Lo importante es
no dejar de cuestionarse

por
Víctor Corcoba


Para tomar aliento, confesaré mi predilección por las convocatorias culturales que aportan algo novedoso, capaz de instar a que la curiosidad se ponga en movimiento. En este caso, surgió por una invitación de la Residencia de Estudiantes, ubicada en el Pinar de Madrid, bajo el sugestivo titulo de Einstein en España para los próximos meses (hasta el 24 de julio de 2005), exposición organizada con motivo del año de la Física. Eso de reunir documentos, libros, recortes de prensa, manuscritos y fotografías, de alguien que mostró desde niño una curiosidad excepcional por la naturaleza y una gran capacidad para entenderla, me lleva a refrendar una de sus geniales reflexiones, aquella que nos exhorta a no dejar de cuestionarnos.

Estoy convencido de que si practicásemos más limpiamente y con mejor disposición, el lenguaje de la deliberación, llegaríamos a otros horizontes más humanos. Vayamos a un ejemplo esclarecedor. La cuestión no pasa por defender un determinado poder embaucador, como puede ser el bienestar social puesto en bandeja en detrimento de otras pérdidas de libertades, sino por abrir caminos al entendimiento desde otras vivencias más sanas, que son las que nacen del alma. Eso de que hoy en día, nos quieran poner a todos un precio, es de tener muy poco corazón y muy poca altura de miras. Al descubrir el juego mercantilista al que somos sometidos, comienzan las disputas donde nadie se queda a salvo.

Ya se sabe que el pensamiento de Einstein, nacido de un pensador que observa y de un contemplativo que sabe escuchar la música del universo, hasta confesar que de no haber sido físico hubiese sido músico, trascendió más allá de lo científico. Supo encender y ascender controversias encaminadas a cuestionarse. Él mismo apuntaba en esa dirección, convencido de que son pocos los que ven con sus propios ojos y sienten con su propio corazón ¿Qué mundo es este que todavía no respeta, la libertad de religión y creencias, lo que debiera ser piedra angular de las sociedades democráticas? Ésta es una meta a la que aún faltan por llegar muchos países. La advertencia del Papa Benedicto XVI de esperar que la Iglesia católica española, que está dispuesta a dar «pasos firmes en sus proyectos evangelizadores», sea «comprendida y aceptada en su verdadera naturaleza y misión», porque lo que quiere es «promover el bien común para todos», es asimismo una manifestación más de que esta libertad se puede poner, o se pone, en entredicho. Ya lo dijo, el científico: «Dios no juega a los dados con el universo», y mucho menos habita en la soledad, porque es una comunión perfecta de amor, que necesitamos llevarnos a los labios todas las mañanas para poder vivir.

Un universo que hoy arde contaminado por los desórdenes humanos. Si volviéramos la vista a Einstein, convertido en activista del desarme internacional y del gobierno mundial, seguramente armonizaríamos otro mundo más habitable de menos borrosos perfiles y más autenticidad. Aquel viajero solitario, portador de unos ideales que han iluminado su camino, afrontó la vida bajo el argumento de profundizar en algo tan hondo a observar como la belleza, bondad y verdad. Esa fue su donación, crear y creer en la inquietud. A propósito, expresó sentir la emoción más hermosa y más profunda que podemos experimentar bajo la sensación de lo místico, a la que calificó como el legado de toda ciencia verdadera, que no es otra que aquella que está al servicio de la vida humana. Ahora más que nunca, pienso, que es necesario no dejarse engañar por ilusiones, ni cegarse por determinados intereses, sino más bien buscar juntos el verdadero progreso, que no se consigue nunca a costa del sagrado derecho a la vida.

No importa interrogarse, es lo apropiado, para enriquecerse por dentro. La duda siempre nos lleva al debate y el debate a la confluencia de pareceres. Esto es bueno. Porque el conocimiento de la persona humana es también comprensión reflexiva, algo que va más allá de la mera observación y del análisis científico. La física puede ser una actividad estéticamente atractiva, culturalmente importante y económicamente decisiva para nuestro desarrollo económico y social; pero si queremos construir un futuro más bello, más próspero, más justo y más humano, se precisa también una atmósfera impregnada de un alma. Sería el mejor homenaje a la memoria de Einstein, lo mismo que él cultivó, la recuperación social del entusiasmo por participar en la aventura colectiva de la ciencia y hacerlo desde la convicción de que el progreso científico debe ir acompañado de un progreso ético equivalente.

Para Einstein, el mundo no está amenazado por las malas personas, sino por aquellos que permiten la maldad. Si contemplamos la situación actual que vivimos, desde la observación objetiva de los hechos como lo hace la ciencia, no se puede dejar de ignorar la impresionante proliferación de múltiples manifestaciones sociales y políticas del mal: desde el desorden social a la anarquía y a la guerra, desde la injusticia a la violencia y a la supresión del otro. La intimidación y el terror han tomado la calle y también se han enquistado en el ámbito familiar, donde aumentan considerablemente los casos de maltrato doméstico. ¿Qué está fallando? ¿Tan difícil es orientar el camino de la paz? La situación pide a gritos volver a considerar el patrimonio común de valores morales como práctica continua.

Para ello, estimo indispensable promover una nueva educación, más formativa en valores de convivencia, desde todas las instituciones de culto a la cultura. Conseguirlo no es fácil, para empezar, se precisa considerar la variedad de opinión y reconsiderar la nuestra, clave necesaria para un conocimiento objetivo. Ahí está esa luz del atardecer anaranjada y violeta que unos la percibirán poéticamente, y dirán que está cansada de luchar contra el espacio humano del egoísmo repetitivo en el tiempo y que por eso nos transmite ese color, mientras que para otros será un efecto puramente científico. Al final volvemos a lo mismo, a que lo importante es no dejar de hacerse preguntas.



Víctor Corcoba

Víctor Corcoba es un escritor que vive en Granada; licenciado en Derecho y Diplomado en Profesorado de E.G.B, tiene varios libros publicados.
CORCOBA[at]telefonica.net

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Ilustración artículo: Albert Einstein (1947), By Photograph by Oren Jack Turner, Princeton, N.J. (The Library of Congress) [Public domain], vía Wikimedia Commons.


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