llevaría hasta Belén en dirección de Norte a Sur. Sucede que cada objeto natural en el cielo se mueve de Este a Oeste, debido a la rotación de la Tierra. En cuanto a la explosión de una estrella o supernova, los registros históricos no dan indicios de este hecho en la época del nacimiento de Jesús.

Es indudable que aún no hay nada claro sobre la naturaleza de la Estrella de Belén; y, es obvio, que no puede ser explicada por la ciencia. Tampoco hay que olvidar que para muchos pensadores la Estrella de Belén no fue un fenómeno astronómico sino un símbolo de fe. Cada elemento de la historia de la misma simboliza una realidad distinta: los Magos de Oriente, Herodes, los paganos, y los creyentes… Tal vez, San Mateo pretendiera revelarnos la esencia de una Estrella símbolo de la fe cuya misión fue conducir a los hombres hasta el Salvador…, darles la oportunidad de avanzar en el día a día, apartándoles de estrechos horizontes y mostrándoles así el camino hacia la luz de la bondadosa y amorosa estrella que cada ser lleva en su interior…; que igualmente fuera símbolo de un ideal, un proyecto de vida, a pesar de los sacrificios y de las dificultades.

El dos de diciembre de 1999 estalló una nova en la constelación del Águila. En su momento de máximo esplendor, si bien su brillo no adquirió mucha intensidad, pasó totalmente desapercibida para la mayoría de los hombres y mujeres que poblamos la Tierra. Este suceso me ha sorprendido gratamente; y me ha hecho reflexionar…



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MARÍA ÁNGELES BERNÁRDEZ es directora de la Revista Literaria La Fuente, en Almería (www.revistalafuente.org). Relatos, artículos y poemas suyos se publican en el semanario Granada Costa, de Granada (España), y colabora, asimismo, con páginas web como la de Alfonso Lavquén (Chile): http://lavquen.tripod.cl/.
SIN @ PARA EVITAR EL SPAM abernardez [at] revistalafuente.org

De esta autora también puedes leer los relatos: Aquella otra mujer y El regreso

* Ilustración artículo: Mosaico de la Iglesia de San Apolinar el Nuevo. Rávena. Italia (s. VI), By Nina-no (Own work) [CC-BY-SA-2.5 (http://creativecommons.org/ licenses/by-sa/2.5)], via Wikimedia Commons.

▫ Artículo publicado en Revista Almiar, n.º 31, diciembre 2006-enero de 2007. Reeditado en junio de 2019.

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