Menú de vida

por Víctor Corcoba Herrero

Una mano por sí sola es suficiente para matar; sin embargo, necesitamos muchas manos para la paz, para poder vivir la vida con todas las posibilidades que la existencia por si misma nos brinda. Es la vida la que da vida. Un buen menú a base de justicia que dignifique a toda persona, confeccionado por diversos tactos, ayuda a que la digestión del mundo sea más llevadera. A veces cuesta ver lo que se ve. El mundo tiene un problema de salud serio. Y, en ocasiones, no es fácil digerir el parte de muertes que a diario te ofrece don aire desde el dintel del tiempo. Hay riesgo de catástrofes por doquier rincón, de tragedia climática o de dramas humanos. Falta ese fuego lento de amor para que los días servidos por el ser humano, dejen de ser crudos y duros.

Sería saludable, sin lugar a dudas, poner en los caminos la «plática de los dones» de la inimitable poeta de vida, Gloria Fuertes, porque ciertamente: sensibilidad, inteligencia y fe, son un don a cultivar para cautivarse de humanidad. Con ellos es como si tuviéramos tres cajones repletos de víveres. He aquí su receta para un buen refrigerio humano: «Usar nuestros gratuitos dones gratuitamente/ con los demás,/ hacer con nuestra sensibilidad/ licor para embriagar,/ hacer convivencia; con nuestra inteligencia,/ hasta que a fuerza de no usar la fuerza/ contagiemos la fe». Ella, la poeta de amor en pecho, que se manifestaba en poesía para tardar menos en decirnos más, acentuó el deseo y puso la energía poética, tanto en defender a los explotados como en curar el egoísmo de los explotadores.

De igual modo, en cualquier menú de vida, que se precie de serlo como savia, hay que poner manos de diálogo para todo, para la crisis financiera mundial que nos exige muchas manos, sobre todo para repensar los planteamientos actuales del desarrollo internacional. Una esfera que reviste especial importancia para el continente africano con la integración regional como medio para superar las carencias estructurales. En África muchos opinan que la restricción del desplazamiento transfronterizo de trabajadores es uno de los factores que más dificultan esa integración. También la Europa unida ha de unirse mucho más, si en verdad se quieren coordinar las políticas nacionales frente a unos déficit presupuestarios que se han disparado debido a los esfuerzos de los países miembros por impulsar el crecimiento y mantener a flote los bancos. En todos los continentes, en suma, haría falta un menú de vida para salvar vidas, mientras se buscan soluciones para la tormenta de crisis que inunda el planetario.

Urge tomar la vida como valor y no debe afectarle peligro alguno. Es una aspiración y como tal no cabe renunciar a nada. Considero, pues, importante promover una conciencia renovada del valor inestimable de la vida y un compromiso cada vez más valiente por la defensa de los derechos humanos y la superación de todo tipo de abuso. Hay problemas globales en el mundo que perduran, el tráfico sexual es uno de ellos; lo que implica violencias sistemáticas, torturas y avasallamiento, drogas… La lucha contra la esclavitud sexual en el sureste asiático, donde cada año unas 200.000 mujeres se convierten en nueva mercancía, sigue estrellándose contra el muro de la corrupción y la multimillonaria industria de la prostitución, denuncian organizaciones de derechos humanos. Igual sucede con el negocio de las drogas o con los pistoleros a sueldo que cada día abundan más. No basta con decir no a las drogas también hay que decir no a la delincuencia. En el menú de vida, tan importante es la salud como la seguridad de la persona.

Personas que han de saber vivir hacia dentro para emprender el camino hacia fuera. «Yo era feliz cuando era niña,/ cuando llevaba los zapatos rotos/ y el corazón entero./ Después… ya todo roto» —dijo Gloria Fuertes. ¿Por qué ahora ese desvelo por la fama a cualquier precio? ¿Qué importa el nombre, con sus títulos y honores, si al final yace muerto el hombre? El caso reciente del artista Michael Joseph Jackson, al parecer tenía roto hace tiempo el corazón. En su menú de vida hubo una infancia truncada, extrañas vidas amorosas, deseos mutantes hacia su cuerpo, escándalos y notoriedad, aureolas y oscuridades. ¿En verdad fue libre o fue víctima de su propio endiosamiento? La vida hay que saberla digerir para que el menú no se nos atragante. No vaya a sucedernos lo que al cuento… de érase una vez… el ser humano, que de tanto encumbrarse cavó su propia tumba.

Es muy importante, pues, que en el menú de vida, de nuestra propia vida, pongamos más corazón que cuerpo, más poesía que poder, menos humos y más pensamientos. La vulgaridad indigesta. El endiosamiento repugna. El sembrar terror asquea. Los que mercadean vidas humanas irritan a las piedras. Así el mundo, el propio hombre, percibe una sensación de malestar como nunca. Hemos puesto el pie en la luna, pero todavía no hemos puesto el corazón en la vida, para que el menú resucite la voz ronca de los poetas; y retorne el reencuentro, reilusionándonos, rehabilitándonos, reimplantando una nueva estética, capaz de hacernos grandes en libertad y de rehacernos, al menos, siendo una lección de algo.


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Víctor Corcoba Herrero

Víctor Corcoba es un escritor que vive en Granada; licenciado en Derecho y Diplomado en Profesorado de E.G.B, tiene varios libros publicados.

Contactar con el autor: CORCOBA [at] telefonica.net

Ilustración del artículo: Manos, By Quimcivit (Own work) [CC0], via Wikimedia Commons.

▫ Artículo publicado en Revista Almiar, n. º 47, julio-agosto de 2009. Reeditado en abril de 2021.

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