Jean Claude Izzo
por Alejandro Tobar
Uno piensa en Francia y surgen como fogonazos atisbos de revolución, de pelucas blancas, de refinamiento, de sogas, de vanguardias, de pensamiento, de raciocinio. Pero dentro de Francia existe una ciudad que, hoy por hoy, se escapa absolutamente del más mínimo roce con estos clichés: Marsella. Y quién mejor para adentrarnos en este mundo que, por otro lado, ya Pagnol puso en nuestras retinas, que un marsellés de pura cepa —porque aquí de pura cepa es algo que sigue el criterio de la actitud, no atiende a razones de sangre ni lugar de nacimiento—: Jean Claude Izzo. Este marsellés hijo de italiano y francesa ha sabido pasar con notable acierto al papel el arraigado, peculiar y sobre todo caótico modo de vida marsellés. Refleja en su Trilogía de Marsella, compuesta por Total Keops, Chourmo y Solea, cómo el marsellés es todo un espécimen, que ni mucho menos parece estar en peligro de extinción.
En su narrativa el lector
podrá encontrarse con personajes vagos, maleantes, embusteros, pícaros, estrellados,
perdedores... casi siempre, pese a todo, deslumbrantes, únicos, auténticos.
Todo este microcosmos se teje gracias a un hilo policial que, a decir verdad,
es lo de menos; queda en un segundo plano, visto el mundo de ¿gentualla? que
merodea la ciudad dehors-la-loi. Todo está descrito con un latente
amor del autor hacia su tierra, que, quién sabe, tal vez llegue a rozar el
corazón del lector.
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Ilustración artículo: Corniche Marseille, By Joel Takv (Own work) [FAL], via Wikimedia Commons.
▫ Artículo publicado en Revista Almiar, n.º 29, agosto-septiembre de 2006. Reeditado por PmmC en septiembre de 2019.