El detective cantante

(Dirigida por Keith Gordon, 2003)

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Jesús Manuel García Gómez


Nos encontramos ante una de esas películas que difícilmente se pueden olvidar, y es que probablemente no dejará indiferente a nadie. El filme desde el principio se desmarca de los arquetípicos elementos netamente comerciales y predecibles. Robert Downey Junior encarna a un escritor fracasado que padece soriasis en un grado avanzado y permanece postrado en una cama de hospital. La crudeza visual de algunas escenas de la película, que nos muestran el sufrimiento físico y mental al que queda confinado el protagonista Dan Dark, ante el avance de la enfermedad, probablemente no benefició a la cinta a la hora de introducirse en el delicado mercado comercial norteamericano. La visión colérica y desgarrada que se hace del protagonista, contrasta con la existencia de un universo paralelo, que se desenvuelve en su castigada mente, el de un detective que compagina su actividad profesional, con la de cantante, todo ello entrelazando varias tramas en un despliegue cinematográfico con continuos guiños al genero musical, al cine negro y la comedia.

El reducido infierno de un hombre confinado a su cama, atormentado por una dolencia física, y sometido a alucinaciones que trastocan su percepción del sentido de la realidad, nos hace recordar en algunos momentos a otros filmes como Johnny cogió su fusil, de Dalton Trumbo, o a ciertos aspectos de Nacido el cuatro de julio, de Oliver Stone.

Posteriormente se nos muestra la historia de un niño que se entrecruza con los fantasmas que pueblan la mente de Dan Dark en un universo reducido, hasta descubrir el origen del tormento y la génesis de los personajes que encarnarán la próxima novela de Dark. La trama nos acercará a la visión particular del protagonista. La perspectiva colérica y depravada del sexo, inevitablemente asociada a la muerte. Un cadáver de mujer que rondará de manera obsesiva la mente de Dark. Una enfermera de rostro angelical (Katie Holmes) que mitigará su dolor con una inesperada válvula de escape que apaciguará sus instintos más primarios, y que dará aliento al hombre atormentado. Otro de los temas recurrentes será el del amor, que ocultará siempre la sospecha de una traición, como la de la mujer de Dark, aparentemente seducida por un oscuro personaje que intentará robar el trabajo del protagonista. La confluencia del solitario y monótono paisaje que ve un niño en un viaje sin retorno a la infancia, la angustia de los dos matones perdidos en el desierto, interpretados por Adrien Brody y Jon Polito, incapaces de encontrar su espacio, su lugar idóneo para la destrucción y la tortura, la propia mente de Dan Dark.

La actitud despreocupada e hipócrita de la sociedad, cuyo reflejo será el comportamiento de los médicos, dará paso a las extravagancias del Dr. Gibbon, encarnado por Mel Gibson, que se desmarcará del resto de personajes, intentando ayudar a Dan Dark a encontrar un camino que le permita atravesar con paso firme el horizonte de sus alucinaciones.


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Jesús Manuel García Gómez
es licenciado en Historia y técnico informático.
jesgarcia[at]telepolis.com


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Revista Almiar (Madrid; España) / n.º 37 / diciembre 2007 - enero 2008
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