Retrato del artista adolescente, Joyce |
|
El nombre de Joyce se asocia primera e indefectiblemente a su a lo largo y ancho del planeta conocida novela Ulises. Esta obra suya puede encontrarse en cualquier idioma y en cualquier formato; tanto en chino como en inglés y ya sea compilada en dorados tomos de pastas duras como robles o bien en formato de edición de bolsillo. Pero hay otra obra suya también sobresaliente que no siempre se acerca al lector común, sí a aquellos que se interesen por leerla, sí también a los estudiantes de las diversas filologías, sí a los lectores asiduos, pero no a muchos otros fuera de estas tres categorías. Esta obra, Retrato del artista adolescente, originalmente publicada por fascículos, es uno de los grandes libros de la literatura en lengua inglesa, además de constituirse como un referente o un espejo de los nuevos escritores, de los jóvenes procesando ideas o de los meros amantes de la reflexión. Este autor irlandés que tanto indagó y experimentó con el lenguaje y cuyo haber cuenta con otros títulos no menos reseñables como son Dublineses o La velada de Finnegan, critica en este retrato a la sociedad de la época, su Gobierno y su Iglesia —es muy recomendable hacer un par de relecturas al irónico fragmento que trata el discurso del párroco— desde una óptica descarnada, realista y, por si fuera poco, su maestría le lleva a crear momentos alegóricos mediante la inclusión de mitología (analícese por ejemplo el nombre del protagonista, Stephen Dedalus). Recurriendo al monólogo interior expone una fabulosa evolución del personaje, su alter ego. El escritor dublinés ofrece en esta obra una perfecta autobiografía que bien debiera el lector al menos hojear antes de entrar a desentramar su gran obra, ya citada, Ulises.
Aunque a menudo pueda resultar espesa su lectura, ha de tenerse en cuenta
que un libro suyo puede ser tan enriquecedor como para un antropólogo el estudio
in situ de las cuevas de Altamira o para un portero de fútbol la colocación
de un elástico colchón bajo las duras hierbas del área pequeña. Joyce merece
por tanto, cuando menos, las cien páginas que un día pidió Umberto Eco para
su detectivesca historia titulada El nombre de la rosa. _________________________________
|
por Alejandro Tobar
|
Más artículos en Perfiles
de letras:
Conociendo
a Novoneyra: Un poeta lluvioso |
Retrato del artista adolescente, Joyce |
Sir Arthur
Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes
|
Vanguardia
desde Córdoba: Pablo García Casado |
Arturo
Corcuera y el diluvio de animales
|
Poeta-pintor e e cummings
|
Sánchez Espeso,
dibujante de Nueva York |
Niall
Binns: poeta de sensaciones |
Juan José Arreola visto desde El guardagujas
|
Guy de Maupassant
y El Borracho |
Gioconda Belli
y la poesía erótica |
Luis
Pimentel: poesía lejana a los aspavientos
|
El Tristán Tzara poeta
|
Horace Walpole.
En los límites de la imaginación
|
Neuman planta su mundo en un
tapete verde |
Georg Trakl,
referente del expresionismo |
Caja negra, de Pablo
Sánchez |
Jean Claude Izzo
|
El Libro del transtierro, de Costero de la Flor
Ilustración artículo:
James Joyce in 1915, By C. Ruf (Cornell Joyce Collection)
[Public domain], via Wikimedia Commons.
Literatura |
Artículos |
Fotografía
| Pintura
y arte digital | Portada
|
Cómo publicar en Almiar
Revista Almiar - Margen Cero™
(2005) -
Aviso
legal