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Anhelos de Dama

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Eduardo Boix López y
Josep Esteve Rico Sogorb


La Dama de Elche


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Al alcalde, para que persevere en traer la Dama.
A la Real Orden de Caballeros
por sus anuales homenajes
.
Por una Orden de Damas de la Dama de Elche.
A todo el pueblo ilicitano...

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«¡Qué vuelva a Elche su Dama!»


Otra vez han vuelto los mismos de siempre. No sé si serán ellos, pero se parecen mucho. Todos con sus ojos achinados y sus cámaras colgadas del cuello. Soy la primera en verlos entrar. Tras la apertura de puertas, parecen ansiosos de verme y fotografiarse conmigo. Jamás me han pedido permiso, soy tan inexpresiva, que no saben si estoy cansada o triste o ambas cosas a la vez. No sé que día es hoy. Sólo que estamos en agosto y en estos momentos se celebran las fiestas de mi patria chica. L´Albà, La Roà... aquí no hay Prova de l´Àngel. En este museo, el único ángel es el vigilante que me custodia.

Hace muchos años que no huelo la pólvora ni veo las palmeras y las voces del Misteri las recreo en mi memoria. Me enteré de los dos patrimonios y lo celebré aquí, encerrada en mi urna de cristal. Nadie se percató, pero una lágrima cruzó mi mejilla derecha. Hubiera querido estar allí. Aún recuerdo el revuelo que se formó cuando el «chiquet» me golpeó en la cabeza con la azada de su padre. ¡Ah, cuántos recuerdos para esta vieja Dama!

—Estamos ante la denominada Dama de Elche, busto ibérico del siglo IV a.d.c. de valor incalculable... —indicaba una señorita de uniforme.

Ya está aquí María, la guía que tras acabar el trabajo, se me acerca para contarme algunos secretillos de su vida. Así se desahoga y regresa a casa ya relajada. A mi no me importa, porque soy de piedra. Recordando acontecimientos, me viene a la memoria el día que me llevaron a aquel museo francés llamado Louvre. No estuve a gusto en París. No entendía el idioma y encima tenía que competir con aquella Dama, que según decían ocultaba algo tras su enigmática sonrisa. La Gioconda, creo que se llamaba.

Un día me tuvieron que sacar del Louvre aprisa y corriendo. Por lo poco que logré saber, un señor pequeño con bigote, mal genio e ideas ansiaba todo lo que existía en ese museo. Viajé de nuevo. Todavía recuerdo los sótanos de aquel castillo en el que estuve cautiva. ¡Cuánta humedad! ¡Y qué oscuro estaba!

Pasaron algunos años hasta que otro señor con bigote también bajito, me recuperó para el Estado Español. Pensé que regresaría a ver mis adoradas palmeras, a beber mi nugolet... ¡Ilusa de mí! Me trajeron a otro museo de esta misma ciudad —El Prado, creo que se denominaba—. ¡Otra vez lejos de mi patria chica! Tiempo después me trasladaron a este museo donde ahora resido presa, igualmente lejos de mi añorada Alcudia, de mi querida Elche. Tan distante de mi admirado río Vinalopó....y desde entonces no he vuelto a salir por largas temporadas. Tan sólo en 1966, pero durante una breve visita de unos días a mi patria chica. Me expusieron en un museo con forma de huevo, entre palmeras. ¡¡Ah, qué corto fue el goce de verme entre mis conciudadanos! ¡Me supo a tan poco...!

Por las noches, cuando quedo a solas, sueño con el día en que vuelva a casa para mucho tiempo...o quizá para siempre. La emoción me embriagará, lo sé.

—¡Uy, otra lágrima!

Sé que en mi Elche me esperan con ansia. Con devoción y anhelo —como esa habanera que me dedicaron—. ¡Qué bonita y emotiva! ¡Se me hace un nudo en la garganta con aquello de «¡Qué vuelva a Elche su Dama!»—. Incluso los hogares ilicitanos poseen alguna reproducción, dibujo o foto mía. Todos me aman. Cuando regrese, las »cohetàs” y las «mascletàs» resultarán sonoras e interminables. Las lágrimas contenidas tanto tiempo saltarán como queriendo rebosar el Vinalopó y las gentes se agolparán para verme. ¡Qué ilusión sólo de pensarlo! Ojalá sea pronto.


—¡Uy, un grupo de instituto! ¡Anda, pero si uno de los estudiantes lleva una camiseta con el escudo del Elche Club de Fútbol!

—¡Eeeehhh, chicos! ¡Aquí, chicos! ¡Estoy aquí! ¡Soy vuestra Dama!

¡Se acercan! Quieren fotografiarse conmigo.

—Venga, colocaos bien. Sonreiré para vosotros.

¡Ahhhhh, si pudiera irme con ellos!

—¡Pshhh! ¡Ehh, chicos! ¿Me hacéis un hueco en vuestro autobús?


Me olvidé de que soy de piedra...


* * * * * *



Eduardo Boix y Josep Esteve Rico

Los escritores ilicitanos Eduardo Boix López y Josep Esteve Rico Sogorb rinden con este artículo un pequeño homenaje a la Dama de Elche, con motivo de su reciente 107º aniversario de su descubrimiento sumándose a las iniciativas artístico-culturales para reivindicar el regreso de la figura a Elche. El artículo/relato está narrado en primera persona por la propia Dama de Elche, por el busto, desde su urna en el Museo Arqueológico de Madrid.

WEB: frutosdeltiempo.com/libro.php?id=48

 

simbolo i de información ILUSTRACIÓN ARTÍCULO: Dama de Elche, By Francisco J. Díez Martín (Own work) [CC-BY-SA-2.5 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.5)], via Wikimedia Commons.

 

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(Página reeditada en abril de 2019)

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