Óscar Portela

Pensar no es nada sencillo

entrevista al poeta Óscar Portela

El martes 21 de noviembre a las 20,30 horas, en la ciudad de Buenos Aires, en el Club del Progreso, Sarmiento 1334, se presentó Claroscuro, la última producción de Óscar Portela. Conversamos con él —antes de dicha presentación— y cuál verdadero aire fresco, la envergadura de sus reflexiones, desfilan desde el poder de Juan Ramón Vidal, la gestión del Subsecretario de Cultura de Corrientes, pasando por las mujeres golpeadas, y la definición del término cultura.

Para quien aún no ha tenido la oportunidad de saber de este poeta, al encontrarse con su acervo, ocurre lo mismo que ante los conocimientos de los sabios, uno concluye, que como decía Sócrates, «no sabemos nada».

P: ¿Cuál fue el día o el momento que por primera vez se reconoció como poeta?

R: Con toda honestidad —y sobre todo para los que conocen mi obra en prosa— quiero decirles que la palabra «poeta» me queda grande: sólo el tiempo puede proporcionar la perspectiva acerca de si una obra refleja o no el «espíritu de los tiempos». Los alemanes dicen welstanchaun, que resulta casi intraducible.

De cualquier manera y de tal modo de no parecer hipócrita, ésta pregunta fue contestada hace mucho tiempo, cuando me vi reflejado en el espíritu de grandes escritores argentinos como Luisa Mercedes Levinsón, Abelardo Arias, Ernesto Sábato, Lizandro. Z. D. Galtier y hoy por la pequeña repercusión que parece tener mi obra en otros países y otras lenguas.


P: ¿Cuáles son los canales en que se cruzan o tienen relación la política y la cultura?

R: Cultura para nosotros y kultura para el nazismo que triunfó por imperio de la concentración del poder que proporciona la técnica y sus operarios —nosotros— es el modo de domesticación hoy fracasada del hombre.

La Cultura siempre, como la Ley, se impone de modo violento porque se trata de imponer «modelos» de conducta —y determinada tabla de valores— desde el estado útil para sostener todo estatuto correccional de conducta: el arte —el arte verdadero— cumple con la función de deconstruir esa genealogía común (Estado-Religión-Cultura) y permitir que estas alianzas, sean reapropiaciones creadoras de vida y no formas desecadas de vida.

Y en esto no existen distingos hoy entre doctrinas totalitarias o seudo democracias republicanas.


P: ¿Sirven los institutos de cultura del país caso Fondo Nacional de las Artes o Instituto del Teatro?

R: Deberían ser útiles para integrar el país. Empero, el país sigue siendo Buenos Aires. Fui representante del Fondo Nacional de las Artes hasta que Amalia Fortabat me dio las gracias. ¡Mercí, Madam...! Un representante es un mandadero útil para distribuir gacetillas que el Fondo envía para publicitar sus programas. El Instituto del Teatro es otra cosa. Creo que en una época de ingeniería cultural les resulta más útil a los actores que otros organismos gremiales de Cultura o el INCA, que en nada contribuye a darle sentido vía subsidios a lo que no me atrevería a llamar Cine Nacional.

P: ¿Qué le dio y qué le sacó Corrientes?

R: Las cosas están donde deben de «estar», como decía Borges cuando le hablaban del Nóbel: el 1971 ya sacaba yo una revista Literaria en Corrientes que tuvo repercusión nacional, después de cuarenta años de esfuerzos jamás fui llamado por Gobierno alguno a ejercer ni tan siquiera una dirección. Eso si se refieren a los «premios» políticos, a los reconocimientos y otras «yerbas». Desde luego a mi edad tendrían que regalarme una nueva Torre Gemela para que acepte un cargo público. Di lo que tuve que dar y los que se beneficiaron de aquellos esfuerzos lo saben y lo llevaran consigo: con eso basta.

Basta para mí con el reconocimiento de la gente humilde y no humilde, que puede o no estar de acuerdo conmigo, pero que me respeta porque siempre tuve una conducta coherente completamente ajena a cualquier tipo de servilismos, de cualquier naturaleza y en cualquier época.


P: ¿Qué espacio ocupó u ocupa su Loreto natal en su vida?

R: Loreto, todo: hace algunos años mi psiquiatra —esa santa que se me fue al cielo, María Victoria Esquivel— me prohibió visitar mi casa natal. Esos fantasmas pueden borrar lo que queda de mí en ésta tierra: le hice caso.

Esos años de infancia alimentan lo que aún resta de vida en mí, de pulsiones de vida. Y sólo quiero mirar hacia adelante. Por eso escribo: para borrar todas las huellas del pasado de una memoria que vista cara a cara me calcinaría.



P: ¿Qué opinión tiene de la gestión de Norberto Lischinsky?

R: No existe reelección indefinida para ser Subsecretario de Cultura: si se espera primero poseer las adecuadas infraestructuras de servicio para hacer cultura —detesto la palabra «administración» (¿qué se va a administrar si no existieran los creadores, muy a pesar de sí mismos, o tener el adecuado personal administrativo para hacer una gestión brillante, los tiempos no alcanzan).

Existen urgencias, prioridades. Y son los creadores. Crear canales para propagar sus obras —hoy se diría mercados—. Lo demás es retórica. Creo que Norberto subestimó la velocidad con que corren los tiempos políticos sobre los cuales se trata infructuosamente de edificar una Catedral de la Cultura, y su gestión se resintió de una primera etapa que queda finalmente sin terminar: faltan escuelas de perfeccionamiento de todo tipo y saber aprovechar mejor la revolución cibernética que se puede aplicar a los Museos y a un Teatro sólo con entrar a un programa de la Red.

Debo aclararles que hace poco Eduardo Saguier —una eminencia— se preguntaba cómo el Archivo Histórico de la Provincia no estaba aún informatizado. Los Correntinos somos muy especiales en dilapidar las riquezas que el pasado podría habernos proporcionado.

Corrientes no es ninguna avanzada en materia de Cultura o Turismo, de todos modos: en los últimos veinte años hemos retrocedido, no hemos avanzado.

Fíjense lo que hicieron en Resistencia con un pequeño Cine mientras nosotros perdíamos el Rex —un Centro Cultural— y acá nadie se detuvo a pensar y hoy deberíamos hacerlo, qué pasó cuando perdimos el Cine Teatro Corrientes cuyos camerinos jamás fueron terminados y los pagó el pueblo de Corrientes.

El Teatro Alvear y la Casa del Teatro fueron obras de Regina Pacini, ¿pero era otra época, no? Recuerdo que Raúl Gonzales Tuñón contaba que los Presidentes cruzaban la Plaza de Mayo para escuchar a los poetas noveles.

No creo que ningún dirigente político de hoy haga lo mismo.


P: ¿Cree que es madura o inmadura la forma de hacer política en Corrientes?

R: Cuando los jóvenes utilizan como única diversión diez horas de juegos electrónicos de guerra no queda mucho por contestar. Quienes hacen política son los pueblos no los políticos. En tercer año nosotros debíamos saber quién era el Ministro de Relaciones y Culto —en esa época, de la Nación—.

¿Qué ha pasado con la Universidad Argentina de hoy? Preguntado por mí un alumno de último año de abogacía quién era el Ministro del Interior en la Argentina de hoy, me contestó que no sabía.

Traslade eso a lo que usted llama la forma de hacer política y la pregunta estará contestada. Fíjense en eso de las reelecciones por tiempo indefinido. Personalmente me causa mucha gracia. Juan Ramón Vidal gobernó Corrientes sin necesidad de ser gobernador durante cuarenta años: a eso debe llamársele poder. Y fue el senador que más tiempo estuvo en el Senado de la Nación.

P: ¿Tiene alguna explicación cultural de por qué Corrientes es una de las provincias donde existen mayor número de mujeres golpeadas?


R: En la España actual constituye una pandemia. Confirme usted mismo las estadísticas. Se trata de una sociedad globalmente muy, muy enferma. Las causas son múltiples o deben serlas. Hoy en ésta ciudad existen asaltos en pleno centro.

Constituir una «pareja» en las condiciones socio-económicas y culturales que vivimos ayuda a desintegrar cualquier modelo icónico de conducta comunitaria: no se trata de ningún pacto social roto sino de una comunidad —y la palabra es clarísima— que no puede funcionar ya como tal.

Antonhy Burges, luego de que su primer mujer —en estado de embarazo— fue golpeada y violada en los años sesenta en las calles de Londres (por lo cual murió alcohólica y depresiva), disparó esa profecía que sigue siendo La naranja mecánica.

La búsqueda del éxito inmediato y la necesidad del dinero crean conductas sicopáticas, sensaciones de frustración, rencores mutuos y la mujer es aún —digo aún— la más débil. Pero esto también puede revertirse. En El Mito del Machismo, Ruiten-Beek nos muestra a un hombre súper-exigido que está llorando por dentro y hoy —a veces— también lava pañales.

Esa violencia que, como decía el viejo Robert Altman, está en nosotros, está en el fútbol, está en las calles y estuvo en Crogmanon, es la misma que vemos repetidamente en películas de todo tipo y que el pako, el alcohol y la insustancialidad de la vida cotidiana, ayudan a desencadenar. ¿Por qué Corrientes?, tal vez porque el machismo se bata en retirada. Y eso cuesta.


P: ¿En qué punto se encuentra su trayectoria poética?

R: En realidad, y creo haberlo dicho muchas veces, mi exilio forzoso aquí —dado que desde los 24 años Buenos Aires fue para mí el otro hogar— permitió que la obra se esparciera como marea negra por la Red. Ahora estoy sin tiempo para firmar con Folcci en Italia —mi primer contrato con una Editorial Internacional: Los hispanistas franceses—, ayer me escribía Cecile Gurvitch desde París, se vieron predispuestos desde que Patrick Cyntas, desde R'ALM, comenzara a traducir y publicar mi obra.

Pero tanto Portugal como Brasil fueron también muy permeables a difundir mi obra, tanto Ensayística como Poética. También México, pero Venezuela me ha sido especialmente amigable.

No querría hacer nombres. Pero no puedo evitar citar a José —yo lo llamo así: Pepinike— Alborés quien a través de Hispanitas me devolviera el orgullo de ser gallego (incluso traduciéndome al gallego) y Joan Navarro al catalán por eso de que mi otro apellido es Bofill.

¿Qué me dio Corrientes? Ustedes: ¿no resulta suficiente?, mis amigas Cecilia Lugo y Mirtha Zalasan y hoy Noemí Cuneo y Agustín Portela que me ayudan como otros a realizar éste esfuerzo. Y esos otros amigos míos de Buenos Aires, para los que no existen el tiempo ni la distancia. Entre ellos, Abel Posse y Juan Archibaldo Lanús.


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Entrevista publicada originalmente en la revista Comunas del Litoral.


Artículo relacionado: Óscar Portela y una poética personalísima
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▫ Artículo publicado en Revista Almiar, n. º 30, octubre-noviembre de 2006. Reeditado en julio de 2019.

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